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La catorceava edición del Festival Colours of Ostrava nos permitió disfrutar de un programa repleto de conciertos y actividades para todos los públicos en 4 días casi sin descanso.

Desde el jueves 16, más de 130 artistas de todo el mundo actuaron en los 16 escenarios distribuidos por el inigualable recinto de la antigua fábrica metalúrgica Dolní Vítkovice, con un tiempo excepcional que solo se vio interrumpido por dos pequeños chaparrones que los asistentes agradecieron debido a las altas temperaturas. Más de 40.000 personas disfrutaron del Festival de música más importante de República Checa, que va creciendo cada año y se está convirtiendo en uno de los más visitados de Europa.

Colours of Ostrava, como su nombre indica, ofrece música para todos los gustos, además de un sinfín de actividades paralelas como cine, teatro, conferencias, talleres… Una organización a la que hay pocos peros que añadir y que este año ha conseguido volver a batir su record de asistencia sin dar la espalda a su filosofía. Este año estuvo presente de nuevo “Colours sin barreras“, iniciativa que permite a las personas con movilidad reducida disfrutar del festival facilitándoles el acceso a los conciertos y actividades, además de proporcionándoles asistencia personal. El concepto “familiy friendly“ está muy presente también. Los niños de menos de 140 cm tenían entrada gratuita, además de un escenario y actividades adaptadas. El último día, los mayores de 65 también tienen acceso gratuito al recinto, por lo que es muy común ver familias al completo.

Dicho esto, entramos en en el terreno musical, que es para lo que hemos venido.

Jueves 16.07

El primer día, tuvimos varios platos fuertes ya para comenzar.

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Bjork, o eso es lo que nos hicieron creer, hizo su aparición en el escenario a las 20:00 de la tarde acompañada por una orquesta de cuerda. Salió vestida de blanco y con un tocado difícil de definir que le cubría toda la cara y que mantuvo durante todo el concierto, algo que no le podemos reprochar por su condición de diva. Ofreció una actuación en su línea, escasa interacción con el público, proyecciones y fuegos artificiales para completar el show. No faltaron grandes clásicos como Bachelorette o Hyperballad, además de temas de su último disco Vulnicura.

Esperábamos con ganas a Caribou y su actuación se quedó corta. Ya nos visitó en Praga hace menos de un año, y volvió para amenizar la primera noche de festival con su mezcla de sonidos electrónicos y beats psicodélicos. Snaith y su banda fueron la primera apuesta en cuanto a música electrónica y el público lo dio todo al ritmo de Can’t do without you, Odessa o Sun, entre otros temazos.

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No quedaban muchas alternativas para continuar la noche después de este gran cierre. Aquellos que querían seguir la fiesta tenían la opción de aprovechar los últimos coletazos de las actividades celebradas en el recinto o apostar por el non-stop y visitar alguno de los locales de Stodolní, la calle de la perdición en Ostrava. Nosotros elegimos la segunda opción, y no defraudó.

Viernes 17.07

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El viernes tiene un claro ganador. Kasabian fue sin duda la mejor banda, y nos atrevemos a decir que fueron los mejores del festival. Como dijo Tom Meighan antes de su actuación en Glastonbury: “Nadie nos puede frenar, somos imparables. Somos una banda fantástica en directo“. Aunque esta afirmación tenga cierto aire de prepotencia, tenemos que darle la razón. Se volcaron con el público y demostraron que tienen una conexión brutal entre ellos. Es un placer ver cómo disfrutan tanto como hacen disfrutar. Presentaron su último disco 48:13, con bumblebeee y Eez-eh como temas principales, y nos regalaron algunos de sus clásicos como Club Foot (Kasabian, 2004) o Fire (West Ryder Pauper Lunatic Asylum, 2009), con los que el público directamente enloqueció. Próximamente, publicaremos la entrevista que Tom Meighan, vocalista principal, concedió a La Gonzo.

José González es una apuesta segura. Aunque a priori pueda parecer más adecuado escucharle en una sala o un lugar más íntimo, estuvo a la altura y mantuvo al público inmóvil durante la hora que duró su actuación, poniendo música al mejor atardecer de esta edición del Colours. Pudimos escuchar sus temas más conocidos, como Heartbeats, Stay Alive o Crosses mientras caía la noche en Dolní Vítkovice. Sin duda, una estampa única.

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En la variedad está el gusto. Como comentábamos, este festival tiene para todos, y aquí entra Swans (o cómo destrozar los tímpanos de tu público y que paguen por ello). Ahora entendemos la cara del bebé que aparece en la portada de su último disco “To be kind“ (Young God Records). No desprenden amabilidad precisamente, pero es lo que tiene el rock experimental. Michael Gira actuó como director de orquesta y chamán al mismo tiempo. Desde que decidieron reunificar la banda en 2010, vienen desarrollando un estilo muy personal en cada directo, basado en el ruido infernal. Pasaron por un escenario más pequeño, Agrofert Fresh Stage, y aunque no llenaron, eran bastantes los valientes que se quedaron a experimentar este show que traspasa lo musical (algunos de ellos hicieron trampa y llevaban tapones para los oídos).

St. Vincent no estuvo a la altura, o no supimos entender su concepto. Era una de las artistas de cabecera, y cuando Annie Clark y los suyos salieron al escenario la cosa prometía, pero no terminaron de engancharnos. Aunque se tiene ganado el favor de la crítica y el público, su directo no nos pareció nada destacable.

Sábado 18.07

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Agustines: descarga de rock americano y energético que animó la tarde de sábado tarde cosechando una muy buena acogida entre el público.

The Dumplings demostraron que el talento no está reñido con la edad, el recomendable dúo polaco con apenas 17 años, derrocharon profesionalidad y saber hacer. Sin duda, esta banda de synth-pop darán que hablar y esperamos volver a verles muy pronto.

Rudimental acumulan nominaciones y premios desde que comenzaron su andadura allá por 2011. Era otra de las bandas más esperadas por el público, debido en gran medida a su éxito comercial. Aunque ofrecieron un buen espectáculo, su música tampoco nos acabó de llenar. El popurrí de drum & bass, rock, funky, soul, reggae… y un largo etéctera no nos convenció.

Owen Pallet: el canadiense era uno de los tapados del cartel. No conocido por muchos, el que es habitual violinista de Arcade Fire y colaborador con The National, Beirut, R.E.M o Grizzly Bear entre muchos, comenzó la tarde con problemas y estuvo a punto de cancelar debido a que todo su equipo técnico se había estropeado. Tras mendigar unas pedaleras a la organización y, a pesar de tener que rediseñar el set-list rescatando temas del pasado más simples, clavó totalmente la actuación.

Dillon, que se solapaba con Augustines, nos ofreció un concierto que puede valer de antítesis al de los americanos gracias peculiar voz, acompañada de un sonido electrónico muy íntimo y parco en gestos. Fue un gran plan para una tarde de sábado si lo que buscabas era tomártelo con más calma.

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Danger fue una grata sorpresa. El francés enmascarado llenó el segundo escenario principal a base de electrónica mezclada con sonidos de películas de acción de los ochenta en un concierto que no dio pie al descanso en ningún momento. Fue el preludio de lo que nos esperaba en cuanto a música electrónica en esta noche gracias a una de las novedades de este año, el Electronic Stage, en el cual las actuaciones se prolongaron hasta altas horas de la madrugada. Aplaudimos esta decisión que, sin duda, engrandece un poco más este festival.

Damian Lazarus & Ancient Moon: el dueño del sello discográfico Crosstown Rebels dio uno de los pequeños grandes conciertos del festival. El londinense, en colaboración con la banda Ancient Moon, consiguió medio aforo del Agrofert Fresh stage, sin lugar a dudas, el escenario con más encanto del festival, en el que literalmente estás en las entrañas de la antigua fábrica. El repertorio, en el que se mezclaban bases con música ambiental, jazz y toques de melodías africanas, fue un combinado que casó totalmente con el público. Pudimos ver amplias sonrisas que eran la prueba de un viaje musical del que nadie se bajó.

 

Domingo 19.07

Último día. El domingo nos dejó actuaciones memorables y grandes descubrimientos. El fin se acercaba, pero las ganas de seguir escuchando buena música no terminan aquí.

Para empezar la tarde y descansar un poco del intenso ritmo festivalero, optamos por un plan más tranquilo y nos fuimos a ver a William Fitzsimmons. Por primera vez en este festival disfrutamos de un concierto sentados en un auditorio (Vítkovice Gong Stage). William salió acompañado de Adam Popick, al piano y percusión, y Jake Philips a la guitarra. Su sonido acústico nos sirvió como respiro, aunque tanta tranquilidad pasó factura a más de uno que no pudo evitar cerrar los ojos y entrar en un sueño profundo. La soledad, el desamor, la muerte y la tristeza inundan el repertorio de este norteamericano que, con mucho sentido del humor, introducía uno de los temas del concierto diciendo que era un poco depresivo, y afirmaba después que en realidad todas sus canciones lo son.

Rodrigo y Gabriela sorprendieron a aquellos que nunca habían oído hablar de ellos. Ofrecieron un espectáculo de una hora de guitarra acústica sin descanso, y esto es de admirar sobre todo teniendo en cuenta que empezaron a las 17:45 de la tarde, cuando el calor apretaba sobre el escenario principal, y que el ritmo que llevan es frenético. Su música mezcla ritmos de rock, folk, flamenco y hasta metal. Este dúo de mexicanos no fueron profetas en su tierra, pero consiguieron el merecido reconocimiento en Irlanda, y después en el resto de Europa y el mundo. Tras más de 15 años juntos, solo les hace falta una mirada para entenderse, y esto se nota en el escenario. Nos dejaron una brillante actuación en la que no faltaron sus temas más conocidos Tamacun o Diablo rojo (Rodrigo y Gabriela, 2006), entre otros.

The Mispers son carne de festival. Son unos recién llegados, pero van pisando fuerte. A simple vista, parecen la típica banda indie-folk británica que engancha con canciones pegadizas. Algo de esto puede que tengan, pero si te adentras en su música te das cuenta de que no es tan fácil encasillarles. No se les puede negar que ofrecieron un buen espectáculo y que tienen talento, clichés aparte.

Other lives es otra de las bandas que más nos engancharon. Seguro que los estadounidenses conquistaron a un gran número de fans por estas tierras a ritmo de su indie- rock. Dejaron el listón bien alto.

Vök: los islandeses, que solo cuentan con dos álbumes cortos en el mercado, se ganaron al público por completo. El cuarteto, que por momentos nos recordó a The XX o a los ya disueltos The Knife con un toque de saxo, hicieron un trabajo respetable. A pesar de ser una banda joven y de formación reciente, comenzaron a trabajar juntos en el 2013 tras ganar la prestigiosa batalla de bandas de Islandia, no les tembló el pulso en ningún momento.

Mika era el encargado de cerrar la noche y el festival en el escenario principal. La lluvia no pudo con un espectáculo en el que el cantante, todo un showman, se dejó la piel y entonó sus canciones más populares (Grace Kelly; Relax, take it easy o Love Today entre otras). No es santo de nuestra devoción musicalmente hablando, pero hay que reconocerle su increíble habilidad para ganarse al público. No faltaron sus reconocibles falsetes, purpurina y confeti. Sin duda, un show digno merecedor de cerrar esta edición de Colours 2015.

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Como siempre, si buscas una apuesta segura, puedes poner tu dinero en el Colours de Ostrava.

¡Esperamos con ansias la próxima edición!

Redacción: Julia García
Fotografía: Antón Ben / Bjork – Matyáš Theuer

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La catorceava edición del Festival Colours of Ostrava nos permitió disfrutar de un programa repleto de conciertos y actividades para todos los públicos en 4 días casi sin descanso. Desde el jueves 16, más de 130 artistas de todo el mundo actuaron en los 16 escenarios distribuidos por el inigualable...