«Chichis, que sois unos chichis tío. A ver si pilláis un poco de los chavales nuevos. Que tienen que venir los nuevos a enseñaros a vosotros los viejos. Payasos.»

Así de rotundo comenzaba «El veneno», opera central de Acqua Toffana, grupo madrileño que hace unos años puso el panorama patas arriba y colocó el underground en el punto de mira de la por entonces adormecida escena nacional de rap. Desde luego el éxito de esta formación, mas colectivo que grupo estrictamente hablando, supuso un puñetazo sobre la mesa, una demostración de que aquel estilo postulado y casi idolatrado desde el «mainstream» patrio no era la única vía para conseguir un producto de calidad y que pudiese ser atractivo para el oyente.

Desde Ziontifik la propuesta era totalmente diferente. Underground por antonomasia, las vivencias de barrio obrero y la critica social fueron el discurso adquirido por el grupo, pero siempre desde la óptica del rap mas callejero, adoptando un sonido en muchas ocasiones mas cercano al rap francés mas noventero que a lo que se destilaba por estos lares. Falta de tapujos y libertad creativa, desde muy pronto consiguieron englobar a un ratio muy amplio de seguidores y oyentes y todo ello mostrando una calidad en la música muy reseñable, especialmente gracias al saber hacer de Dano, productor con mayúsculas.

Vaya de antemano que obviamente que Acqua Toffana no fueron los primeros en destacar en el underground, pero me atrevería a decir que fueron los primeros que asomaron la cabeza, que llamaron la atención y comenzaron a colarse en lugares que teóricamente de le quedaban «grandes» a los rappers under de por aquí, hasta el punto de alcanzar un contrato discográfico con Zona Bruta (pero con características especiales). Esa apertura de mente que era necesaria y que ahora progresivamente observamos es en gran parte merito suyo, al igual que de otros grandes referentes anteriores en el tiempo como Chinatown, Hijos Bastardos o los eternos mitos que han acabado siendo Hermanos Herméticos, nombres que han recibido palos desmesurados en muchas ocasiones únicamente por llevar sus pasos por caminos diferentes a los estándares, por no sonar a Tote King o a Nach, vaya.

Ya hemos hablado de Dano, pero no solo con el iba la historia. Elio Toffana acumulaba un carisma notable, sus rimas afiladas eran marca registrada ya desde el lanzamiento de su maqueta «Jóvenes bajo presión», que con joyas como «Hijos bastardos» hizo muchísimo ruido, y Kael Toffana aportaba un flow y estilo opuesto, con mas tendencia a la abstracción y a la complejidad pero igualmente rotundo y aportando un valioso contraste al conjunto. Y sin olvidarnos del hombre a los platos, un Tony Karate cuya versatilidad y calidad nunca ha pasado desapercibida. En resumen, un combo con todas las opciones de triunfar y que lo consiguieron merecidamente con el fruto de su sudor y la pasión por la música hecha desde el corazón.

Resulta curioso que en esta «Introducción al veneno», entre otros amigos del proyecto y de Ziontifik en general, apareciese el nombre de Joka, miembro de Guante Blanco. Los siguientes protagonistas de este articulo, leyendas de las calles de Madrid.

Leyendas desde hace mucho, pero que eligieron 2011 para sacar su álbum debut de la mano de Gamberros Pro, «Moonglasses». Y siendo enrevesados, otra vez Elio Toffana, la joven estrella del under presentando al grupo para cerrar el primer tema y single de presentación, «Makaveli». Toda una declaración de intenciones, donde Joka y Hoodlover toman posesión simbólicamente de lo que siempre ha sido suyo con un trabajo que representa a toda una generación, representantes de la «otra vía» que han trabajado en la sombra durante años y años y han hecho brillar su nombre y creado una leyenda fuera de los circuitos comerciales.

«Aquí nadie te enseña, pero todos te examinan.»

Autenticidad. Orgullo y respeto adquirido tras años de curro. Realidad. 2011 era seguramente el año perfecto para que un disco así saliese, callejero y rap por los 4 costados, pero sumando a ello una veteranía y experiencia que se deja ver en unas letras cargadas de un mensaje difícil de disfrutar para un recién llegado al genero. Dobles sentidos, paradojas, ingenio y muchas vueltas de tuerca al contenido para dotar a este mensaje de una personalidad especial, dejando frases para el recuerdo y un trabajo que requiere muchas escuchas y bastante conocimiento de jerga para ser captado en su totalidad. Vivencias de asfalto.

«Moonglasses» es metódico y concienzudo, bien trabajado. Colaboraciones de lujo que representan lo mejor del pasado, presente y futuro de la capital: Toscano, Chulito Camacho, el ya mencionado Elio y un Aaron Baliti que por cierto en breves nos traerá su nuevo y esperado álbum junto a Dj Bolo tras la separación de HH. A todo ello sumamos los finos skits a cargo de Chinaka y Supra Jordán, y la aportación de un Kase-O que se suma a la fiesta creando un himno junto con Joka y Aaron. Mucho nivel, tanto en los rapeos como en las instrumentales donde Hoodlover se arremanga y deja un material para el recuerdo, tanto en las versiones originales como en esos logrados remixes que sacaron un año después para redondear el circulo. Para mi, muy subjetivamente, estas «Gafas de luna» son probablemente la consolidación del genero under en España, una llamada de atención y un golpe en el pecho con mucho orgullo por parte de artistas que siempre estuvieron agazapados a la sombra de los gigantes, preparados para asestar la puñalada definitiva y desenmascarar a todos los supuestos ídolos intocables.

Todos conocíamos a Chirie Vegas, aunque muchos no lo habíamos terminado de asimilar, incluyéndome en el lote. Piedra angular de «Gamberros Pro», el de Ambroz puso el dedo en la llaga con un magistral «Shadows» que dejó bocas abiertas por doquier. El gran golpe del adelantado a su tiempo.

La bofetada que nos hacia falta. La demostración de la ruptura de barreras y estilos que hemos experimentado estos años, el acoso y derribo a todos esos prejuicios que tanto estaban enclaustrando nuestra escena ha sido en gran parte merito de Chirie, el eterno criticado, el eterno defenestrado. Con «Shadows», el hasta entonces no muy conocido David Unison dio un giro completo a la tradición del de Vicalvaro, creando una transición hacia un sonido mas electrónico y etéreo, inesperado y brillante, con tendencia a lo sintético y gusto por las raíces de la música electrónica. Toda una explosión sonora, un vuelco respecto a los trabajos anteriores con Sendy y un atrevimiento por parte de un artista que nunca se ha dejado llevar por cánones o tendencias.

Perro viejo en la escena, tras tiempo parcialmente desaparecido tras  «Vintage» y «Millesime», su tercer trabajo de estudio ha supuesto la consolidación del genero y la consideración casi unánime de que nos encontramos por sorpresa ante uno de los discos de 2012, y para muchos EL disco de 2012 en cuanto a rap se refiere. Sin recurrir a estridencias, y continuando con sus colaboradores habituales (Romo, Costa, un agigantado Aqueel…) el de Ambroz presenta un trabajo maduro y serio, que destila experiencia por sus costados y que, con el sonido de D. Unison como gran aliado genera atmósferas mágicas donde el oyente se traslada en el tiempo, un viaje armónico donde el rap mas estricto y pureta ve, totalmente desnudas sus limitaciones.

Desde la elegante declaración de intenciones que supone «Move in silence» hasta la minimalista y bella «Lil things», este trabajo es completo y poco o nada se deja al azar, repleto de simbolismo y jerga (de forma parecida a «Moonglasses) que hacen difíciles de captar muchos detalles de primera oída. La psicodélica «2 in tha wave», el hit «Fakin jacks» sampleando al señor Pete Rock… todo son lecciones magistrales de estilo y superioridad, curiosamente por parte de uno de los artistas mas cuestionados del panorama. Y es que, muchas veces, es mas fácil criticar lo que no entendemos que atrevernos a intentar descifrar ese mensaje que se aleja de los tópicos y de lo que los cánones nos dicen que es lo correcto. Pero el tiempo pone a cada uno en su lugar.

«Si no pilotas jerga que MC quieres ser, los rappers aparentan, Chirie lo es.»

Ha pasado el tiempo sin darnos casi cuenta, y ahora todo es más fácil, siempre entre comillas cuando hablamos de esta industria musical eternamente podrida y enferma. Las cosas han cambiado indudablemente. Ahora los raperos «mainstream» llevan gorras planas, sueltan expresiones en ingles y hacen el ridículo en la MTV, es decir, todo lo que se criticaba anteriormente por no ser «autentico» en el rap de por aquí. Se rompen los estándares, y la libertad creativa ha aumentado enteros, hasta el punto de que triunfen grupos como Kefta Boyz o Cecilio G con propuestas que años atrás se habrían tomado como objeto de mofa. Aparecen referentes en el underground, como NY o C. Tangana, que abarcan un publico amplio en edad y gustos musicales y alcanzan la barrera de los festivales y las giras, lugar antes solo reservado para Saturnino y sus colegas, para los 4 elementos y el «rial jip jap».

Realmente las cosas no han cambiado tanto, pero la apertura de miras del oyente patrio es progresiva y palpable, y ello siempre debe ser visto con buenos ojos, por lo menos desde mi humilde opinión. Veremos como fluyen las cosas, pero desde luego es de ensalzar la variedad actual, especialmente agradeciendo a toda esa vieja escuela que recibieron muchos palos y pocos incentivos por hacer algo diferente al resto. Pocos incentivos, solo mucho amor y respeto por su trabajo.

http://www.lagonzo.es/wp-content/uploads/2014/04/toffana.jpghttp://www.lagonzo.es/wp-content/uploads/2014/04/toffana-290x281.jpgMarco AceitunoMúsica
'Chichis, que sois unos chichis tío. A ver si pilláis un poco de los chavales nuevos. Que tienen que venir los nuevos a enseñaros a vosotros los viejos. Payasos.' Así de rotundo comenzaba 'El veneno', opera central de Acqua Toffana, grupo madrileño que hace unos años puso el panorama patas...