Salvador Raga Navarro (Valencia, 1968) es licenciado en Derecho y Presidente de la Asociación Cultural “Via Vicentius Valentiae – Gogistes Valencians” y presidente de la ONG Valencianistes per la Solidaritat. Es profesor asimismo del “Aula Cultural” del Ateneo Mercantil de Valencia en materia de cultura valenciana. Publicó en 2014 “101 Hechos Legendarios en la Historia de Valencia”. Como continuación a esta saga literaria ha publicado en 2017 “1001 Curiosidades de la Historia de Valencia que te dejarán con la boca abierta”. Es creador y coordina e impulsa el “Grupo Cultural Germanies”, grupo formado por profesionales de distintos ámbitos que desarrolla un voluntariado cultural en entidades benéficas y de otro tipo difundiendo nuestra historia. Asimismo, lidera el “coaching” de la Universitat Politècnica de Valencia para monitores que hacen el guiaje cultural a estudiantes procedentes de otros países. Es fundador y editor de la “Editorial Vinatea” que coordina este trabajo, persigue fines solidarios y hace de la buena literatura el mejor vehículo para difundir nuestros valores.
¿Cómo surge la idea de fundar la editorial Vinatea?
La idea arranca de una serie de personas que creemos que las cosas que hacemos las hacemos bien y con más ilusión que nadie. Desde hace más de quince años he estado en la asociación Valencianistes per la solidaritat desarrollando sobre todo proyectos deportivos infantiles que han rescatado a chavales de cosas que no deberían vivir ningún niño ni ningún adulto ni de aquí ni de allá. Me fui implicando más en el liderazgo de los proyectos de ‘Valencianistes…’ hasta que llegó un momento en el que, como a mí siempre me ha gustado escribir e intervenir en medios de comunicación, soy eso que llamarían los ingleses un storyteller, cuando se me invita a escribir el libro ‘101 hechos legendarios de la historia de Valencia’, yo cedo todos los derechos para los proyectos de ‘Valencianistes…’ ¿Qué sucede? El libro funciona comercialmente muy bien, pero me doy cuenta que hay muchas manos intermedias que manosean el producto y muchos se hacen ricos con lo que yo había escrito.
Cuando asumo mi nueva jerarquía dentro de ‘Valencianistes…’, me digo: ya que ha funcionado tan bien este libro, ¿por qué no intento con toda la gente con la que me he venido relacionando durante tantos años, gente que me tiene una cierta simpatía, me invento una editorial, hago libros que espero que sean exitosos, intento hacer equipo con mucha gente?, esa gente dará visibilidad al proyecto que está por encima de la editorial Vinatea y todos los beneficios que den esos libros van a ir para un fin recurrente de ingresos que hace que los proyectos que tenemos para los niños no se paralicen.
Y ese es el único motivo por el cual existe la editorial Vinatea, ese es el motivo por el cual esta es la única editorial solidaria con mayúsculas que conozco, porque no es que sea una parte de nuestra facturación vaya destinada a proyectos solidarios sino que el íntegro de nuestros beneficios va destinado a proyectos solidarios.
¿Por qué se llama Vinatea?
Gran pregunta. Estamos aquí, en el Ateneo Mercantil de Valencia, en la plaza hemos visto una escultura de Francesc de Vinatea, en el lugar donde durante muchos años estuvo la estatua ecuestre de Franco. Semánticamente era una palabra que me gustaba, una palabra femenina, una palabra sin consonantes difíciles de pronunciar, una palabra yo creo fácil de recordar, porque te puede recordar al vino o incluso a algún personaje femenino de la Hispania romana, y más allá de esa cuestión semántica, es el apellido de una persona que al principio de la Valencia foral se jugó el tipo contra un contrafuero que pretendía hacer Alfonso II el Benigno cargándose el derecho de los valencianos, diciéndole al rey que aquello que iba a hacer iba contra la sangre de los valencianos que no estaban dispuestos a renunciar a lo que se les había dado.
Háblenos del libro “Treinta mujeres fascinantes en la historia de Valencia”. ¿Cómo surge la idea del libro?
Una de las cosas que más me gusta, como te he dicho, es contarle historias a la gente. Una de las actividades en las que he sido especialmente fecundo en los últimos años ha sido la convocatoria de visitas guiadas. Yo hacía una convocatoria mediante el Facebook diciendo que iba a hablar de la Valencia de los judíos, que íbamos a hacer una ruta de la Valencia de Napoleón o de la Valencia de la Inquisición, y allí acababa viniendo muchísima gente. Me hacía sentir a veces como el Flautista de Hamelin, porque colapsábamos las calles, con tremendas pitadas de coches en los semáforos, etc. etc.
Una de las rutas más exitosas con diferencia era la ruta de las mujeres fascinantes de la historia. Era una ruta en la que hablaba de mujeres que muchas de ellas habían estado en el anonimato de la historia y otras que eran conocidas por ser nombres de calles. Eso me dio una pista de que, una vez decidido emprender un proyecto literario, podía ser un primer libro, un primer formato para la editorial Vinatea. Me faltaba el esquema, y el esquema lo encuentro cuando se me ocurre una antología en la cual yo pudiera ponerme en contacto con treinta mujeres valencianas a las cuales les preadjudicara un personaje, y ese fue principalmente el pálpito de pensar que este podía ser un buen proyecto para el primer libro y que este podría ser el mejor formato para, como así está siendo, un éxito editorial.
¿Surgió algún contratiempo a la hora de asignar no una ni dos, sino esas 30 mujeres fascinantes a las 30 escritoras actuales valencianas?
Cierto, cierto. Es mucho más fácil encontrar 30 escritores que 30 escritoras. Además, treinta escritoras que tuvieran una vinculación con Valencia por nacimiento, residencia, afección o por haber desarrollado su carrera profesional aquí. No fue fácil. A la hora de hacer mi lista, piensa que no solo era que fueran escritoras, sino que quisieran entrar aquí, dentro de un plazo, y algunas que venían de otros campos como la ciencia ficción, de la poesía, de una novela más rosa…, quisieran ponerse en un diálogo histórico con un personaje femenino de la historia de Valencia. Solo hubo un caso en el que una escritora dijo que solo escribiría si iba a cobrar.
El trabajo que yo tuve que hacer fue un trabajo de seducción, un trabajo de contarle a la persona sabiendo que había escrito la autora con anterioridad por qué creía que con ese personaje ella se iba a sentir cómoda.
Claro, porque he entendido que no elegían su personaje sino que se lo asignabas.
Yo se lo asignaba, en el caso de que yo a la autora la veía especialmente dubitativa era entonces cuando yo tenía un plan B y un plan C. ¿No quieres una mujer medieval?, vámonos al siglo XVIII. ¿Quieres una mujer más moderna todavía? Es decir, tuve que ir encajando personajes mientras tenía repertorio. Con lo cual ese fue el proceso de asignación, selección, seducción y finalmente adjudicación.