La fiesta del cine en Karlovy Vary en sus bodas de oro se salda con record de asistencia.
Muchos habitantes de Karlovy Vary aseguran que durante el año, este lugar no es más que una ciudad balneario a la que pequeños grupos de gente acuden para disfrutar de sus conocidas aguas termales, relax y poco más. Su festival de cine presenta un escenario opuesto a lo que es aquí el día a día; calles repletas de gente, hoteles sin habitaciones disponibles, restaruantes llenos y por supuesto, cines con largas colas en sus puertas. La entrada a la ciudad muestra una bonita panorámica desde lo alto del valle que la rodea, pero desde esa atractiva vista se observa tambien una torre de color negro que no encaja. Lanzamos pues la pregunta a los nativos que nos acercan en su coche: «¿Qué es ese edificio tan feo de allí?…», «Eso es el hotel Thermal, es la sede principal del festival» (pues empezamos bien…).
La edición número 50 del Festival Internacional de Cine de Karlovy Vary tenía que ser especial desde el primer día, sus organizadores lo tenían bien claro y a primera hora de la tarde dejaron ver por su alfombra roja a uno de los invitados de honor, el actor Richard Gere. La academia de cine checo aprovechó la ceremonia de inauguración para entregarle el Globo de Cristal por su contribución a la industria cinematográfica. El actor presentaba dos de sus últimos trabajos: el drama psicológico «Time out of mind», con el que se inauguró el festival, y el drama «Franny», dirigido por Andrew Renzi. Otra de las grandes ovaciones de esta ceremonia fue para el presidente del festival e interprete checo Jirí Bartoska, culpable de haber devuelto a este festival a la primera linea de eventos cinematográficos internacionales. La emoción no pudo ser mayor ya que el actor libra una intensa lucha contra el cáncer en la actualidad.
Uno de los grandes atractivos en el programa de este año ha sido la apuesta por el nuevo cine, ya que la gran mayoria de los directores de las cintas que salieron a competición no superaban los cuarenta años de edad. Sin representantes españoles en esta edición, la única película de habla hispana dentro de competición fue «El 5 de Talleres», del argentino Adrián Biniez. Sin embargo, la cinta que se llevo el gato al agua fue «Bob and the Trees», una producción de cine independiente norteamericano dirigida por el francés Diego Ongaro.
Los cineastas noveles también estuvieron presentes fuera de competición, especialmente en la categoria de documental. La cadena de televisión HBO ofreció una premier especial de «Amerika», una producción local que narra la historia de dos jovenes que emprenden un viaje alrededor del país en busca de un lugar mejor para vivir. Su director Jan Foukal es también el compositor de la banda sonora, que fue interpretada en directo en una afterparty en la que él y sus compañeros de rodaje estuvieron presentes, así como representantes de los medios que cubrían el festival. Tras el cóctel cortesía de la cadena, un DJ y la lluvia que caia como oro del cielo tras un caluroso fin de semana, hicieron de la noche el evento más animado de todo el festival, lástima que solo unos pocos pudieran disfrutar de él.
https://www.youtube.com/watch?v=21qPNllgW0o&feature=youtu.be
Fuera de las inmediaciones del hotel Thermal, todavía quedaba una sorpresa para el público en general. No estaba en el programa pero la voz se corría durante todo el fin de semana: iba a haber una proyección nocturna al aire libre de «Pretty Woman», presentada por el propio Richard Gere en persona. Y sí, era cierto, pero si no llega a ser por esos pequeños grupos de gente que se escabullian sigilosamente, más de uno no hubiera encontrado el dichoso cine de verano, poco visible ya que se encontraba a las afueras, en la zona del valle que rodea la ciudad. Casi siete mil espectadores esperaron impacientes y obtuvieron su premio, un breve discurso inicial del actor protagonista, y la proyección una cinta que ya todos habían visto, pero que fue recibida como si del mismísimo estreno se tratara.
¿Ofrece este festival algo más que cine?, o preguntemoslo de otro modo, si no soy un entusiasmado del cine, ¿merece la pena asomarse para ver el ambiente?. Cierto es que gran cantidad de gente se congrega durante las proyecciones, pero despúes de eso, poca cosa queda: un par de carpas de famosas bebidas alcohólicas con musica de fondo, algun que otro fotocol pero nada más. Da la sensación de que la ciudad no aprovecha del todo el tirón que crea el festival, careciendo de actividades o eventos fuera del programa del festival. En temas de organización todavía hay varios aspectos que mejorar: tener el pase de un día no garantizaba el acceso a ninguna de las proyecciones, a no ser que hicieras cola desde primera hora de la mañana en las taquillas o esperaras en la puerta del cine por si no se ha completado el aforo (algo que en las sesiones mas destacadas no ocurre). El servicio de entradas por sms quedó colapsado ante la gran demanda de solicitudes, y los inocentes voluntarios poco podían hacer para ayudarte, salvo consolarte.
Estas circunstancias dan por hecho que el festival sigue creciendo de manera frenética, y caché desde luego no le falta. Con algunas mejoras en las próximas ediciones, podemos asegurar que pronto dará el salto a donde realmente aspira a estar.
Fotografía: Antón Ben/KVFF Official