Se cumple una semana de la visita de los alemanes a Praga, pero su poso musical perdura en nuestros oídos.
Gran concierto el de los hermanos Archer y compañía. Seis músicos cargados de instrumentos nos ofrecieron una hora y media de canciones de larga duración que eran un viaje experimental en sí mismas por su amplio estilo musical: rock americano al más puro estilo Nada Surf, pinceladas cargadas de guitarras grunge/hardcore y transiciones electrónicas que eran la guinda a un pastel que no muchos pudieron saborear, el hecho de ser un grupo no muy conocido en estas tierras y el alto precio de las entradas contrajo la asistencia cubriendo solo un tercio de la sala.
Lo que para los presentes fue un extra al poder disfrutar sin empujones ni agobios, a pocos metros del escenario, de una noche de música que terminó con esa última cerveza mezclándose con los integrantes de la banda tras el concierto. Son esa serie de lujos que ofrece el circuito menos popular, y del que difícilmente nos cansaremos, los que hacen de la escena Praguense una de las más atractivas y accesibles a nivel europeo. Mención especial al trabajo hecho en percusión.
Redacción y fotografía: Antón Ben