El pasado mes de enero bajo el sello editorial Nocturna ediciones se publicó la novela autobiográfica El jardín de los frailes, de Manuel Azaña.
Curiosamente el autor también nació un mes de enero, concretamente el 10 de enero de 1880 en Alcalá de Henares, Madrid. Si uno bucease un poco en la vida de este político y hombre de letras de principios del siglo XX descubriría por ejemplo que quedó huérfano de madre a los nueve años y de padre a los diez.
Pueden parecer detalles nimios, pero en las páginas de El jardín de los frailes por ese carácter autobiográfico de la obra descubriremos rasgos de Azaña, sus anhelos, gustos y temores. Nos narra con una prosa precisa y prolija cómo fue su estancia en el colegio de los agustinos de El Escorial (Madrid).
Mucho han cambiado las cosas desde entonces, sin duda. Quizá ese sea uno de los atractivos de este El jardín de los frailes, el vernos reflejados como estudiantes tal y como lo fuera Azaña hace más de un siglo bajo una disciplina escolar católica casi tan célebre como el otro gran escritor alcalaíno. A Azaña no le pasó desapercibida esa coincidencia con su paisano, con don Miguel de Cervantes.
El jardín de los frailes es una novela no solo de descubrimiento, también de memoria y de disfrute por el pulso narrativo y lírico de su lenguaje, no en vano a Manuel Azaña se le reconoció por su oratoria y su labor como escritor.
Esta novela se publicó en gran medida en 1921, hace ahora un siglo, en la revista de crítica literaria La Pluma (1920-1924) fundada por Azaña y su cuñado Rivas Cherif. Durante la mayor parte de su vida Manuel Azaña fue escritor y funcionario civil. Respecto a lo segundo dejaré a las y los lectores la curiosidad por conocer esa faceta.
En lo tocante a la de escritor, fue galardonado con un Premio Nacional de Literatura en 1926 por su biografía Vida de Don Juan Valera. En 1928 escribió una obra teatral, La Corona. Tradujo las Memorias de Voltaire y La Biblia en España de George Borrow. Publicó también los ensayos Plumas y palabras (1930) y La invención del Quijote (1934). Y un año después escribiría el libro Mi rebelión en Barcelona, además de La velada de Benicarló en 1937.
Volviendo a El jardín de los frailes, añadir que es una novela vivencial, narrada bajo la mirada de un adolescente que se descubre así mismo entre sus iguales y frente a un mundo cambiante, un artista de la palabra joven llamado a ser una figura relevante en la España del siglo XX.
El jardín de los frailes. Manuel Azaña. Nocturna ediciones.
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