“La vida todo locura (El tiempo todo locura)” por Manuel Moraleda Pérez

La búsqueda personal es parte inherente a nuestra condición de seres humanos. Cada persona tiene sus propios medios y su propio camino a la hora de buscarse a sí misma. ¿Por qué entonces es tan difícil en ocasiones saber cómo somos? Las protagonistas de los relatos que componen el libro “La vida todo locura (El tiempo todo locura)” de Manuel Moraleda Pérez persiguen todas la misma meta, que no es otra que encontrarse a sí mismas. El presente libro muestra esta búsqueda continua. Son 19 relatos, acompañado cada uno de ellos de tres fotografías artísticas en blanco y negro. Letra e imagen se unen para guiarnos hacia ese mundo interior, lleno de libertades y deseos, donde poder pasear nuestros ojos en silencio.

Manuel Moraleda, escritor y fotógrafo, ha sabido componer una bellísima obra, donde la palabra y la fotografía se fusionan, creando un todo armonioso. Pocas veces encontramos un ejemplo más claro de aquello que los artistas de siglos pasados llamaron acertadamente la “hermandad de las artes”.

En junio de 2013 Manuel Moraleda autoeditó esta obra que se puede adquirir en algunas librerías de Madrid, como por ejemplo en las Librerías Antonio Machado (tanto la que está en la calle Fernando VI, como la que está en Círculo de Bellas Artes), o en algunas conocidas librerías del Barrio de Malasaña, como “Tres rosas amarillas”, librería especializada en cuentos y textos breves literarios, y “Librería Arrebato”.

A continuación os pongo un pequeño fragmento llamado RAZONES de esta singular obra, para que podáis abrir boca:

Un día Norah descubre que su reloj interior se ha detenido justamente a las diez y once. Se siente agotada, como si se hubiera quedado de pronto sin fuerzas. Una semana después decide visitar a un relojero. Pregunta a amigos de la infancia, a magos, a sabios…, pero sigue sin encontrar ninguna explicación. Norah está triste. Va con su reloj a cuestas, a todas partes, como un castigo —piensa ella— de la providencia. Recorre las calles viejas de Madrid, cabizbaja, sola. De camino a casa su figura recuerda a la de una gata que regresa sigilosamente a su territorio doméstico con la vana esperanza de esconderse, como siempre, en los mismos rincones de su maltrecha intimidad. Trans­curren los meses, como pasa la vida de un año a otro año, en silencio, sin la alegría de antes. «Pero, cómo volver al pasado», se pregunta Norah. Recuerda que antes era una chica risueña, intuitiva, que sabía lo que la vida podía dar de sí en cada instante. Era sensible a la belleza de las pequeñas y grandes cosas que la rodeaban diariamente. Amaba la alegría, el sol, el arte, los parques, la vida que nacía a todas horas. Rememo­rar aquel pasado le causa dolor.

Un sábado por la tarde acude al Museo de Arte Contemporáneo Reina Sofía para visitar una exposición de fotografías titulada «Almas atrapadas». Impulsada por una desconcertante atracción, llega a la sala expositora vestida apenas con sus miedos y sus sombras. Cuando se sitúa enfrente de la tercera fotografía, sus ojos se le iluminan, se ve a sí misma retratada, un detalle le ensombrece el ánimo, el reloj de la imagen marca exactamente las diez y once. Como quien descubre la verdad de algo íntimo, percibe de repente cómo va recobrando la vitalidad de antaño. Se siente como si volviera a nacer, como si la pesada carga que llevaba consigo últimamente hubiera desaparecido. Conocer la razón de todo lo que nos ocurre acaba liberándonos de nuestras propias ataduras.

 

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