La protagonista de Resina (Destino), de la escritora danesa Ane Riel, es Liv. Liv en danés significa vida. Un nombre muy apropiado para la joven Haarder.
Desde las primeras páginas, casi a modo de diario, nos contará dónde vive, quién es su familia, qué le gusta del sitio donde ha nacido y crecido. Siente un profundo respeto por la naturaleza y un amor incondicional por su padre. Desde su inocencia infantil seremos testigos de una cadena de acontecimientos que nos seducirán.
El título de esta novela negra, Resina, no es casual. La resina de los árboles fluye y cicatriza, avanza despacio y si se da el caso, atrapa a pequeños insectos en su avance. Metafóricamente sucede igual con el destino de los personajes de Resina. En ese fluir casi imperceptible veremos cómo el Mal borbotea y atrapa a veces sin remisión, delicadamente.
La familia Haarder vive en una pequeña isla conectada con otra mayor por una estrecha lengua de tierra apenas transitada. Aislados, leyendo Resina iremos comprendiendo cómo la naturaleza moldea su entorno y también a las personas. El padre de Liv ha ido acumulando objetos en su propiedad durante años creando un enorme laberinto y un estupendo patio de juegos para ella. Pero la vida no es un juego, la Muerte tampoco, aunque se asome de tanto en tanto como la resina, tocándoles, atrapándoles, un poco como las y los lectores de esta novela negra de ritmo trepidante y justamente galardonada con numerosos premios literarios.
Resina. Ane Riel. Ed. Destino.
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