‘Una tirada de dados’, entrevista a Luis del Romero

luisLuis del Romero Sánchez-Cutillas (Valencia, 1951) estudió Filosofía y Letras dedicándose a la enseñanza como catedrático de Geografía e Historia. Ha obtenido más de treinta premios como escritor destacando en los de relato el XXI premio Unicaja de relatos, el “Luis Mateo Díez” en 2010, o la quincuagésima cuarta del concurso de cuentos ‘Gabriel Miró’. En el género de novela ‘Ateneo de Valladolid’ en 1997, el “Gabriel Sijé” en 2002, el XXXIX Premio Ciudad de Irún de Novela en 2009 o el XVIII Premio de Novela Ciudad de Badajoz, con su novela ‘Una tirada de dados’ por la que le preguntamos a continuación.

Uno de los personajes centrales de esta novela, Lubrican, llega a decir: ‘Ya se sabe que los escritores son, por definición, envidiosos’, ¿lo somos realmente?

Esa es una de las frases con las que Lubricán trata de espolear a sus invitados para que compitan entre sí. De todas maneras, éste es un oficio cuya aceptación social se rige por el volumen de ventas o por el número de lectores, y por tanto es casi inevitable que surja la envidia.

El siglo XXI no es del agrado de Lubrican, lo tilda de ‘romo’, ‘carente de ingenio’, ‘zafio’, ‘materialista’, y ‘que tan pocos alicientes ofrece a los escritores’, ¿lo comparte como el personaje?

Sin añorar tiempos pasados, comparto absolutamente la afirmación de Lubricán. Basta con asomarse a los medios de comunicación o encender la televisión para comprobarlo.

Precisamente Lubrican, al hablar de los escritores de hoy en día, dice que existe ‘poca o ninguna’ diferencia respecto a la época de Gaspar Aguilar a la hora de ‘arrimarse para subsistir’ a los nobles, así aquellos ‘buscan el amparo, si no de los nobles, sí de sus sustitutos, esos nobles de pacotilla en que se han convertido los políticos, (…) los alcaldes, los regidores de cultura’.

Es una frase un poco exagerada, pero es cierto que sin esas iniciativas municipales muchos libros no verían fácimente la luz, como en el caso de esta novela, que obtuvo un premio patrocinado por el Ayuntamiento de Badajoz. Lo cual no obsta para reivindicar el arte de narrar, que no queda circunscrito a los libros. Basta con que dos o más personas se reúnan para contarse alguna historia para que se despierte el interés del oyente, siempre que lo hagan con ingenio o maestría. Además, creo que en esta época chillona, en la que la gente no suele escuchar, es bueno reivindicar esa capacidad de los narradores para encandilar a su auditorio.

Por lo que se refiere a la búsqueda del amparo en los nobles, y teniendo en cuenta que hoy en día pocos escritores pueden vivir de sus ingresos profesionales, los escritores casi echaríamos de menos a un Marqués de Valeriola, o un Conde de Lemos. En cambio estos otros “nobles” del siglo XXI son capaces de perpetrar leyes como la que obliga a los escritores jubilados a renunciar a sus ingresos por derecho de autor si quieren seguir cobrando la pensión. Pensemos que si esta ley hubiera estado vigente en tiempos de Cervantes, no habría visto la luz la Segunda Parte del Quijote.

La muerte está muy presente en la novela, de hecho se la nombra a menudo con frases tan reflexivas como: ‘el principal enemigo de la vejez, el miedo a la muerte’ o ‘la muerte no es otra cosa que el olvido’.

Lo que une a los protagonistas es su participación en un congreso sobre “La muerte en el arte y la literatura”. Y lo que pretende Lubricán es “humanizar” la muerte, conocer sus motivos, hablarle de tú a tú. Al fin y al cabo, en nuestra condición de seres mortales, la vida, sobre todo a partir de determinada edad, es un diálogo con la muerte. Como decía el poeta Odysseus Elytis, “escribo para que la muerte no tenga la última palabra”, es decir, para poder seguir conversando con los lectores más allá de la muerte.

El azar está presente de una forma manifiesta, aunque el título sea ‘Una tirada de dados’ y el lector no los vea en el juego que plantea Lubricán, el personaje anfitrión en la velada de la trama, ¿está de acuerdo conmigo?

En efecto, el azar es el elemento esencial en la novela, comenzando con la etimología de la palabra, traída a Europa por los cruzados ingleses que importaron también el juego de dados. Así, en inglés hazard significa peligro, en lugar de suerte, como en los juegos de azar. El peligro de quien se enfrenta a un destino desconocido y que nunca queda abolido por una tirada de dados, como decía Mallarmé. El azar que acecha a los contertulios de Lubricán y especialmente al narrador, y al propio lector.

Lubrican hace referencia al silencio como ‘complemento de la música, compañero inseparable…’, ¿acaso no lo es también de alguna forma en el cualquier manifestación artística y especialmente oportuno en la literatura? Bien ilustrado exempli gratia en ‘Una tirada de dados’

Considero que el silencio es esencial en la música, y también en la poesía. La prosa, en cambio, es más ruidosa. Aunque, por fortuna, uno de los personajes de la novela, precisamente el que lleva el mote de Silencio es capaz de sacarle todo el provecho narrativo al silencio cuando evoca la forma en la que Casanova trata de captar en el aire la huella de su único amor verdadero.

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