El teatro Conde Duque acoge la obra Comedia y sueño: La mentira más hermosa, bajo la dirección de Juan Carlos Corazza, que podrán disfrutar del 20 de septiembre al 19 de octubre. El reparto está formado por Jan Cornet, Raúl De La Torre, Alba Flores, Ana Gracia, Pepe Lorente, Manuel Morón, Tamar Novas, Violeta Pérez, Xenia Reguant y Oscar Velado y bajo la dirección de Juan Carlos Corazza.
Al llegar a la sala nos encontramos a todo el elenco sobre las tablas. Tienen fijada su atención sobre el público; nos transmiten su energía, sus ganas de hacernos disfrutar, de contarnos algo, su placer de actuar. Las miradas y el interés son recíprocos. Uno de ellos acompaña la entrada de los asistentes al piano. La función comienza con los actores en proscenio embocando unos versos de Lorca, compartiendo las excelsas líneas del poeta andaluz. Los actores permanecerán la hora y media que dura el espectáculo sobre el escenario, creando atmósferas y efectos sonoros con sus instrumentos musicales.
A lo largo de toda la representación personajes cambiantes -inconclusos como se autodenominan ellos- nos hacen reflexionar sobre el teatro en sí, sobre la realidad y la mentira en el arte y en la vida. Estos seres que un día imaginara el gran maestro Lorca en su Comedia sin título se intercalan con escenas de los habitantes del bosque fantástico de La vida es sueño de Shakespeare.
El director aúna en este proyecto a dos grandes autores que, junto con los textos que surgen de la investigación de su grupo de trabajo, crean una pieza llena de magia, de un lenguaje exquisito cargado de intenciones y sobre todo, de juego por parte de los intérpretes. Tanto los más veteranos como los recién egresados del Estudio Corazza que forman el reparto se permiten el placer de jugar y divertirse en el escenario, de imaginar y hacernos soñar con ellos. Tan pronto encarnan un personaje lorquiano como se enfrascan en el mundo fantástico de La vida es sueño. Ambos universos son creados con apenas una banqueta, varias piezas de vestuario, una iluminación básica (pero bien jugada) y un sencillo ambiente musical.
Toda la puesta en escena es en sí sencilla, humilde, pero no simple. La complejidad del trabajo es enorme, sin engaños, sin trucos, sin bambalinas donde esconderse. Es la humanidad y la creatividad de los artistas, lo que nos permite imaginar la historia que nos están contando, sobre la desnudez del espacio como lo hiciera en su día el genio Shakespeare en el Globe. Tan pronto componen un bosque encantado con unos trozos de tela, como muestran la luz de la luna llena a través de un pandero o nos hacen imaginar que un tambor es un bebé.
La obra, con pequeños tintes brechtianos, del absurdo y de la commedia dell ´arte, emana un aroma propio, una esencia que nos remite a los orígenes del arte escénico, donde lo más importante es la magnitud de los textos y la grandeza de los actores, donde el teatro es juego, es comedia y es sueño.