Crítica ópera: «Pelléas et Mélisande», Teatro Real.

Pelléas et Mélisande no es una obra fácil, ni vistosa, ni siquiera cómoda de ver. Todo lo contrario: resulta inquietante, extraña, desoladora. Y ese es precisamente su verdadero valor, que queda perfectamente reflejado en el minimalista montaje del Real, facturado por Robert Wilson.

La temporada 2011-2012 del Teatro Real, la primera programada íntegramente por Gerard Mortier, está generando cierta polémica sobre todo en el apartado operístico, plagado de obras del siglo XX en detrimento de los grandes clásicos.
La temporada de ópera abrió con el montaje de “Elektra”, de Strauss, y prosigue con este “Pelléas et Mélisande”, la única ópera creada por el compositor francés Claude Debussy y que ya se programó en el Real hace algunos años, con una propuesta muy diferente a la que hoy nos ocupa.

La trama de la obra se construye en torno a un triángulo amoroso formado por Pélleas, su hermano Golaud y la joven Melisande. Con libreto en francés del propio Debussy y el belga Maurice Maeterlinck, la acción se distribuye en cinco actos y se ambienta en un supuesto reino medieval donde el mar, lo umbrío y los elementos tienen gran protagonismo.

El director de escena y escenógrafo Robert Wilson ha creado para la obra de Debussy un espacio sugerente y minimalista, donde los personajes avanzan en el drama envueltos en un juego de luces y sombras, como en un sueño. Y precisamente en ese sueño se nos destacan las líneas de lo mínimo, de una cotidianeidad misteriosa, de unos personajes que anhelan.

La intención de Debussy con esta opera fue la de evocar, más que la de contar. De ahí que la obra carezca de una intensidad dramática al uso y se mueva en el terreno de lo simbólico, de lo sutil escondido en lo aparentemente intrascendente de alguna de sus escenas. Todo ello encaja con la propuesta de Robert Wilson y el conjunto transmite una historia que opera por sustracción: aquello que tiene que añadir el espectador para completar la obra es precisamente el núcleo de la misma.

Las voces a lo largo de la ópera se ciñen al texto, sin juegos ni superposiciones, sin grandilocuencia. Más que cantar, los intérpretes recitan y se mueven por el escenario con estudiada contención. Destacan en esta labor la soprano Camilla Tilling, en el papel de Mellisande y el tenor Yan Beuron, en el papel de Pélleas.

Enmarcando el lirismo de las voces, la música, dirigida por Sylvain Cambreling y Till Drömann, es la verdadera portadora del componente melódico de una obra que en su estreno a comienzos del siglo pasado no gustó. Incluso compositores contemporáneos a Debussy la criticaron duramente (de hecho incluso fue atacada por el propio Strauss que, curiosamente, precede con su ópera Elektra a este Pelléas en la temporada del Real). Tampoco parece ahora que esta perla vaya a gozar de gran simpatía  entre el público del Real. ¿Incomprensión o gusto clásico?

 FICHA:
Música: Claude Debussy.
Dirección musical: Sylvain Cambreling.
Dirección de escena y escenografía: Robert Wilson .
Intérpretes: Yann Beuron, Laurent Naouri, Camila Tilling, Franz-Josef Selig, Jean-Luc Ballestra, Hillary Summers,
Orquesta y Coro titulares del Teatro Real.
Lugar: Teatro Real, Madrid. Octubre 2011

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