Crítica: Purgatorio – Naves del español.

Purgatorio medita sobre lo que sucedería en el encuentro en el más allá entre Jasón y Medea. Los antecedentes son los siguientes: Cuando el héroe Jasón, al frente de los argonautas, llegó a Colquidae en busca del vellocino de oro, Medea se enamora desesperadamente de él. Traiciona a su propio pueblo y huye con el conquistador. Pero su historia de amor no duró más que dos años, después de los cuales Jasón la abandona y ella lleva a cabo una cruel venganza. De estos antecedentes parte Purgatorio, que pondrá de nuevo frente a frente a Jasón y Medea para plantear la posibilidad, pero también la necesidad, del perdón entre ellos.

No es la primera vez que Ariel Dorfman plantea el tema del perdón  y los límites humanos que pueden existir en torno al perdón cuando se ven envueltos los actos más terribles. Lo hizo ya en La doncella y la muerte, que Roman Polansky llevó al cine, en la que una víctima de torturas y su verdugo durante la dictadura chilena se encuentran tiempo después.

Purgatorio bebe del mito de Jasón y Medea, ellos son los personajes de esta historia. Pero lo que le interesaba a Dorfman era qué pasa con esa historia de amor, pasión y crueldad más allá de la muerte y en ese lugar en que tendrán que enfrentarse y abrirse la puerta de la libertad el uno al otro a través del perdón.

Sobre un escenario cuadrado, una luz cenital ilumina toda la escena como si de una sala de un psiquiátrico se tratara. El público se sitúa en la sala del Matadero frente a tres de los lados del escenario, lo que da muchas posibilidades al movimiento de ambos actores. Como atrezo, una mesa, una silla y una cama, además de una pared que recrea  la puerta de la habitación o celda.

Comienzo de la obra: él lleva bata blanca, el pelo bien peinado y un maletín con papeles, entre los cuales parece haber un historial médico, que repasa. Ella en la cama, viste de gris. La habitación es fría, las paredes parecen de piedra, como una cárcel o una habitación de un psiquiátrico. Desde el principio se intuye que ésa no es una situación nueva para ambos personajes, ya han vivido esta sesión otras veces. Ella está atormentada, por momentos violenta, otros derrotada,  el motivo parece encontrarse en algo que sucedió y sobre lo que él intenta hacerla reflexionar. Su misión, la del hombre, es elaborar un informe para unos superiores, que les observan. Ella no se lo pone fácil, esquiva sus preguntas, le miente, le ataca. Él ya está cansado de no conseguir avanzar en el “tratamiento”. Sabemos que algún hecho muy grave, un crimen, ha sido cometido por la paciente. La acción avanza y encontramos que, tras una breve pausa, los papeles han cambiado. Ahora ella es ella la que viste bata blanca y él el “recluso”. En este círculo de cambio de papeles se interna Purgatorio para abrir el debate sobre la redención y el perdón.

Viggo Mortensen pasa con nota la expectativa de verle sobre las tablas de un escenario, después de verle en superproducciones de cine. Su acento porteño ayudaba a olvidar cualquier resquicio “montaraz” que pudiera venir a la mente. Su compañera Carme Elías, mucho más experimentada,  recita un texto que por momentos suenan terriblemente sincero y desgarrador, como en el relato del crimen cometido por ella. La buena interacción entre los actores hace que esta historia sin ubicación espacio temporal conocida llegue a conmover y mover los estómagos, toda una suerte para el espectador asistir a semejante pulso interpretativo. La obra nos deja a la postre, entre tanta tragedia, un mensaje romántico sobre la trascendencia del amor a la muerte y lo que pueda venir después.

 

FICHA TÉCNICA

Dirección: Josep María Mestres
Autor: Ariel Dorfman
Actores: Viggo Mortensenen y Carme Elias
Iluminación: Ignasi Camprodon (aai)
Vestuario: Rosa García Andújar
Escenografía: Clara Notari

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *