La Semperoper presenta die Zauberflöte en una producción centrada en
la lectura más mágica de la ópera, una propuesta escénica de cuento de
hadas con tintes de manga: una estética arriesgada para una casa de
ópera de tinte muy tradicional.
Cruzar el umbral de la Semperoper es un viaje al siglo diecinueve: escaleras majestuosas decoradas hasta la saciedad, salones con espejos donde se reflejan los smokings de los asistentes y grandes ventanales donde relucen los vestidos de noche de sus acompañantes. El espíritu de Richard Wagner, que estrenó en persona óperas dentro de estas paredes, aún recorre la casa entre copas de Riesling, peinados de hojaldre imposibles y pajaritas en cuellos almidonados. La sala de herradura cerrada por el escenario es presidida por el palco real, palco que el gobierno comunista de la DDR se encargó, si no de democratizarlo, como mínimo de republicanizarlo. Al apagarse la gran araña de cristal desaprecen en la oscuridad las paredes decoradas y los espectadores ansiosos por dejarse hechizar por las notas de Mozart.
El director berlinés Achim Freyer puede presumir de tener tres producciones de "Die Zauberflöte" en su carrera. Una de ellas lleva más de 25 años en el repertorio de la ópera de Wien, siempre con el Ausverkauft (sin localidades) colgado. Quizá por eso, la última producción de La Flauta Mágica de Freyer, la de la Semperoper de Dresden, se centra en la lectura más mágica y prosaica de la ópera de Mozart: el cuento de hadas y la doble historia de amor que entraña la magnífica obra del compositor de Salzburg, convirtiéndose en un canto a la fantasía.
La tesis de Achim Freyer se transmite al espectador antes de empezar la famosa abertura: unos niños juegan alegramente a escribir inciales y corazones en la pared, vestidos con la estética manga que reinará en el espectáculo. Una buena idea para introducir al espectador en la tesis escogida, puesto que los tres muchachos son también los guías en el viaje de Tamino. El decorado donde se sustenta toda la función son las tres puertas (naturaleza, sabiduría y razón), pero éstas son utilizadas hábilmente con juegos de luces o portechuelas que se abren para poder crear los diferentes espacios escénicos. Hay que destacar la habilidad con la que Freyer crea tantos espacios escénicos con tan pocos elementos de atrezzo y con un decorado tan minimalista. Para ello se sustena en los vestuarios que mayoritariamente tienen luz utilizada dramáticamente en la producción pero también en el multiuso de los elementos de atrezzo. Freyer además es un buen director de actores, todos los acentos dramáticos que quiere destacar aparecen en su justa medida, así la historia de amor entre Tamino y Pamena es un reflejo del amor más reflexivo, platónico y cebreral contrapuesto con la relación visceral, emocional y animal de Papageno y Papagena. Uno de los pocos problemas de la producción es la poca coordinación entre algunas ideas dramáticas y los elementos de atrezzo, rompiendo en parte la magia que inunda el escenario. Así por ejemplo, en la sala de las pruebas, Tamino y Papageno están encima de una mesa que debería desequilibrarse con sus movimientos, pero no siempre funciona como un reloj. Estamos frente a una buena producción con una estética que en cualquier caso no dejará a nadie indiferente (guste o no) y un gran canto a la libertad de la fantasía. Una flauta mágica, mágica de verdad.
Más información:
http://www.semperoper.de/en/oper/repertoire/spielzeit-201314/detailansicht/details/53024/besetzung/20712.html
Qué | La flauta mágica |
Dónde | Semperoper (Dresden) |
Cuándo | En 7 ocasiones más: 4, 5. 10, 11, 12, 19 y 21 de Abril |
Cuánto | 20,00 – 99,00 € |