Crónica: Die Zauberflöte – Mágica de verdad

Los Papagenos hacen tralarín tralarán © Matthias Creutziger
La Semperoper presenta die Zauberflöte en una producción centrada en
la lectura más mágica de la ópera, una propuesta escénica de cuento de
hadas con tintes de manga: una estética arriesgada para una casa de
ópera de tinte muy tradicional.
Cruzar el umbral de la Semperoper es un viaje al siglo diecinueve:
escaleras majestuosas decoradas hasta la saciedad, salones con espejos
donde se reflejan los smokings de los asistentes y grandes ventanales
donde relucen los vestidos de noche de sus acompañantes. El espíritu
de Richard Wagner, que estrenó en persona óperas dentro de estas
paredes, aún recorre la casa entre copas de Riesling, peinados de hojaldre
imposibles y pajaritas en cuellos almidonados. La sala de herradura
cerrada por el escenario es presidida por el palco real, palco que el
gobierno comunista de la DDR se encargó, si no de democratizarlo, como
mínimo de republicanizarlo. Al apagarse la gran araña de cristal
desaprecen en la oscuridad las paredes decoradas y los espectadores
ansiosos por dejarse hechizar por las notas de Mozart.
El director berlinés Achim Freyer puede presumir de tener tres
producciones de "Die Zauberflöte" en su carrera. Una de ellas lleva
más de 25 años en el repertorio de la ópera de Wien, siempre con el
Ausverkauft (sin localidades) colgado. Quizá por eso, la última
producción de La Flauta Mágica de Freyer, la de la Semperoper de
Dresden, se centra en la lectura más mágica y prosaica de la ópera de
Mozart: el cuento de hadas y la doble historia de amor que entraña
la magnífica obra del compositor de Salzburg, convirtiéndose en un
canto a la fantasía.
Castigada sin postre © Matthias Creutziger

La tesis de Achim Freyer se transmite al espectador antes de empezar
la famosa abertura: unos niños juegan alegramente a escribir inciales
y corazones en la pared, vestidos con la estética manga que reinará en
el espectáculo. Una buena idea para introducir al espectador en la
tesis escogida, puesto que los tres muchachos son también los guías en
el viaje de Tamino. El decorado donde se sustenta toda la función son
las tres puertas (naturaleza, sabiduría y razón), pero éstas son
utilizadas hábilmente con juegos de luces o portechuelas que se abren
para poder crear los diferentes espacios escénicos.

Hay que destacar la habilidad con la que Freyer crea tantos espacios
escénicos con tan pocos elementos de atrezzo y con un decorado tan
minimalista. Para ello se sustena en los vestuarios que
mayoritariamente tienen luz utilizada dramáticamente en la producción
pero también en el multiuso de los elementos de atrezzo.

Freyer además es un buen director de actores, todos los acentos
dramáticos que quiere destacar aparecen en su justa medida, así la
historia de amor entre Tamino y Pamena es un reflejo del amor más
reflexivo, platónico y cebreral contrapuesto con la relación visceral,
emocional y animal de Papageno y Papagena.

Uno de los pocos problemas de la producción es la poca coordinación
entre algunas ideas dramáticas y los elementos de atrezzo, rompiendo
en parte la magia que inunda el escenario. Así por ejemplo, en la sala
de las pruebas, Tamino y Papageno están encima de una mesa que debería
desequilibrarse con sus movimientos, pero no siempre funciona como un reloj.

Estamos frente a una buena producción con una estética que en
cualquier caso no dejará a nadie indiferente (guste o no) y un gran
canto a la libertad de la fantasía. Una flauta mágica, mágica de
verdad.
Más información:
http://www.semperoper.de/en/oper/repertoire/spielzeit-201314/detailansicht/details/53024/besetzung/20712.html
Qué La flauta mágica
Dónde Semperoper (Dresden)
Cuándo En 7 ocasiones  más: 4, 5. 10, 11, 12, 19 y 21 de Abril
Cuánto 20,00 – 99,00 €

			

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