Basada en la novela homónima de Franz Kafka, esta versión protagonizada por Carlos Hipólito cuenta con dramaturgia y dirección de Ernesto Caballero. Coproducida por el #Dramático y Lantia Escénica, podrá verse en las tablas del Teatro María Guerrero entre el 17 de febrero y el 2 de abril
¿Y si una mañana fueras detenido sin haber hecho nada malo? Así comienza la pesadilla de Josef K., protagonista de El proceso, la novela inacabada de Franz Kafka que el viernes 17 de febrero llega a la Sala Grande del Teatro María Guerrero con dramaturgia y dirección de Ernesto Caballero.
Esta coproducción del Centro Dramático Nacional y Lantia Escénica despliega en escena “una tragicomedia del hombre contemporáneo”, en palabras de Caballero, quien, para construir esta versión, se inspira en el relato que el personaje del capellán de la cárcel le refiere a K. en el penúltimo capítulo de la novela: la historia del reo que permaneció toda su vida a las Puertas de la Justicia tratando infructuosamente de franquearlas hasta perecer en el intento.
El espectador se asoma a los laberintos de un absurdo e interminable entramado burocrático-administrativo, cuya única lógica y razón de ser radica en su propia subsistencia. El sinsentido y la frustración van en aumento a medida que el infortunado protagonista, encarnado por Carlos Hipólito, se enfrenta a un proceso que incluye en sí la propia condena del acusado.
Abogados, funcionarios, inspectores, ujieres, e incluso un retratista de jueces, se van cruzando en su camino; todo bajo el ojo implacable del tribunal de la ciudadanía, el público de nuestro tiempo, que observa en la distancia los desmanes de este aparato judicial arbitrario, inaccesible al común de los mortales.
¿Culpable o inocente?
Inaccesible como lo es Dios, quien, en esta obra “profundamente religiosa” —según el director—, dará la espalda a un frágil gerente bancario, revestido contra su voluntad de un “hálito heroico, digno, a pesar de su derrota final” y que manifiesta una extraña culpabilidad antes de expirar. “Josef K., sin culpa, no habría incoado su propio proceso”, subraya Caballero.
La concepción escenográfica de Monica Boromello contribuye a recrear esta sátira grotesca, remitiéndonos a una oscura sacralidad y situándonos ante un estrado donde actúa un coro como un personaje proteico y multiforme. Todo ello al compás de la música original de José María Sánchez-Verdú, pieza clave en el devenir de este personaje que, en medio de la más absoluta impotencia, esperará hasta el último momento una intervención salvadora que nunca ha de llegar.
Además de Hipólito, en el reparto figuran Felipe Ansola, Olivia Baglivi, Jorge Basanta, Alberto Jiménez, Paco Ochoa, Ainhoa Santamaría y Juan Carlos Talavera.