Ernesto Sevilla (Albacete, 16 de mayo de 1978) presenta su nuevo espectáculo de monólogos “Despedida Coconut”. Esto nos ha valido como excusa para quedar con él a charlar sobre este monólogo y alguna cosilla más.
Ernesto Sevilla llega puntual a la cita en el local donde hemos quedado, un bar situado en la céntrica plaza de Tirso de Molina. El que aquí firma recordaba este establecimiento un poco más rancio y ahora parece renovado de una manera un tanto artificial, Ernesto Sevilla apunta “parece un local tipo franquicia”, y está en lo cierto. Pide una cerveza sin alcohol y el camarero le trae unos típicos torreznos fritos marca del la casa que él no llega a probar en la media hora que nos quedaba por delante. Lo que sorprende de conocer a Ernesto Sevilla es ver que estamos ante una persona un poco tímida, él mismo lo afirmará más adelante en la entrevista, pero no pierde nunca el buen humor y se muestra muy dispuesto y cercano en los minutos que pudimos hablar con él.
Antes de lanzarnos con las preguntas, comenzamos hablando con el sobre el tema promocional, afirma que lleva unas cuantas entrevistas para la presentación de “Despedida Coconut”, pero que lo lleva bien. De entre todas las preguntas recibidas no sabría destacar la mejor pero sí alguna de las peores que le han hecho “no suelo recordar las buenas, solo me acuerdo de las malas. El otro día me preguntaron cuanto cobraba en una entrevista, no respondí, me pareció alucinante que me lo preguntaran.”
Presentas ahora en Madrid tu nuevo espectáculo, así que la primera pregunta que nos gustaría hacerte es ¿era necesario?
(Risas )Yo creo que igual de necesario que otros espectáculos, creo que es exactamente igual de necesario que el musical de Sonrisas y Lágrimas.
Ahora un poco más en serio, viendo el título “Despedida Coconut” nos surge la pregunta ¿a dónde te vas?
No me voy a ninguna parte y por cierto, no tengo SIDA ni nada por el estilo. Lo único es que me despido de mi viejo material. Estoy escribiendo un nuevo espectáculo y lo que hago es hacer estas últimas cuatro funciones con mis chistes antiguos, que son chistes que están muy probados. Esto no quiere decir que no haya cosas nuevas, esto lo digo para la gente que esté harta de verme.
Acumulas gran experiencia en diferentes roles: guionista, actor, director… ¿Ha cambiado toda la experiencia acumulada el cómo enfocas un monólogo?
Bueno, trabajar en esto del espectáculo en diferentes sitios hace que aprendas mucho, pero lo que más me ha ayudado de verdad a enfrentarme al público es concretamente eso, subirme muchas veces encima de un escenario.
Si, todavía, no tanto como antes, antes era horrible porque yo soy muy tímido, siempre lo he sido, y me costaba mucho más. Ahora me pongo nervioso también pero menos y creo que son nervios buenos, estos nervios que te mantienen un poco alerta.
Y ¿tienes algún ritual o manía antes de salir a escena?
Beber muchas cervezas, supongo que para paliar los nervios.
¿Cómo te sientes más cómodo, en los monólogos tú solo delante del público o en formatos colaborando con más personas?
Donde me siento más cómodo es dirigiendo las cosas que hago, en el resto de cosas no puedo evitar sentirme un intruso. Cuando hago un monólogo y estoy arriba actuando estoy a gusto, pero siempre momentos antes me hago la misma pregunta “quien coño me ha mandado meterme en esto”. Pero una vez que estoy arriba eso se olvida.
Entiendo que cuando haces un monólogo tú sabes (o intuyes) cuando vienen las risas. Pero ¿qué pasa si el público no se ríe?
El truco es ir inmediatamente al siguiente chiste, sin desfallecer. Y si no se ríen en el segundo pues pasar al tercero, y si no se ríen en el tercero ya se puede decir que estás muerto. Hagas lo que hagas, esa actuación no tiene remedio. Es entonces cuando empiezan de verdad los nervios, la boca seca, los sudores fríos.
¿Te ha pasado alguna vez?
(Risas) Me ha pasado muchas veces, sobre todo cuando empezaba, porque mi estilo es salir muy serio. No es un estilo que yo haya buscado, es una cosa que me salia de manera instintiva porque yo subía al escenario tan cagado que lo único que me salía era quedarme muy serio, con cara de palo y contar mis chistes con una inexpresividad absoluta. A principio este estilo habia gente que no lo entendia, ahora lo estoy suavizando un poquito, pero al principio salia todavía más serio y era inexpresivo totalmente, lo que me llevó a comer muchas mierdas.
Este espectáculo ronda la hora y media de duración, ¿cómo mantienes el nivel de risas?
Pues sí, es una hora y media, puede que dos, del tirón, sin descanso. He conseguido que se mantenga el nivel en toda la actuación porque es una selección de mis mejores textos. Es lo mejor de lo mejor que llevo haciendo durante diez años probando por salas y el nivel de risas se mantiene.
¿Vas a interpretar a algún personaje?
Hago alguna cosa, algún homenaje… Hago al paleto, al gañan, a veces también meto a Bocaseca Man. Pero esto es un regalo así para los fans, los muy fans, porque la mayoría de la gente pensará “qué hace este tio, que dice que no quiere beber agua”, no lo entienden.
¿Los textos son íntegramente tuyos?
Si, totalmente, son míos. Aunque todos copiamos de los bares, eso es una cosa que hacemos todos los cómicos aunque algunos no lo reconozcan
¿Nos podrías comentar como has hecho para seleccionar los monólogos?
Mediante prueba y error. Tú has soltado tu material por diferentes sitios y sabes lo que te funciona mejor, donde la gente más se ríe. Por otro lado, hay partes que también tu más disfrutas haciendo y eso el público lo nota, lo percibe y se divierte más. Hay cosas que ya no meto porque se han quedado antiguas, sobre todo cosas referentes a mi infancia o cosas que se quedan muy atrás.
¿Qué le hace reír a Ernesto Sevilla?
Yo me rio con muchas cosas, no soy ningún elitista del humor, a mí lo mismo me hace gracia un chiste más fino que un pedo bien tirado. Intento no perder nunca el humor, creo que es una herramienta maravillosa para vivir, además de que es mi profesión.
No me gusta verme ni me aguanto. No soy de esos cómicos que se crecen viéndose. Tengo algúunos compañeros, que además son muy buenos cómicos, que se ven y para ellos es incluso un ejercicio para mejorar. A mí no me gusta verme, intento no hacerlo. Si lo puedo evitarlo, lo hago.
¿Cuál es la mayor payasada que has hecho como humorista? Esa en la que dijiste “ahora sí que me he pasado”
Todavía no ha llegado la gran payasada, pero he hecho mucho el gilipollas, he estado cerca de esa gran payasada. Ya son 12 años haciendo el idiota.
12 años ya, ¿Te lo imaginabas alguna vez?
Mi profesión es completamente vocacional y me gusta. Desde niño he querido hacer esto, era una cosa que yo quería hacer y lo tenía muy muy claro. Pero después de 12 años, la verdad es que ya me creo completamente que esta es mi profesión.
¿Nos podrías decir cuáles son tus referentes en comedia?
Yo tengo muchas influencias y veo toda la comedia que puedo. A mi de siempre me han gustado los Monty Python y la comedia inglesa en general, actuales me gustan mucho Ricky Gervais o Little Britain. En España, Gila, por supuesto o la película “Amanece que no es poco” es una referencia clara nuestra también. Personalmente siempre me ha gustado y he admirado profundamente al Gran Wyoming. Me interesa también mucho la nueva comedia americana: Will Ferrel, Jack Black…
Un sitio en Madrid para …
… Aburrirte.
La plaza de toros.
… Comer pagando tú.
La verdad es que a mi me gusta mucho comer bien así que puedo decir Asador Donostiarra.
… Comer si te invitan.
Igual, soy muy desprendido.
… Olvidarse de que estás en una gran ciudad.
Cuando estoy en Malasaña a veces me parece estar en un pueblecito. Malasaña es buen sitio para olvidarte casi de cualquier cosa.
… Tomar una copa.
Malasaña sin duda.
… Tomar la siguiente.
Malasaña también.
… Culturizarte (o fingir que te culturizas).
La FNAC.
… Ver un concierto.
Sala Sol. Allí he visto conciertos muy chulos.
… Ver un monólogo.
Sala Galileo.
… Ir de tapas.
La Taberna El Riki. Ponen unas tapas increibles.
… Encontrarse contigo (esta última es para fans).
En los bares en general, más probable incluso que en la FNAC.