Esta semana comparto la entrevista que me concedió Ignacio Cabria, autor del libro Así creamos monstruos (Luciérnaga). Un fantástico volumen en el que se repasa, como bien dice el título, el origen de muchos monstruos sobre todo desde su perspectiva sociológica.
P.: Leemos en la Introducción de su libro que los monstruos, su presencia, ha sido una constante universal; que monstruos hay muchos y con múltiples significados. Háblenos de ello desde el enfoque multidisciplinar de este libro, aunque eminentemente antropológico.
R.: Monstruos hay muchos y por eso era necesario delimitar el alcance de mi estudio. En ciencias sociales se ha escrito mucho de los monstruos de las mitologías y de la fantasía, pero, quizá por un prejuicio, se han desatendido los monstruos que en teoría serían reales, los que la gente dice haber visto, como el monstruo del lago Ness o el yeti, es decir, los monstruos de lo que se ha llamado criptozoología. Más allá de analizar las pruebas a favor o en contra de su existencia, faltaba contemplar su historia y la cultura en la que nacieron. De eso trata mi libro, de analizar la construcción de las leyendas de esos monstruos.
P.: En Así creamos monstruos hallamos desde criaturas más o menos renombradas a otras menos chic. Una de las características que detecto es el de que posean nombre. Y, otra, su aspecto; sobre todo que sean grandes. Recuerdo de pequeño que me “asustaban” con aquello de “Que viene el coco”, pero, claro, no estaría en la categoría de monstruos propiamente dicha. Quizá si no hubiéramos visto documentales sobre los ornitorrincos o los dragones de Komodo nos parecerían pura invención. ¿Qué opina?
R.: Claro, cuando un monstruo ha sido identificado ha dejado de ser monstruo para convertirse en una especie zoológica, como pasó con el gorila. Pero las raíces de los monstruos actuales como el yeti y el bigfoot se encuentran en los mitos de los pueblos de Asia y de América sobre hombres salvajes o gigantes, que secuestraban personas o cuya visión podía producir la muerte. Recuerdan al coco. En el cruce entre esos pueblos y los colonizadores occidentales surgieron, gracias a la prensa, leyendas sobre criaturas como el sasquatch (luego bigfoot) y el yeti, bestias muy llamativas por su tamaño. Su atractivo tiene que ver con nuestra fascinación histórica por los gigantes. Y tú lo has dicho, parte de su éxito ha radicado en un nombre afortunado, como “abominable hombre de las nieves”, por ejemplo, que los ha lanzado al mundo con la globalización de la prensa occidental.
P.: La literatura creo que ha cebado a algunos monstruos. No solo por las 20.000 leguas de viaje submarino. También por Bram Stocker con el fenómeno vampírico (curiosamente el mamífero solo vive en el Nuevo Mundo). El inconsciente colectivo es susceptible; si no que se lo digan a quienes temen a los payasos sobre todo desde que S. King nos los “pervirtiera” con su novela It, y luego al llevarse al cine. ¿No es así?
R.: Los literatos, y no digamos ya la cultura popular, han contribuido a agrandar las leyendas de los monstruos, pero convirtiéndolos al mismo tiempo en monstruos de la fantasía. Sí, porque por la época en que Victor Hugo y Jules Verne escribían sus novelas sobre el pulpo gigante había sido ya identificado el calamar gigante como una nueva especie zoológica con el nombre científico de Architeuthis, y no tenía nada que ver con aquel kraken gigantesco como una isla, según la leyenda.
Cuando las pruebas científicas sobre criaturas como la gran serpiente marina se derrumbaron, perdieron su misterio. Si miramos a los monstruos lacustres, a falta de pruebas de su existencia se les ha dado popularmente nombres como Nessie, Ogopogo o Champy que parecen de personajes de dibujos animados más que de animales. El escepticismo ha llevado a la trivialización del monstruo. En vez de meter miedo, se están convirtiendo en mascotas representativas de algunos lagos, en su imagen de marca turística. Y con su atractivo turístico, ahora en todos los lagos quieren tener un monstruo residente que les aporte una seña de identidad.
P.: Otro monstruo que se asoma a su libro es el kraken. Al parecer, si topamos con uno, es mejor rezarle a santo Tomás que a san Antón. Coméntenos ello y esa pintoresca relación entre este monstruo marino con Victor Hugo y la premiada película de W. Disney de 1954.
R.: El kraken ha sido considerado el más gigantesco de los monstruos marinos, podía medir una milla y media de diámetro, según el obispo noruego Pontoppidan, que fue su “inventor”, diríamos. En 1755, Pontoppidan se basó en las leyendas nórdicas y en testimonios de marinos para dar forma al kraken, al que describió con unos “cuernos” tan altos como los mástiles de los barcos. Pero fue Victor Hugo el que lo convirtió, ya con la forma de un pulpo gigante, en una bestia dotada de una voluntad maligna, un monstruo moral, vamos. La película de Disney que mencionas fue la adaptación al cine de la novela de Jules Verne 20.000 leguas de viaje submarino, con Kirk Douglas de protagonista, y en la que el pulpo gigante es igualmente una representación del mal. Pobre pulpo, qué incomprendido ha sido.
P.: Si pudiéramos resumir en pocas palabras el enfoque del libro no sé si podríamos decir que es el del monstruo como mito. Que los mitos, a su vez, son expresiones simbólicas del sentir de un pueblo o sociedad y, por tanto, que los monstruos -su estudio- nos dicen mucho sobre la cultura de estas creencias.
R.: Exactamente, eso es lo que quiero expresar en Así creamos monstruos, que no tratamos con especímenes desconocidos de la zoología, sino con construcciones culturales que expresan nuestros temores hacia lo desconocido, ya sea en las profundidades de los mares o estigmatizando al otro como salvaje. Pero en los últimos tiempos, en vez de temer al monstruo, tememos por su supervivencia, porque es una llamada a una nueva sensibilidad con respecto a la naturaleza, como si el monstruo que se desvanece simbolizara un mundo primigenio en riesgo de extinción. Es decir, que para encontrar al monstruo no son necesarias expediciones al Himalaya, sino mirar dentro de nosotros mismos.
Así creamos monstruos. Ignacio Cabria. Luciérnaga.
Ignacio Cabria García. (Santander, 1955), licenciado en antropología cultural por la Universidad de Barcelona, Máster en Cooperación Internacional y Diploma de Estudios Avanzados (DEA) en Antropología Social, ambos por la Universidad Complutense. Ha trabajado como canciller en embajadas y consulados de España en Mozambique, Argentina y Filipinas, y ha sido coordinador general adjunto de la Cooperación Española en República Dominicana, Mozambique y Filipinas. Se ha especializado en el estudio, desde el punto de vista de las ciencias sociales, de las creencias y mitos contemporáneos. Ha publicado los libros Entre ufólogos, creyentes y contactados: una historia social de los ovnis en España (1993) y Ovnis y ciencias humanas (2002). Como antropólogo, realizó en 2003 el primer trabajo universitario de investigación en España sobre los grupos de contactados con extraterrestres.
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