Futbol y literatura se dan la mano en esta simpática entrevista que me concedió el periodista Jordi Agut (Valls de Torroella, 1975). Con la publicación este año de La hija del viento (Milenio) da el pitido final, o no, a su trilogía iniciada en 2018. Y como en todo buen encuentro si queréis podéis leer la “segunda parte” en un link en la línea de campo final.
P.: Hay dos protagonistas indiscutibles en estas tres novelas, una pareja de centrales a lo Bonucci y Chiellini en La Vecchia Signora. Uno es el deporte, el deporte rey. El otro, sin duda, es el agente británico del MI6 George Mitchell, sin hacer de menos a Josua. Para quienes lleguen a la trilogía con La hija del viento coméntenos algunos rasgos distintivos y cómo ha ido evolucionando este personaje desde abril de 2016 a los hechos que se narran en esta tercera entrega.
R.: George Mitchell es el personaje principal, pero he intentado que fuera un libro bastante coral. Él está en el centro, pero tan importante como lo que le pasa a él es lo que les pasa a los otros. Así fue el nacimiento de Joshua, un contrapunto, un elemento que le quitara seriedad al libro. Me gusta introducir humor para desengrasar y con Joshua y otros personajes creo que se consigue. Sobre George, al final no evoluciona tanto. Los mismos problemas personales, de dudas y de saber qué quiere de la vida que demuestra en el primer libro los demuestra en el último. Es a quien van a parar todos los golpes y él los encaja con un punto de estoicismo. A mí, en ciertos momentos, me ha llegado a caer mal y todo por ser demasiado pusilánime. Pero quería un personaje así, que mostrara sus debilidades sin ser el típico policía de novela negra, divorciado, que se emborracha, etcétera. De todos modos, también tiene virtudes, como la de aglutinar a un equipo a su lado y que las personas que lo forman lo den todo por él. Tiene empatía y carisma, en este sentido.
P.: El tema del fútbol vertebra El último defensa, Línea de cuatro y La hija del viento, aunque como buena novela negra, bajo el césped metafórico hay mucho más. Háblenos de los verdaderos temas profundos de su obra narrativa. De la corrupción en las altas esferas, del dopaje y la parte menos vistosa de un deporte que mueve miles de millones de euros al año.
R.: Los tres libros hablan de todo esto que comentas en el deporte, pero también fuera de él. En ciertas partes se habla de temas que no son deportivos, sino incluso de política internacional, de cómo actúan los servicios de seguridad de los países cuando se ven amenazados, de cómo silencian incluso a los que les sobran o cómo crean escenarios que les beneficien. Sobre el fútbol y el deporte, los libros giran sobre tres grandes ejes. Las apuestas en “El último defensa”. Son una lacra y rompen familias, crean ludopatía. No hablo de la quiniela ni de cosas así, sino de las empresas que se lucran de la debilidad de la gente con aplicaciones en móviles, etc. El objetivo del primer libro es demostrar hasta dónde se puede llegar por una apuesta. ¿Se puede apostar que alguien va a morir en directo ante todo el mundo?
»En la segunda está la corrupción en altas esferas futbolísticas, que también afectan a las políticas. Qué hay detrás de los personajes que se presentan a presidir las grandes organizaciones o los equipos, que cada vez más son franquicias, y cómo utilizan este poder en beneficio propio. Y en la tercera está el dopaje, cómo se usa para comprar voluntades de los deportistas y lograr éxitos que beneficien a la popularidad de propio país. El deporte como arma de estado a través de los éxitos deportivos. Pero hay más temas que se podría abordar en el futuro: el tráfico de personas de los países africanos a países europeos para jugar a fútbol, la compra de organizaciones de grandes campeonatos como en Qatar, donde se va a jugar un mundial en condiciones pésimas para el fútbol, en medio de la temporada, y con muchos muertos en la construcción de los estadios, etc.
P.: Deporte y literatura a menudo puede parecer que son antagónicos, como si quien es forofo de fútbol, por ejemplo, no pudiera ser un ávido lector. Rompa una lanza a favor de este clasicazo desde su experiencia. Y desde la de otros escritores, que los hay, que han escrito grandes novelas siendo apasionados del balompié, como el mítico Vásquez Montalbán.
R.: En los cinco o seis años que llevo yendo a festivales de novela negra, y también a través de redes, noto que hay mucho prejuicio sobre el tema. A la que ven que va de fútbol, mucha gente ya se borra pensando que no le va a gustar. Por ello, cuando hay gente a la que no le gusta el deporte que me dice que les ha gustado, incluso pasando de los pasajes un poco más futboleros, me reafirma en mi idea de qué no son libros DE fútbol o DE deporte, sino CON fútbol y CON deporte.
»Trabajo en un periódico y en mi gremio siempre decían que quien no vale, a deportes. Y esto no es así. Saber de deportes no significa no vivir en este mundo, ni darte cuenta de lo que pasa y no tener la capacidad de mezclar distintos ámbitos. Además, existe una gran cantidad de literatura deportiva, no de ficción, sino sobre deporte, de gran calidad y que sorprendería a mucha gente.
P.: Volvamos a lo literario, como en un choque copero, la estrategia suele ser clave para ganar un partido decisivo, sobre todo ante un rival rocoso. Le pregunto aquí por la estrategia narrativa que ha seguido en sus novelas; por esa arquitectura de la novela negra, alineando entre los jugadores a la intriga, el suspense, el ritmo narrativo y, en la delantera, a continuos giros inesperados.
R.: Para mí la estructura era muy importante desde el principio. Quería que quedara todo muy claro porque con la gran cantidad de información que hay podía haber sido un desbarajuste. He investigado diferentes métodos. En el primero, a ritmo de carrusel radiofónico como conectando con diferentes ciudades. En el segundo, con partes del pasado en forma de diario y del presente. En el tercero, con la utilización de los husos horarios y los saltos de continente. Me han ayudado mucho a acotar. Sobre los elementos, no quería un exceso de información seguida, sino que se fuera desgranando durante la acción. Capítulos cortos, mucho ritmo quizás en ciertos momentos televisivo, de cambio de lugar, con acciones simultaneas para no cansar y con picos de intriga en finales de capítulo y de giros insospechados al final, que creo que es lo que buscan muchos lectores de este tipo de novela. Estoy muy contento de como ha salido la mezcla y de la respuesta de mucha gente que me ha destacado que no se les ha hecho larga, a pesar de tener más de 400 páginas, y que no se han perdido en ningún momento.
P.: Antes del pitido final, dos pronósticos si se atreve a tirar estos penaltis. El primero, ¿quién cree que será el Balón de Oro este año? El segundo, ¿a quién cree que dará la Academia Sueca el Nobel de Literatura, quizá a un escritor ucraniano para ‘caldear’ los ánimos de la grada sociopolítica?
R.: El Balón de Oro será merecidamente para Benzema. Aunque yo sea del Barça, es justo reconocer que ha sido el mejor del año con diferencia, el más determinante y, pese a que está en el máximo rival, es un gusto verlo jugar. Y sobre el Nobel, pues hablamos de otro premio político que es como una lotería. No sé si hay muchos escritores ucranianos que puedan llevárselo, pero si van por este lado veo más a un ruso crítico con Putin, algún exiliado o algo así. Todo ello sin tener ni idea del tema, repito.
Jordi Agut Parres (Valls de Torroella, 1975) es originario del pueblo barcelonés donde también lo es el legendario extremo del FC Barcelona Estanislao Basora. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona, desde 1997 Agut trabaja en el diario Regió7 de Manresa. Fue colaborador durante dos años, estuvo dos años más en Información general y dos más en Economía. Desde 2003 forma parte de la sección de Deportes de la publicación, en la que ha escrito algunos artículos sobre eurocopas y mundiales. También ha colaborado de manera esporàdica con otros diarios y revistas.
La hija del viento. Jordi Agut. Milenio editorial.
Foto: Alex GuerreroRegio7(c)
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