Tras la publicación de la novela Aves del paraíso (Nocturna), que reseñamos aquí recientemente, su autora, Luisa Etxenike, me condece esta amable entrevista.
Luisa Etxenike (San Sebastián) es autora de las novelas Absoluta presencia, El detective de sonidos, El ángulo ciego (Premio Euskadi de Literatura), Los peces negros, Vino, El mal más grave, Efectos secundarios y Aves del paraíso ; de las obras teatrales La herencia (Premio Buero Vallejo), Gernika es ahora y La entrevista; del poemario El arte de la pesca, y de varias colecciones de relatos. Además de colaborar habitualmente en diversos medios de prensa escrita y radio, dirige un taller de escritura creativa y es directora tanto del espacio cultural digital Canal Europa como del festival literario Un Mundo de Escritoras. Ha recibido del gobierno francés la distinción de Caballero de la Orden de las Artes y las Letras.
Leyendo ‘Aves del paraíso’ he querido apreciar una historia de descubrimiento en el que elementos como la vergüenza, la humillación, la culpa o la opresión por los convencionalismos sociales están muy presentes. ¿Nos lo comenta?
Desde el comienzo el personaje distingue entre la culpa y la vergüenza. No le sirve la culpa, porque la culpa es una obra colectiva, tiene que ver con los demás, que a veces te exculpan cuando te sientes culpable y viceversa. En la vergüenza, en cambio, él está solo, enfrentado únicamente a sí mismo. La vergüenza es una reacción, una contestación únicamente suya. En una novela que trata de la responsabilidad individual, esa distinción me parecía esencial. La vergüenza es una emoción solitaria y Miguel está solo, acompañado únicamente por una imagen de sí mismo de la que ya no puede apartar la mirada. En lo que se refiere a la segunda parte de su pregunta, la humillación y la opresión, Miguel empieza a pensar en las actitudes que hieren, a medir la violencia que encierran, simplemente porque empieza a pensar en los demás, en los otros: las víctimas, los excluidos…
El libro cuenta con una preciosa portada e ilustraciones interiores de aves a cargo de James Ellsworth. Me gustaría saber cómo fue el proceso de maridaje entre texto e imágenes a la hora de conformar esta obra.
Mientras escribía el libro no pensaba en las ilustraciones porque no pensaba en una edición ilustrada. Pero las aves estaban muy presentes, puesto que forman parte fundamental de la trama y constituyen algunas de las metáforas esenciales de la novela (lo que se aprecia ya desde su propio título). Publicar la novela con las ilustraciones de James Ellsworth fue una idea de mis editores. Una idea brillante, porque las ilustraciones sacan al exterior el sentido profundo de la presencia de las aves en el texto. Las aves, con esa doble visibilidad que les dan los dibujos, refuerzan su condición de detonante de la nueva atención, la nueva conciencia, la nueva energía que el personaje necesita para transformar y enderezar su vida. De esa convivencia texto/ilustración surge también la imagen de otra convivencia esencial. Miguel nunca ha querido acercarse a los “otros”, a lo “otro”; ahora tendrá que hacerlo.
Me ha acompañado durante la lectura de esta obra, casi al modo que lo hacen las ilustraciones de aves, una idea: la de búsqueda identitaria del protagonista; en realidad, esa y una suerte de búsqueda del orden dentro del caos. No sé si quiere hacernos algún guiño al respecto.
En la novela hay dos migraciones. Una que al principio es “inconsciente” para ese personaje que no para de andar. No puede quedarse quieto, tiene que moverse, salir de donde está, recorrer larguísimas distancias. Pero se mueve sin una meta precisa; porque aún no sabe que esta “migrando”, intentando dejar de ser quien era. Poco a poco ese deambular irá tomando un sentido, un rumbo, a partir de la presencia insoportable de una llave que ha encontrado escondida en su casa. Se iniciará entonces una búsqueda consciente, y progresivamente, la hoja de ruta de una verdadera migración, de un viaje hacia otra posibilidad de sí mismo. Por ello, yo no hablaría tanto de caos inicial, sino de derrumbe: derrumbe emocional y moral. Y de la novela como un proceso de reconstrucción, de re-edificación de sí mismo.
Hablaba de las ilustraciones orinitológicas, todo y que también las hay de otra naturaleza, denoto en la historia una profusión de imágenes narradas, de impresiones que saltan del papel a la pupila del lector; también con numerosos elementos metafóricos. Háblenos de ello.
La novela se construye en imágenes, en “visibilidad”. Porque lo que le ha faltado a Miguel en su vida ha sido precisamente atender, mirar…Y ahora lo mira todo, lo observa todo, lo registra todo. Y por ello hay una enorme presencia de lo concreto en la novela; de cosas, de personas, de paisajes que van construyendo también el vocabulario para ese mundo interior que Miguel había mantenido en silencio, privado de lenguaje. “Las ventanas están cerradas como ojos” dice en un momento determinado. Las cosas le hacen comprender su actitud. Las numerosas imágenes y metáforas son esenciales para construir el texto porque lo son para la construcción misma del personaje. Pero naturalmente los pájaros constituyen la metáfora central. Las aves y su observación aportan, por ejemplo, ese eje de la trama y de la vida de Miguel que suponen las nociones de muda y de migración. De esa sabiduría de las aves Miguel extrae la energía necesaria para un “vuelo” de transformación emocional y moral.
Aves del paraíso. Luisa Etxenike. Nocturna ediciones.
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