Me concede una entrevista Kaos, Juan Bermúdez Romero (Granada 1993) tras la reciente publicación de La Cueva (Oberón). Graduado en Bellas Artes por la Universidad de Granada, es ilustrador, novelista y youtuber, En 2018 publicó su primer libro ilustrado, La Torre. También ilustró el cómic Adelita Power, de Abigaíl Frías, en 2016 y en 2018 el poemario Lejos, de Ana Cerezuela. El 2019 ilustró el cómic Los Familukis (Oberón).
P.: Publicas este año La Cueva (Oberón) a la que subtitulas Explorando la torre. Quería preguntarte por la relación entre esta obra y una anterior, publicada en 2018, titulada La Torre.
R.: La Torre fue mi Trabajo de Fin de Grado. En mis últimos años universitarios comencé a trabajar con el concepto de la verticalidad y a desarrollar un supuesto universo vertical: una suerte de Torre Infinita que terminó convirtiéndose en una novela corta. Después de publicar el libro, comencé una serie en Youtube llamada Explorando la Torre. Como el propio nombre indica, la intención de esta serie no era otra que seguir explorando aún más este universo vertical. Estos vídeos seguían el formato “Elige tu Aventura”, de forma que la audiencia decidía el rumbo del siguiente vídeo y yo improvisaba un poco sobre la marcha. Conforme la serie avanzaba, empezaron a aparecer personajes y tramas que me resultaban muy interesantes pero que no podía explotar a fondo en vídeos cortos porque me pedían un desarrollo mucho más contundente, así que decidí volver al formato de novela ilustrada para contar esta historia. Así nació La Cueva, la primera de una serie de seis novelas que tendrán el subtítulo Explorando la Torre.
P.: Una frase que encontramos en tu novela y también como parte de la sinopsis es: “las noticias tienen vidas largas en un lugar en que nunca pasa nada, porque no surgen otras historias que desplacen a las anteriores.” Me gustaría que nos la comentases en el contexto de tu novela y también como metáfora actual en nuestra sociedad.
R.: En realidad esa frase es lo opuesto a lo que ocurre en nuestra sociedad. Tenemos tantas noticias a un clic de distancia, que siento que todas ellas tienen vidas demasiado cortas porque enseguida descubrimos otra noticia que sustituyen a la anterior. Por hacer autocrítica, a veces ocurre algo que me indigna sobremanera y es increíble lo rápido que olvido eso que era tan importante. Lo digo en primera persona por hacerlo más autocrítica personal que social. Pero cada uno que lo interprete como quiera.
En Cova ocurre lo contrario. Como bien dice el refrán «pueblo chico, infierno grande», los sitios pequeños tienen unas dinámicas muy particulares y suele ocurrir que cosas banales se magnifican porque el chismorreo y el malmeter son una parte fundamental de algunos lugares. Los habitantes de la Cueva no son malas personas, pero cuando ocurre algo que les saca de su normalidad, es inevitable que este acontecimiento (en el caso de la novela, un asesinato) se mantenga en boca de todo el mundo durante mucho tiempo. Al fin y al cabo, un cotilleo no es más que una historia con la dosis de morbo que otorga la realidad, y nos encantan las historias así.
P.: Me ha parecido curioso el tono del narrador que nos cuenta en La Cueva la aparición de los distintos personajes y sus conflictos, ¿cómo te planteaste esta voz narrativa y por qué?
R.: El tono del narrador fue una movida. Al principio quería que fuese casi como otro personaje más que diera opiniones subjetivas sobre los acontecimientos, pero a mis lectores beta no terminaba de convencerles este tono, así que lo rebajé a un narrador más tradicional y omnisciente, aunque en algunas partes sí que me permití dejarle ese tono más íntimo. Al fin y al cabo, soy yo quien está contando la historia, y cuando locuto algún relato para Youtube me gusta meter parte de mí en la voz, así que he proyectado eso en el texto.
P.: Otra de las frases que destaco de La Cueva, del narrador, es una en la que habla de los adultos. “Y ahí estaba otra de las promesas que los adultos hacían con tanta facilidad aunque sabían que no podían cumplir.” No sé si has buscado un gesto cómplice con el público juvenil que te sigue en las redes sociales. ¿A quién va dirigida tu novela?
R.: Aunque la novela va dirigida a público joven o adolescente, casi nada de lo que escribo lo hago con intención directa a la audiencia (al menos, no de forma intencionada), aunque sí para mí mismo. En este caso, el personaje de Leo habla mucho a mi yo adolescente que se sentía un poco atrapado en un pueblo donde no se sentía cómodo y que buscaba un espacio propio con un tono algo ermitaño. Por supuesto, a día de hoy ese perfil no me representa, pero sí que empatizo. Así que diría que más bien esa frase refleja una sensación que yo viví en mi adolescencia.
P.: He querido ver en La Cueva varios guiños o al menos evocaciones a otras obras literarias. Desde la sociedad recién formada en la isla de El señor de las moscas a esa diferencia de clases vislumbrada en Un mundo feliz. También creo que hay algo del nihilismo de las novelas de Sartre. Háblanos de tus lecturas a la hora de encarar la gestación de esta historia, de la de la Torre.
R.: Me hace ilusión leer esto porque tanto El señor de las moscas como Un mundo feliz fueron novelas que me impactaron y acompañaron durante mi juventud y aún hoy siguen teniendo un hueco en mi estantería (después de tantas mudanzas y limpieza de libros, han superado todas las cribas jaja). Sin embargo, no he hecho ningún guiño ni evocación a propósito, aunque entiendo que estas cosas ocurran de forma inconsciente. Sí que hay alguna referencia a las novelas de Mundodisco de Terry Pratchett, que han sido una fuente de inspiración constante junto a Los viajes de Gulliver de Jonathan Swift, que lo leí más recientemente y quizá por eso los tenía más frescos cuando escribí La Cueva, especialmente en el tono crítico pero sarcástico dentro de un mundo fantástico.
P.: Uno de los elementos vertebrales de La Cueva creo que es la tolerancia, la aceptación de lo diverso y la lucha por la libertad, por ser tal cual se es sin plegarse a los convencionalismos sociales. ¿Es así?
R.: Creo que tanto en este libro como en el resto de mis historias la tolerancia es siempre un elemento principal, supongo que porque es algo que me toca más en lo personal. Al final, casi todos los conflictos que vivo en mi día a día (y que por lo tanto son los que tiendo a plasmar) tienen que ver con este tema. Aunque yo diría que el elemento principal es sobre todo la curiosidad por el mundo exterior y el interior, que al final creo que son dos exploraciones que van muy de la mano y que difícilmente podemos hacer por separado. Al protagonista de La Cueva le queda mucho recorrido en este sentido.
P.: Coméntanos brevemente el papel de los personajes femeninos, por ejemplo, el de Inés y el de Kuyen, más allá de que Leo sea el protagonista y Richard un personaje clave para la trama de la historia.
R.: Para mí, Inés y Kuyen han sido lo más opuesto, en todos los sentidos. Por un lado, Inés ha sido mi personaje “confort”. No está inspirada en nadie en particular, pero sí en varias de mis amigas y en la sensación que tengo cuando estoy con ellas. Inés es majísima y se preocupa por todo el mundo, pero al mismo tiempo le da rabia que sus hermanas más pequeñas le copien en algunas cosas. Todos hemos tenido estas actitudes inmaduras, porque se viven como si te quitaran algo que te identifica, por eso creo que Inés resulta tan cercana. Es un torrente de energía positiva pero también es torpe y un poco cabezona. Esto la convierte en un personaje abierto, que muestra sus emociones y no oculta nada. Nos invita a confiar en ella.
Por otro lado, Kuyen es un personaje opaco. No sabemos nada de ella. Ni de dónde viene, ni a dónde va, ni por qué hace lo que hace. No muestra sus emociones, así que desconfiamos de ella en todos los sentidos. Esto para mí, como escritor amateur, era un reto, porque mis personajes hasta ahora suelen tener pocos conflictos. En La Torre, por ejemplo, la trama se centra más en el universo que en los personajes en sí. Esta vez quería establecer personajes más interesantes que crearan conflictos más complejos. Tampoco quiero crear villanos per sé, aunque la torpeza de Kuyen y sus formas la hagan parecer la mala de la historia. Al final, después de tantas dudas, se ha convertido en el personaje favorito de muchos lectores, así que estoy muy contento con ella.
P.: El final de tu novela se me antoja abierto, quizá porque como leemos en cierto pasaje hay historias que deberán ser contadas en otra ocasión. ¿Habrá continuación a la historia de Leo, el mestizo? ¿Quizá de otros personajes de La Cueva?
R.: Cada libro de Explorando la Torre transcurrirá en una planta distinta y tendrá un protagonista distinto, para hacer una historia coral. La Cueva es solo el principio. Ya se ha planteado algún que otro problema con la estructura política y social de La Torre y Kuyen nos ha dejado caer que algo se está cociendo en las otras plantas. Así que en los siguientes libros veremos a Richard y a Leo, que continúan con su exploración, y otros personajes (como Jane y Benjamin) que han aparecido en La Cueva de forma más sutil pero que tendrán un papel fundamental en la trama global.
La Cueva. Kaos, Juan Bermúdez. Oberón libros.
Kaos, lo hiciste muy bien, buen trabajo.
Gracias por tu visita y comentario, Stephanie de La Cueva.