‘Maldita reliquia’, entrevista a David J. Ballester

imagesDavid José Ballester (Valencia, 1972). Por una razón de psicología inversa se diploma en Ciencias Empresariales, se licencia en Ciencias Económicas y cursa, durante tres años, el programa de doctorado de Contabilidad y Finanzas en la Universidad de Valencia. Actividad académica que compatibiliza como cantante de una banda de rock alternativo, actuando en salas de conciertos y grabando diez temas editados en CD. Años después, se licencia en Filosofía y Letras, dedicándose al estudio de la filosofía de la religión y a escribir pequeños ensayos. En la actualidad ejerce como economista asesor fiscal, lee mucha literatura fantástica en el BOE, ya no canta y escribe novelas por apetito creativo y pasión vocacional. Su novela, ‘Tratado de impostores’, fue finalista en el Premio Internacional Novela de Campus de la Universidad de Girona. Le entrevistamos por la publicación de ‘Maldita reliquia’ (Click-Planeta, 2016).

La novela arranca unos días antes del golpe de estado, esto es, en febrero de 1981. La comarca turolense del Vallecico es víctima de la sequía, la despoblación, el éxodo y la tristeza desde que las autoridades eclesiásticas decidieron trasladar a la catedral de Valencia una reliquia: el brazo incorrupto de Santo Toribio, patrón de la comarca. El padre Bernardo, a raíz del desgraciado accidente de un joven, le  lleva a tomar una decisión desesperada: robar la reliquia.

Con estos mimbres como argumento le preguntamos a Ballester si elegir esa fecha tan señalada es a modo de guiño paródico por lo del golpe de estado en Madrid.

Sí. Es una humilde colaboración a la desmitificación de ciertos momentos históricos tabú, a los que cuesta aproximarse si no es con una herramienta de despiece como es el humor. Pienso que la sátira y la ironía ordenan la narración de los hechos en lugar de distorsionarla. Convocan a entender con mayor sentido determinados disparates de nuestra historia reciente, bajo el disfraz de la sonrisa. Pero se trata de una sonrisa crítico-creativa, no de la risa enlatada del idiota. La historia que cuento es rocambolesca porque el material con el que trabaja lo es.

Imposible no fijarse en este Quijote moderno, en este año 2016 de centenarios cervantinos y preguntar al autor por el padre Bernardo. Más que un quijote, Ballester afirma que «es un Gregorio Samsa. De súbito se convierte en algo que no era. Es un otro, como diría Rimbaud. En sus decisiones no actúa su voluntad sino la voluntad del deber moral que transforma su identidad hasta el punto de que se ve abandonado como Samsa, encarcelado, perdido y solo. El padre Bernardo es un insecto que lucha por rehumanizarse. La película de terror que ve es un juego de espejos, un guiño circular».

De hecho, hay varias metáforas en la novela y destaco una que me ha parecido pintoresca la del padre Bernardo encerrado  es su ‘cueva’ con un caballo y que este quiere ver con su simbología bíblica.

Quería simbolizar su existencia animal en el encierro, tuteando a un caballo, su único compañero. Como he dicho es un Gregorio Samsa, un hombre que ha perdido su humanidad al dinamitar sus propios principios morales intentando restablecer la dignidad moral del Vallecico. Me interesa mucho el problema de la identidad, tanto individual como colectiva, su interactuación, y cómo nuestra esencia no es sino ser una narración: somos lo que cuentan de nosotros. Los protagonistas que me interesan son aquellos que se enfrentan a una transformación de su identidad que cambia la previsible historia de su vida.

De Teruel a Valencia, ciudad natalicia del autor -y, se me permite, de quien le entrevista aquí-, por lo que le pregunto si la razón de que la capital del Turia esté presente no solo como escenario, sino también en cierto modo el surrealismo que se palpa en la novela y que recuerda, hasta cierto punto, al de un célebre cineasta valenciano y sus obras, se deba a un homenajea a su patria chica mediterránea. Afirma que sí.

Soy un gran admirador de Berlanga y de Buñuel, ¡cómo no! Curiosamente uno es de Valencia y el otro es de Calanda (Teruel), los escenarios de “Maldita reliquia”. Mi novela es una nota perdida a pie de página de cualquiera de sus grandes obras.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *