‘Manigua’, entrevista a Carlos Ríos

carlos-rios-por-clara-rios-serranoCarlos Ríos (Santa Teresita, 1967) es un poeta y novelista argentino. Obtuvo diversos premios literarios por su obra poética y cuentística. Fue declarado Visitante Distinguido por el Ayuntamiento de Huejotzingo, estado de Puebla, México. Actualmente coordina talleres de lectura y escritura en cárceles bonaerenses y es coeditor de la editorial platense El Broche. Ha publicado: ‘Media romana’ (El Broche, 2001), ‘La salud de W.R.’ (dársena, 2005), ‘La recepción de una forma’ (Bonobos, México, 2006), ‘Manigua’ (Entropía, 2009), ‘Cuaderno de Pripyat’ (Entropía, 2012) y en España de la mano de Ediciones Contrabando un volumen con su novela ‘Manigua’ y el relato ‘El artista sanitario’ este 2016.

El lector se va a encontrar su novela ‘Manigua’ de manera fragmentada, no tanto como un diario fechado sino como la propia memoria o como estrofas en prosa. También hallará la ruptura de alguna convención narrativa, por ejemplo, a la hora de intercalar las voces narrativas de la tercera persona a la primera protagonista. ¿Es un gesto buscado también aludiendo al propio título de la novela?

Los dos asuntos -el de la fragmentación en brevísimas totalidades y el de la alternancia de voces-, más que buscados, fueron hallazgos en el transcurrir de la escritura. Casi siempre, mis relatos no poseen una delimitación anterior a sus desarrollos; me siento mejor cuando escribo una página y desconozco que pasará en la siguiente. Ese modo de composición intrincado y hasta confuso -siguiendo al significado del término “manigua”-, un modo cuya modulación esencial consiste en nunca desatender la respiración poética y sus rarezas pertinentes, permite incorporar los ritmos de la vida cotidiana, las errancias de sentido y cualquier asunto que al no planificarse, cobra una dimensión simbólica inesperada.

Hay algo de oralidad ancestral, de mito, quizá de retorno al origen por estar aparentemente emplazada en África, cuna de leyendas y del propio ser humano. El protagonista reconstruye una narración oral para su hermano enfermo en un hospital a la espera de la muerte. Con todo, a pesar de la presencia de la muerte, las miserias humanas, la enfermedad, la desolación… la historia mira al futuro sin pesimismo, casi como una leyenda para iluminar a quien camina, no en vano el final brinda ese aliento de seguir, de no estar solo.

Son ciertas tus apreciaciones, cuando escribí Manigua tuve esa sensación. No hay pesimismo; en medio del desastre siempre habrá un impulso vital que nos dirija hacia un futuro mejor que éste presente. Nuestra condición humana así lo exige. Ir hacia un mundo colectivo que destierre las inequidades, que pudiera integrarse de manera creativa y solidaria, un mundo regido por los afectos, que no sea subsidiario del lado más siniestro de las economías mundiales.

La novela ‘Manigua’ se acompaña del relato ‘El artista sanitario’, ¿por qué lo eligió para esta edición conjunta en España?

Esto sucede gracias a la lectura generosa y atenta de los editores, quienes encontraron entre los dos libros una serie de conexiones profundas que ligan con fuerza las dos historias. Baste como ejemplo: hay una escena en Manigua donde el cerco terrible de la guerra es roto por cierta escena que decanta como una performance más o menos voluntaria. De un modo similar, en El artista sanitario la inclinación del protagonista por un trazo pictórico diferente a la hora de pintar sus cuadros se origina en una escena no exenta de violencia, con un dramatismo amplificado por la representación de un ritual campestre, la matanza de animales. Los dos libros oponen, a su modo, hechos artísticos a cualquier acontecimiento que se derive en un cauce beligerante y subhumano. El arte, en las historias de este libro, se obstina en llevar adelante una misión redentora.

Como en la novela, también ‘El artista sanitario’ participa de la fragmentación, aunque el emplazamiento de la historia se presiente casi en lo opuesto a África, la leyenda y la memoria, ¿qué voluntad ha construido con este relato poliédrico y hasta cierto punto experimental?

Es cierto, podríamos decir que mientras Manigua se mueve por un territorio de asperezas cálidas, El artista sanitario hace lo propio en terrenos más fríos. La voluntad que anima en el último relato es la de un artista cuyos desplazamientos sólo son posibles al escaparse del cerco de las normativas. Este escape, de alguna manera, pasa al suministro de palabras, regula la emoción controlada de las palabras. Es inevitable el magnetismo entre lo que se cuenta y las palabras que dan cuenta de las historias. En tal sentido, en esas transacciones más o menos esquivas que ocurre entre lo real y su construcción discursiva, siempre anida un esquema experimental, aunque a veces aparezca revestido de puras convenciones. En mi caso, la operación es inversa: se trata de revestir con la experimentación un relato común, estandarizado, lo que todos conocen, hasta volverlo otro, una materia desconocida, el rumor de algo que conocíamos al detalle y hoy se nos escapa.

Foto de Carlos Ríos by Clara Ríos Serrano

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