Lo que leemos, cómo y por qué leemos origina cambios en nuestra forma de pensar. La calidad de nuestras lecturas es, entre otras características, un índice de la calidad de nuestros pensamientos. Con estos mimbres la especialista en neurociencia cognitiva Maryanne Wolf ha escrito este curioso libro titulado Lector, vuelve a casa (Deusto). A través de los nueve capítulos narrados en forma de nueve cartas, Wolf invita a los lectores a compartir sus reflexiones sobre la lectura y la evolución del cerebro lector. Y lo hace con frases tan reflexivas como la de que el ser humano no nació para leer. Algo de lo que ya trató en su exitoso anterior libro sobre este tema: Cómo aprendemos a leer (2008).
En los primeros capítulos o cartas al lector, Wolf nos habla de nuestro cerebro a lo largo de la evolución. Un poco en consonancia a aquello de que el ser humano no nació para leer. El acto de aprender a leer añadió al cerebro humano un circuito neuronal completamente nuevo. Ello provocó cambios en su estructura, reconfigurándolo y, como consecuencia de ello, transformando la naturaleza de nuestro pensamiento como seres humanos.
El libro puede parecer desde fuera un texto para entendidos, pero su autora utiliza un lenguaje sencillo, directo y muy divulgativo para lanzar interrogantes y algunas reflexiones a modo de respuestas sobre cuestiones candentes y que afectan desde a educadores y docentes a padres o tutores. Es, por así decirlo, una guía provocadora con numerosas acotaciones científicas y literarias en pro de la lectura y sus virtudes, en especial el desarrollo del pensamiento crítico, en estos tiempos digitales de “lecturas rápidas”.
Entre las cuestiones abordadas están, por ejemplo, el impacto ejercido por las distintas formas de lectura, en especial en el actual periodo de transición a una cultura digital, en la cognición, y como este posee profundas implicaciones en los futuros cerebros lectores. Futuros lectores incluye semánticamente a jóvenes lectores. A los más pequeños. Por que la atención de los niños, como ya se ha comprobado, se ve afectada por el continuo bombardeo de estímulos afectando a su capacidad para establecer analogías y sacar conclusiones cuando lean. Cuando estos niños y los jóvenes están rodeados de un nivel constante de nuevas estimulaciones sensoriales, están siendo proyectados a un estado de hiperactividad constante. Este estado de alerta permanente puede producir varios fenómenos nuevos observados en la actual psicología clínica.
Los niños que se enfrentan a esta sobreestimulación sensorial primero experimentan una fase en la que se sienten abrumados. Luego pasan a acostumbrarse, para -finalmente- volverse casi adictos a la estimulación sensorial continua. El problema es que al privárseles de ese continuo estado de hiperestimulación, los niños parecen sumirse en un estado de aburrimiento abrumador.
Más preocupante es que al estar sobreestimulados y entretenidos virtualmente rara vez se muestren dispuestos por propia voluntad a desconectarse de las pantallas para descubrir su particular capacidad de entretenimiento, impidiendo que deseen explorar y crear por sí mismos experiencias en el mundo real. ¿No nos ha pasado que al privar a un niño -o a un adolescente- de sus “juguetes” digitales se muestre irritado, inquieto y manifieste un lacónico: «me aburro»?
Una de las preocupaciones de los psicólogos radica en los efectos que esta sobreexposición a estímulos constantes ejercen en la memoria. Concretamente, en la capacidad de los niños para almacenar cosas en la memoria funcional. Se teme que si empezasen a producirse cambios en la memoria funcional, también podrían preverse cambios en la memoria a largo plazo.
En resumen: el impacto que la tecnología tiene y puede tener en nuestros cerebros y en nuestras capacidades intelectuales más esenciales y lo que eso puede significar para el futuro podemos descubrirlo en las páginas de Lector, vuelve a casa.
Maryanne Wolf es especialista en neurociencia cognitiva, psicóloga evolutiva y experta en materia de lectura. Es directora del Centro para la Dislexia, Estudiantes Diversos y Justicia Social de la Universidad de California en Los Ángeles. Trabaja, además, con el Centro de Dislexia de la Escuela de Medicina de la Universidad de California en San Francisco y en el proyecto de alfabetización Curious Learning, del que es cofundadora. Con anterioridad fue profesora de Ciudadanía y Servicio Público en la Universidad Tufts, y directora de su Centro de Lectura e Investigación del Lenguaje. Ha sido galardonada en múltiples ocasiones por su labor investigadora y docente, con premios como el de la Asociación Internacional de Dislexia y la Asociación Australiana de Discapacidades del Aprendizaje. Es autora del libro Cómo aprendemos a leer (2008) y de más de ciento sesenta publicaciones científicas.
Lector, vuelve a casa. Maryanne Wolf. Deusto editorial.
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