Que mi primer viaje a Nepal se me quedó corto lo supe desde el momento que me subí de vuelta hacia Madrid, ya solo me quedaba planear como y cuando volver. Conocer el país estuvo bien pero había quedado una cuenta pendiente con sus regiones mas elevadas.
22 de Abril, Kathmandu
Era muy deseado y previsto casi al milímetro con mi enfermiza mente organizativa. Muchos preparativos, ilusiones y factores tenidos en cuenta. 7 horas de escala en Estambul y casi un día de aeropuertos dan para muchas vueltas al coco, sólo en la sala de espera del aeropuerto turco, dando paseos o viendo un partido de segunda división alemana en las pantallas de un bar. Cierto orgullo de cumplir con lo prometido a mí mismo y volver, mucho tiempo para observar a la gente y sus comportamientos, y unas cuantas pelis en ingles en los vuelos para ir recuperando la práctica. La mañana del 22 aparecí en Nepal y, aún cansado hasta la extenuación, no hubo descanso posible pues tenía demasiadas cosas que hacer en un solo día; encontrar hotel, adquirir los permisos para el trekking, cambiar moneda, regatear todo el material de montaña que necesitaba…todo esto sin dormir y pasando del frío de Madrid al clima asfixiante y polvoriento de la capital del Nepal.
Esa mezcla de contaminación y sequedad que azota el lugar es la excusa perfecta para no pasar más de 24 horas en la macrourbe, por no hablar de las hormigas en la habitación o los 6 pisos de escaleras hasta ella, aunque en compensación se me ofrece un atardecer sangriento pero bello, parecido a asomarse al abismo de los infiernos desde el ático de mi hotel. Cánticos budistas al ponerse el sol desde la casa de al lado acompañan mis reflexiones en esa terraza, observando contrastes, vistas a una ciudad que nunca terminare de tener claro si me gusta o no.
23 de Abril, Kathmandu – Bhulbhule
Desorganización organizada, así podría definirse la estación de autobuses de Gongabu, igual que cualquier otra de Kathmandu. Los pocos occidentales vagan perdidos, aferrados a sus pertenencias y deseando encontrar el bus que han contratado, esperando que no tenga el aspecto de caja de pino andante de muchos. Finalmente encuentro el mostrador para los autobuses a Besisahar, lugar de inicio del trek, y allí coincido con los que serán mis compañeros de viaje, un grupo heterogéneo de mochileros que se han conocido a través de la red, y han quedado para hacer la ruta juntos. Aunque mi plan originario era en principio la más absoluta soledad, su jovialidad y el hecho de estar en la misma situación que ellos me hace decantarme poco a poco por acoplarme. Las 6 horas en bus son agradables, me hacen rememorar recuerdos de hace 2 años: los adelantamientos imposibles, las vistas a valles inmensos, los camiones volcados en la cuneta y el sonido omnipresente de los cláxones para señalar cualquier indicación (los intermitentes son atrezzo).
Llegamos a Besisahar, donde comemos algo y nos reunimos con 2 personas más del grupo que nos estaban esperando allí, ellos venían de Pokhara en otro autobús; el grupo esta completo y parecemos una ONG, Hamburgo, Minessota, Manchester, Madrid…muchas procedencias pero un mismo destino: todo norte y arriba. Arrancamos a andar con lluvia fina, un par de horas por delante bastante pobres en cuanto a paisaje pero bastante ricas en cuanto a irnos conociendo mientras observamos la remodelación del cauce del río, nuevos puentes, corrimientos de tierra y construcciones de obras hidráulicas para el abastecimiento de energía, incluso túneles en medio de montañas que se acaban haciendo atajos para nuestro camino al pueblo de Bhulbhule. Imagino que todo tendrá que ver con el terremoto del año pasado, y no sé si a esta jornada se le puede considerar trek.
Tras perdernos unas cuantas veces conseguimos llegar al destino y nos alojamos en la primera guest house que encontramos, dónde descubriría la afición del grupo por los juegos de cartas, tiempo que yo utilizaría para escribir mis lineas en mi cuadernillo, en este caso a la luz de las velas por los cortes de luz. La primera ducha fría de muchas y, cómo no, un Dhal Bhat para cenar, el primero de muchos. Ahora sí, estamos en Nepal, el verdadero.
24 de Abril, Bhulbhule – Jagat
Arrancamos tras un buen desayuno, aunque el pan tibetano estuviese un poco seco para mi gusto. Me doy cuenta de que soy el viejo del grupo, y entre diferentes pensamientos el camino asciende y nosotros con él, al mismo tiempo que el sol en el cielo, los metros van quedando atrás como cuentas de un collar. Sería el gran problema de hoy el calor, la posibilidad de una pájara como la que me ocurrió hace 2 años está en mi mente, y armado de mi gorra y algo de crema protectora sufro bastante en la subida a los 1310 m de Bahundanda, dónde llegamos exhaustos y mereciendo un descanso y un refresco como premio mientas pasamos el primer control del ACAP. A partir de allí todo seria más fácil, y tras parar a comer con otro grupo (también bastante multicultural) llegaríamos al destino a 1400 m, tras unas cuantas subidas y bajadas pesadas, de esas que nos introducen a lo que viene más adelante.
El paisaje con la todavía muy presente actividad humana en forma de construcciones y campos de cultivo se mezcla con las primeras cascadas rugientes que rompen violentamente las paredes del valle, adquiriendo verticalidad y altura. Mientras disfruto de todo ello, voy conociéndolos a todos: Max y Philipp, una pareja de alemanes que vienen de recorrerse gran parte del sudeste asiático, y con un mes en Nepal acaban y vuelven a su patria. Jana, también del país germano, acaba de llegar para estar unos meses haciendo voluntariado. Annelise, neozelandesa de gran sonrisa, llega de conocer Pakistan (futura posible visita, dicho país). Jem, británico de un gran carácter y corazón bondadoso.
Y Matt, desde Minessota, el más extrovertido de todos, siempre con bromas e ideas en la cabeza, quizás con el que más hablé desde un inicio, debido en parte a que también el tenia bastantes nociones de castellano (aquí todavía me costaba un poco la conversación fluida en ingles). Con Matt también tenia que ver el factor de su gusto por el rap, por lo que rápidamente estábamos hablando sobre el último disco de Kanye West, la rotundidad del éxito Kendrick Lamar o nuevos artistas que iban apareciendo, a él le debo el descubrimiento de J Cole, al cual yo no le había prestado demasiada atención hasta ese momento.
25 de Abril, Jagat – Dharapani
Dura, pero gratificante, así se puede definir esta jornada. Tras un camino bastante cómodo por la margen izquierda del río, se baja para cruzar el puente al otro lado y comienza la subida en serio, con vistas increíbles a un valle milenario y con la gracia de avanzar un par de horas entre grandes campos de marihuana, la planta cubriéndolo todo en una especie de paraíso del fumeta. La gracia acabaría en dolor, pues los últimos 200 metros de subida hacia Taal son totalmente criminales, con 35 grados al sol y ascendiendo por un absoluto pedregal sin ninguna sombra donde cobijarse; he de decir que en esta parte, al igual que el día anterior, fui consciente de mi edad y poco o nulo entreno, aunque de igual manera puedo decir que mentalmente estaba muy fuerte.
Constante y sin parar demasiado, la llegada al final de la subida alcanzando la visión de Taal es un placer, relajación observando la playa rocosa del río que aparece en tantas postales, un lugar muy salvaje y atractivo con gran contraste entre la margen del río, todo pedregal y huesos de animales, y los bosques frondosos a los laterales, a lo cual se suma un agua que se refleja extremadamente azul, como si de Formentera se tratase.
Aquí comemos admirando la postal, y partir de allí, ya dentro del distrito de Manang, solo un par de horas de pendiente moderada hasta Dharapani, un pueblo bien resguardado a 1940 m en una parte muy cerrada del valle, con un puente colgante sobre el vacío inmenso 300 metros por encima de nuestras cabezas, el camino hacia Nache. Algunos de mis amigos subirían, y yo lo intenté, pero a mitad de camino no podía más y me di la vuelta, con un pequeño sentimiento de frustración pero entendiendo que tenía que acostumbrarme, es lo que tiene intentar subir a la carrera semejante pendiente tras las 6 horas anteriores ya acumuladas. Ya vería más tarde sus fotos desde el puente.
26 de Abril, Dharapani – Chame
Difícil arranque, el madrugar va costando y aparte Philipp esta jodido por un catarro con fiebre que, sumado a la falta de descanso y a una ampolla en el pie que lleva lastrando desde sus anteriores viajes, le tienen contra las cuerdas. Aun así estoicamente y a su ritmo tira hacia arriba con sus Asics sin hablar ni quejarse, destacable su esfuerzo. Yo cada vez me encuentro más fuerte, controlo mis ritmos y mis pausas, y además ya he entrado en el estado mental de pensar en ingles, incluso en la ducha o en la cama, con lo cual estoy mejor integrado con ellos y con el resto de caminantes (ni un solo hispanohablante). El día discurre muy agradable hasta Timang, a 2750 m de altitud, donde ellos paran a almorzar y yo decido no comer a partir de aquí hasta acabar la jornada de cada día, no me gusta caminar con el estomago lleno y menos ascender con una mochila de más de 10 kg, prefiero ir ligero y devorar al llegar.
Las vistas a partir de aquí ya son increíbles, la masa blanca del Annapurna II se deja ver con claridad iluminando el valle que no parece tener fin, todo es inmenso en estos parajes, desde la fuerte corriente de agua cristalina hasta la densidad de los bosques donde parece fácil perderse, se agradece que todo se ha vuelto mucho mas rural y por fin nos sentimos realmente en zona de trekking, diría que desde que entramos en el distrito de Manang. El frío empieza a arreciar ligeramente a la sombra, y se agradece pues caminar al sol deja de ser tan sufrido; el resto de la mañana trascurre sin percances, volviendo al río del que nos habíamos alejado para subir al alto de Timang, tras pasar por Lamtaro cruzamos el río y otra vez volver a subir pero de manera más paulatina hacia Koto y, finalmente, Chame, donde encontramos un buen alojamiento con promesa de un buen amanecer en cuanto a vistas. En éste como en otros tantos alejamientos, puedes acceder al tejado, y estirar los músculos mirando alrededor es un verdadero lujo.
Descansamos a 2670 m, empezando a planear entre todos cómo organizar el calendario para escaparnos al lago Tilicho y tener tiempo para hacer después el resto del trekking con cordura. Entramos en altura en breves, y es muy importante ser coherente en cuanto a distancias y esfuerzos, y sobre todo en cuanto a aclimatar al cuerpo a la altitud una vez que superaremos la barrera de los 3000 m al día siguiente. Desde luego estamos confiados y optimistas, a buen nivel, no vamos a encontrar problemas sino soluciones y de momento todo va viento en popa. Así que otro Dhal Bhat, dormir bien de horas, cargar energías y baterías de la cámara y a seguir soñando despierto mañana.
27 de Abril, Chame – Upper Pisang
Escribo ensimismado ésto a 3300 m, tras una jornada muy disfrutada, y rápida llegando al destino cerca de la 1 del mediodía, desde luego gracias en parte a no detenernos a almorzar. Ahora las nubes cubren las cimas, pero las vistas han sido espectaculares hasta el mediodía con el Annapurna II y IV alzándose majestuosos frente a nosotros, evocando nuestra humanidad diminuta frente al imponente poder de la naturaleza, una buena dosis de humildad para quien quiera recogerla. Bloques de piedra verticales se alzan cientos de metros a nuestros laterales en verticales imposibles, y los glaciares colgantes sueltan su cargamento en el río, que abandonamos para subir la parte izquierda del valle de camino a Dhikur Pokhari, a 3100 m. Me retraso regateando con un vendedor ambulante de colgantes la clásica media hora, y mas adelante me encuentro al grupo que esta con una convaleciente Jana, víctima de un ligero mal de altura (la barrera de los 3000).
Deciden esperar un rato con ella hasta que se encuentre mejor, y mientras Jem, Max y yo continuamos y nos adelantamos sin freno por un camino largo pero que resulta bastante tranquilo en cuanto a esfuerzos, y menos mal porque mi cabeza también empieza a sufrir con una ligera jaqueca, nada que un ibuprofeno no pueda arreglar. El premio es llegar a Upper Pisang, un lugar idílico, con su vecino Lower Pisang 300 metros por debajo; la panorámica de las cumbres es espectacular, a los picos anteriores se ha unido el Annapurna III y tenemos bastante visibilidad en el atardecer para esta época del año, dejándonos postales épicas, todo es evocador viendo las moles alzarse frente a la terraza.
Además el llegar tan pronto permite una buena siesta después de comer, el hotel que hemos elegido hoy es genial, en ubicación, comida y trato del personal, especialmente el simpático dueño, (Kailash es el nombre del hostal) y el dolor de cabeza se ha ido completamente, con lo cual todo contribuye al optimismo en nosotros, más teniendo en cuenta que mañana toca Manang, la capital de la región y punto clave de la ruta. En dicho hotel conocemos a Leilih y Leslie, que vienen de hacer el trek del campo base del Annapurna, y a partir de aquí se convertirían en 2 componentes mas de nuestra compañía andante. Bienvenidas.
28 de Abril, Upper Pisang – Manang
Durísimo, larga jornada. Comenzando bien pronto con una mirada al Annapurna II, con el poder hipnótico de la sorpresa que supone la vista de las enormes avalanchas que acontecen por la mañana cuando sale el sol, barriendo totalmente la cara de la montaña; es difícil entrar a valorar la belleza de los picos a tan poca distancia, muchos ratos perdidos con los prismáticos simplemente observando en silencio al gigante. Aparte de las vistas, el día fue agradable hasta que entramos en las subidas. La primera de ellas, hasta los 3750 m de Ghyaru, era más predecible, estábamos más frescos y el té negro del dicho pueblo sentó estupendamente, para después continuar con la calma; para lo que no estábamos preparados fue para la bajada y posterior subida desde Humde a Nawal.
Esos 500 m. de bajada y subida con el sol ya más arriba fueron criminales, aunque a una pareja de canadienses que se nos unieron no parecía molestarles demasiado mientras fumaban marihuana como auténticos posesos. Tras esa última subida el mal de altura me atacó por primera vez tras descansar durante unos minutos, vinieron las nauseas, los mareos y la presión en el área frontal de la cabeza, aunque fuera de manera ligera. Solución, tirar hacia adelante y iniciar la bajada, pues la ruta a continuación descendía ligeramente hacia Bragha, tras recorrer una bella pradera en la meseta.
Automáticamente se fueron las nauseas y demás, demostrando lo rápidamente que se puede recuperar uno perdiendo un poco de altitud, y tras devorar bollos de la buena panadería que encontramos en Bragha, estaba en la gloria.Eso sí, todo un poco enturbiado por los destrozos del pueblo, visiblemente afectado por el terremoto del año anterior, muchas casas totalmente destrozadas en la parte alta del lugar. Fue la primera vez que contemplamos sus efectos de manera tan obvia, no seria la ultima. El plan de algunos era parar a comer allí, pero tras contemplar la ruina generalizada del asentamiento, decidimos continuar media hora mas hacia el final del camino de hoy, Manang, capital de la región, donde unas hamburguesas y las primeras cervezas del viaje fueron premio a la paliza que nos habíamos pegado. Mañana seria todo más tranquilo.
29 de Abril, Manang – Khangsar
Manang comúnmente es un lugar utilizado para descansar un día y aclimatarse a la altitud, que ya a sus 3540 m es una cosa seria como bien comprobé en mis carnes el día anterior, pero nosotros hemos tomado una decisión diferente. Puesto que vamos a tirar hacia la ruta del lago Tilicho, vamos a ascender simplemente 200 m que teóricamente se traducen en 2 horas, para hacer más suave el camino de ascensión al campo base del lago. El amanecer de los mejores, con Jem en el tejado pasmados mirando la cima del II, el IV y el Ganggapurna, el sol apareciendo por nuestra espalda mientras escudriño con los prismáticos las masivas cumbres, tierra de sueños. La salida es tardía, entre compras necesarias, pereza acumulada y otro control del ACAP, pero el camino resulta ser bastante asequible, cruzando un valle que nos separa de la ruta principal hacia Thorung-La entrando en el trek secundario.
Algunos lo pasan un poco mal, especialmente Philipp, pero todos alcanzamos Khangsar y nos sorprendemos del pueblo que nos encontramos; también devastado por el terremoto, ausencia de turistas y de guest houses, lugar remoto, y en general una sensación de no ser demasiado bien recibidos, es justo decir que todo ello se disiparía cuando encontramos donde dormir, probablemente el peor lugar en cuanto a confort y comodidades, pero el mejor en cuanto a la anfitriona, acogedora y muy buena cocinera. Una pequeña ruta de subida buscando aclimatación, ya que nos encontrábamos bien, y la buena comida ocuparía el resto de la tarde, entre casas derruidas, animales y sus pastos, y nubes que tapan gigantescas formas. Mañana empieza lo verdaderamente complicado, y gran parte de las conversaciones trata sobre ello, en mi cabeza los pensamientos, las miradas al mapa y los nervios son la tónica hasta bien entrada la noche.
3o de Abril, Khangsar – Tilicho Base Camp
Impresionante. Por la ladera de la montaña, de frente, entrar en la famosa zona de desprendimientos te coloca en una tensión que hace temblar piernas. Estas en medio de una ladera con una inclinación en muchos tramos del 50%, el camino tiene el ancho de 2 pies juntos y todo alrededor son piedras, erosionadas y depositadas por todo el lugar, listas para caer ante el mínimo movimiento del viento. Se crea un silencio especial, solo roto por el sonido de avalanchas de rocas a lo lejos y los crujidos de nuestros pies. El bastón es utilizado con esmero, pues cualquier resbalón puede significar una caída rodando de varios cientos de metros sin ninguna posibilidad real de frenarse, entre estructuras rocosas que no parecen físicamente posibles, fruto del arduo trabajo del viento.
Enormes águilas surcan el cielo mientras avanzamos, todos en bastante buena forma salvo Philipp que finalmente se ha quedado en el pueblo. La jornada es sublime, larga pero intensa, y casi siendo los únicos que andamos por aquí, se nota su carácter de ruta más secundaria, lo cual en un camino tan estrecho es de agradecer. Yo me lo paso como un niño, pues aunque respeto las alturas no me dan tanta impresión, pero si es cierto que, si tienes ese tipo de miedos, mejor no hagas este camino, o al menos ven bien mentalizado.
Llegamos al campo base, con sus 4150 m, contentos y entre bromas, tras el stress del peligro llega el desenfado y la relajación, en un lugar que ya no es una aldea o pueblo sino un campamento de altura especifico para pasar noche y ascender mañana; las guitarras y canciones resuenan mientras gente de todo el mundo disfruta de la puesta de sol e, ilusionados, comentan lo que va a ser una ascensión hasta los 4950 m del lago Tilicho, uno de los lagos más altos del mundo. Al buen humor ayuda el panorama inmenso donde nos encontramos, rodeados de montañas milenarias y con el camino de mañana bien visible en el horizonte. Arranca el mes de Mayo.
1 de Mayo, Tilicho Base Camp – Tilicho Lake – Khangsar
Ojo. No iba a ser fácil. Se empieza en un clima extremadamente frío, que mejora conforme asciende el sol y empieza a sobrar ropa y van fallando las fuerzas. La subida es directa, linea recta salvo algún zig zag, y exigente tanto para el cuerpo como para la mente, la completé con Max en 2 horas y media prácticamente sin detenernos más de lo justo y necesario, obligando a las piernas a seguir, seguir, seguir…al final se amontona todo, esos lugares donde parece que por fin estas llegando al fin, para encontrar un cartel de «te queda media hora», y un dolor de cabeza fuerte y persistente al ibuprofeno. La última media hora es más relajada en cuanto a ascenso, y discurre por parajes helados por encima de 4800 m, entre montañas plenamente tintadas de blanco formando un paisaje realmente inhóspito, fuera del radio de acción humano salvo por esas piedras en montones colocadas estrictamente para marcar el camino.
El final es una explosión, un bálsamo para la moral, poder sentarse y admirar uno de los paisajes más bellos que probablemente vea en mi vida, y ir celebrando la llegada de cada uno de nuestros compañeros, entre avalanchas en las laderas de alrededor y las fotos de rigor. Todo el lago esta helado, parece extraterrestre, es difícil de describir con mundanas palabras. Salgo el primero por patas de allí pues mi cabeza va a peor, y hago un descenso rápido donde mis pies sufrirían de lo lindo en los dedos por la pendiente pronunciada, diré como dato que los calcetines que estrené esa mañana fueron a la basura directamente, y la ampolla del día siguiente, la única del viaje, fue de órdago. Me recupero tras la comida, unas horas después, y algunos decidimos ir hacia abajo, sin ganas de pasar más tiempo en el campo base (bastante caro, obviamente por su ubicación) y también con preocupación por Philipp, que se ha quedado enfermo y solo en el hogar de Khangsar; únicamente Jana, Leslie y Leilih deciden quedarse arriba por no querer hacer la ruta por las zonas de desprendimiento de rocas estando cansadas tras la subida al lago.
Se salvan de una paliza extraordinaria, entre las cascadas de piedras, con algunos momentos de atasco y llenos de polvo y suciedad; pero el premio es una segunda noche con la amable mujer que ha cuidado de nuestro amigo. Tras un baño en un cubo, tal como suena, y junto con Philipp, que no se ha movido del lugar, echamos unas risas enormes mientras nos cuenta como le ha atendido el médico del pueblo, el cual no tenia ni idea de cómo usar su propio estetoscopio. Lavar ropa, disfrutar de la cocina del fuego de leña, y sobre todo descansar. Convivencia agradable, sufrimiento y felicidad, disfrute por lo hecho mientras las horas de relax pasan volando. Ese mismo día, me enteraría después, el alpinista español Carlos Soria alcanzó la cima del Annapurna, no muy lejos de donde nos encontrábamos.
2 de Mayo, Khangsar – Yak Kharka
Agradable jornada tras la despedida de la encantadora mujer que tan bien nos ha cuidado en las 2 noches que hemos pasado en su casa, tanto amor recibido en tan devastada aldea. Volvemos hacia arriba, hacia la cima que domina el pueblo hasta alcanzar aproximadamente 4200 m en un mirador envidiable sobre los 2 valles y las 2 rutas, mientras las omnipresentes águilas dominan el paisaje, a un lado hacia el Tilicho, al otro la vuelta hacia Thorung-La;al fondo Manang y Bragha, una mirada hacia pueblos que pasarían a formar parte del recuerdo tras mirar atrás por última vez.
Dicha bajada, hasta poder cruzar el río Thorung-Khola y vuelta a subir con Camarón dando ánimos en los cascos, sufriendo hasta conseguir volver a vislumbrar la bandera roja y blanca que nos anuncia que hemos vuelto a la ruta principal. Algunos turistas deplorables por el camino, como un chino repartiendo chocolatinas a los niños como si de limosna se tratara, con cuidado de no tocarles demasiado ni tratarles como seres humanos me han provocado cierta repulsión, en ese aspecto es importante el turismo responsable y consciente, entrar en el contexto del país que visitas con cierta humildad. Yak Kharka hace honor a su nombre, los amables yaks están en manadas por todas partes, junto con otros animales que ya conocíamos como caballos, cabras o ardillas, aquí la naturaleza se muestra en todo su esplendor y el ser humano convive respetándola.
La comida es deliciosa (los primeros momos del viaje) y el precio razonable, mientras esperamos nuestra hamburguesa de yak las 3 chicas que dejamos en el campo base del Tilicho nos alcanzan y el grupo al completo vuelve a reunirse, preparados para los acontecimientos de mañana. La duda es si solo llegar a Phedi (4500 m) o tirar hacia el High Camp (4950 m), la gente se muestra reticente pero en este aspecto yo estoy convencido de ir alto, creo que un mayor esfuerzo mañana nos facilitara el día siguiente, estando mas aclimatados por haber dormido a mayor altura. Veremos, pero si la cabeza me lo permite, yo voy directo al High Camp.
3 de Mayo, Yak Kharka – Thorung High Camp
Despertar horrible, todo nauseas y el estomago que no parece haber recibido demasiado bien la hamburguesa del día anterior. Me dan ganas de quedarme durmiendo, pero decido desayunar lento y fuerte e intentar iniciar la ascensión, el ultimo del grupo, lento y débil pero consciente de que a lo largo del día mi situación física solo puede ir a mejor. Toda esta flojera se me empieza a pasar en Letdar (4200 m), conforme se va el frío del amanecer y mi cuerpo empieza a asimilar el señor desayuno que me he metido al cuerpo, así que empiezo a adelantar y tras cruzar el río alcanzo a Philipp y Max en cabeza, con los cuales en escasas 3 horas llegamos a los 4500 m de Thorung Phedi.
Aunque duro, no hemos tenido mayores problemas que unas avalanchas de piedras en unas zonas muy similares a las que pasamos camino del Tilicho, ha tocado tirarse al suelo y esconderse hasta que las piedras, literalmente, han dejado de volar. Habiendo llegado a las 10 y media de la mañana al pueblo, por mi parte estaba claro que aquí no iba a conformarme, y mientras esperamos al resto nos mostramos convencidos de que no pasa nada por, al menos, intentar la subida al campo de altura. Dicha subida empieza justo en el pueblo, y he de decir que es impresionante, es como subir por un acantilado, toda una zona pedregosa con una inclinación bestial que obliga a subir en zig zag dando incontables rodeos y haciendo un descanso cada 2 minutos.
Se compensa por unas vistas dignas de las águilas que hemos visto antes, conforme subes los grandes picos asoman por encima de sus hermanos menores y el valle adquiere dimensiones descomunales, como en otros momentos del viaje las fotos no tienen ninguna posibilidad de hacer justicia. Subimos lento, como he dicho, y conseguimos llegar a la cima agotados pero justo cuando empieza a nevar, lo cual es bueno, ya habiendo alcanzado el objetivo como si truena, nosotros estamos satisfechos y yo me voy directo a la habitación a intentar echarme una siesta.
No consigo dormir, ni en la siesta ni por la noche, los efectos de la altitud en ese aspecto son muy curiosos, la respiración tan agitada impide conciliar el sueño así que nos tiramos hablando horas y horas, los 3 metidos la habitación, probablemente el 95% de la conversación fueron bromas y estupideces, formando una tarde de risas para recordar, nada de tensión para estar a casi 5000 m. Más tarde descubriríamos que Matt y Annelise también nos han seguido, cenamos con ellos y poco queda para el gran momento, las cartas están echadas, mañana subiremos bien temprano hacia el paso de Thorung-La. Buena suerte.
4 de Mayo, Thorung High Camp – Thorung-La – Muktinath
Solo la emoción y la impaciencia de lo que teníamos por delante podía hacerme salir de la cama a las 4 de la mañana, con el frío mas infernal que he sufrido jamás, ni toda la ropa térmica de mi mochila servía absolutamente de nada. La falta de sueño aporta debilidad pero el desayuno mas bestia de la carta es la solución para quitarse la flojera de encima e ir a por el paso de montaña más alto del mundo, según la publicidad nepalí. Empezar a andar con estas temperaturas es bien duro, sobre todo la primera media hora hasta que el cuerpo empieza a calentarse por el propio ejercicio, y la cosa mejora cuando el sol empieza despuntar por encima de las cimas que nos rodean.
Me adelanto y entro en un modo de subida monótono y automático, paso a paso, disfrutando de unos parajes que ni en mi imaginación había concebido, la roca y el hielo son todo alrededor, subiendo por una gran pendiente entre cumbres y nubes, no hay nada más ni se necesita. Solo está la persona y el camino, en silencio, y disfruto del orgullo de conseguir hacer ésto 2 años después de habérmelo prometido, todo se reduce a una competición contra uno mismo, contra esa ligera desesperación de no saber exactamente detrás de que montículo verás el final del camino.
Soledad, un continuo monologo interno de 2 horas, sufriendo y disfrutando simultáneamente de semejante experiencia, recorriendo mentalmente mis pasos desde mi zona de confort, Madrid, hasta embarcarme solo en este viaje y estar en un lugar tan remoto. Sorprendentemente llegar a la cima se convierte en algo muy mundano, es el problema de haberlo idealizado durante 2 años, aun así disfruto del lugar, de la alegría de los que van llegando mientras me como una chocolatina que tenia guardada desde Kathmandu expresamente para este momento. Thorung La no da para mucho, estéticamente no es tan evocador como el Tilicho pero si encierra mucho significado en el esfuerzo para llegar, fotos de rigor, abrazos de rigor, hasta que el dolor de cabeza me dice que me vaya hacia abajo.
La bajada, peor que la subida, pues los pies sufren mucho y la pendiente es tan fuerte que en muchos momentos la inercia empuja a bajar a la carrera, lo cual estaría muy bien con unas zapatillas de trail running, pero no con mis Lowa; 2 horas hasta Charabu, una Fanta y un poco de descanso y otra hora de camino hasta Muktinath suponen el resto de la jornada. Resumen, bajar 1700 m en 3 horas. No me gusta Muktinath, estaba abarrotado por un festival de carácter hindú, pero una vez en el hostal disfruté de una de las mejores duchas de mi vida, y también de una de las cervezas más ricas que he probado, sabor a triunfo. Lo conseguimos. Todos, con mayores o menores penurias,y cierta tristeza porque ha quedado atrás, pero ya está hecho.
5 de Mayo, Muktinath – Jonsom
Amanezco pronto y desayuno ligero, pero antes de salir se toman decisiones de diferente índole; Jem y Philipp deciden hacer el recorrido de hoy en bus, y Jana y Leslie deciden quedarse en Muktinath para tener la posibilidad de visitar el templo y recibir la bendición de los monjes. Al resto nos espera una jornada dura, perdiendo la concepción de lo que entendemos por Himalaya; un paisaje más plano e inmenso, semidesértico, todo alta estepa donde las cabras pastan a su antojo y no se ve un alma ni un coche en kilómetros a la redonda, un lugar perfecto para caminar en silencio y perdernos en nuestro universo personal, aislados.
Tras 3 horas llegamos a Kagbeni y todo cambia, la llave de entrada al valle del Khali Ghandaki es preciosa, un oasis verde brillante junto al lecho inmenso del río árido, todo roca y sedimentos que han caído de los laterales del valle. De hecho nos encontramos en la entrada del alto Manang, hacia el norte es distrito protegido y la entrada de turistas está muy controlada, debido a su marcada importancia biológica y cultural, tierra de montañas, monasterios ocultos y culturas ancestrales.
Toda la vida gira en torno al río, y nosotros a partir de aquí continuamos su curso en descenso, tras despedirnos de Kagbeni y su destacamento de varios cientos de soldados (nos los cruzamos entrenando) lo que siguió fueron un par de horas infernales por el lecho pedregoso del río, habría sido un paseo agradable de no ser por el viento huracanado de cara que nos hace sufrir más que cualquier ascenso, estropeando la belleza del turquesa del agua y el misticismo de los paisajes laterales. Así pues, aceleramos y llegamos a la urbe de Jonsom, punto y final para muchos de los caminantes, que aquí toman un vuelo de vuelta a Pokhara o Kathmandu (de hecho, nos alojamos en un hostal enfrente de la torre de control del aeropuerto). Para nosotros no es el punto y final, solo una parada para probar el sabor del ron nepalí, el cual puedo decir que provoca una dulce somnolencia.
6 de Mayo, Jonsom – Larjung
El equipo se ha reducido, mientras los alemanes y Jem deciden realizar otra vez el recorrido en bus para escapar del agotamiento. Así que Leilih, Annelise, Matt y yo somos los que seguimos en esta jornada que prometía mas corta de lo que acaba siendo, avanzando entre el margen izquierdo del agua por pendientes de subida y bajada moderada entre frondosos bosques que nos van anunciando la altitud que hemos bajado, con vistas preciosas al lado opuesto del Tilicho Peak, sobre todo en el amanecer. Camino bastante en mi mundo con el MP3, salvo para las escasas paradas o momentos anecdóticos, como fue la entrada al poblado tibetano de Chhairo, refugiados desplazados por la avaricia china, recuperándose y reconstruyendo su vida en el país vecino sin que la comunidad internacional se digne a hacer nada al respecto y pasando a ser un mero reclamo turístico en tierra nepalí, un caso similar a Palestina, muy triste.
También nos colamos sin querer en un área de entrenamiento militar, cerca de Chokopani, donde los soldados están acampados en los bosques y se sorprenden al vernos aparecer entre sus tiendas, todo ello debido también en su incapacidad con el ingles para indicarnos el camino correcto. Al final cruzamos el río y retomamos la carretera principal que discurre por la margen derecha, pues si continuábamos por la ruta de trekking nos iba a llevar al menos 9 horas llegar a Larjung y no había ganas de ello, además empieza a amenazar lluvia y no tengo ganas de tardar demasiado así que arranco en solitario para llegar en 2 horas y media bastante pesadas (por la monotonía de la carretera) a Kobang primero, y a Larjung un poco mas tarde, donde Jem, Philipp y Max nos esperan disfrutando del descanso de la guest house tras un viaje en bus bastante accidentado y emocionante por lo visto. Comida y relax, una ducha, y lluvia fuera mientras comemos, comentamos y descansamos, no se puede pedir nada mejor.
7 de Mayo, Larjung – Kopchepani
Llueve como no lo he visto en mi vida, un raro amanecer con presagios de cambios. Mientras unos deciden volver ya a la ciudad, y otros deciden parar por la lluvia y probar más tarde una ruta alternativa que les llevaría a ver el glaciar del Dhaulaguiri, yo decido que es el momento de hacer lo que vine a hacer: andar sólo. Es una necesidad que llevaba días formándose en mi cabeza, y que mejor que empezar bajo la tormenta y las dificultades mi propia aventura personal. Sólo, contemplando las nubes rodeando el 8000, el río torrencial y los bosques eternos disfruto como nunca de mi propia compañía, sintiéndome diminuto en un entorno tan especial. Vadeo el agua, calándome las botas, pero me lo tomo con humor y me da todo igual, estoy eufórico ante la desaparición de la lluvia, me introduzco en la ruta de trekking y voy entre árboles centenarios apartándome de pueblos como Lete o Kalopani, huyendo del contacto de la gente y siempre adelante. Antisocial.
Es imposible hacer fotos, mi cámara no capta la inmensidad de un valle tan profundo e inmenso, así que mi mirada captura momentos entre 2 de los colosos mas altos del mundo mientras una bruma cubre los picos, envolviendo el paisaje de misterio. Me detengo a las 3 horas en Ghasa, degusto un té Masala delicioso, y continuo mientras comienza a salir el sol y el calor que poco se preveía por la mañana, haciendo deliciosa mi ruta hasta la aldea de Kopchepani, donde soy el único huésped y me alojo bien cómodo en una casa con vistas a una cascada al otro lado del valle y con una terraza cubierta donde pasar la tarde leyendo un libro mientras la lluvia cae durante horas y horas, limpiando el camino.
No necesito wifi, no necesito ducha, nada, solo la compañía de esta agradable gente que no habla ni inglés pero me tratan con suma amabilidad y disfruto de una tarde maravillosa, solo la terraza, leer, ver llover, y degustar buena comida, tener conciencia de quién soy y disfrutar del momento en un lugar tan recóndito. Las metas y los objetivos están presentes, pero no sirven de nada, vine a disfrutar y lo estoy haciendo.
8 de Mayo, Kopchepani – Ghara
Día duro, todo agradable bajando hasta los 1200 m de Tatopani, aunque ha sido triste despedirse de la acogedora familia de Kopchepani, más cuando me han despedido con un desayuno de reyes. Vuelve la omnipresente marihuana a estas alturas, continúan los bosques húmedos y cálidos y el sol va endureciéndose conforme bajo en altura, recordándome a los primeros días de viaje. El gran premio de hoy es el desvío por Narchyang, pueblo con unas vistas increíbles de la cara norte del Annapurna I asomando por encima de picos menores, se muestra en todo su esplendor haciéndome en muchos momentos andar de espaldas para no dejar nunca de mirarlo, más épico si cabe conociendo que éste camino, por ésta zona, es la ruta que siguieron Herzog y sus compañeros en 1950, para convertirse en los primeros seres humanos en conquistar una montaña de más de 8000 m, y pagando un alto precio para conseguirlo.
Es un coloso, y me puedo imaginar la incredulidad de aquellos hombres con estas vistas, preguntándose cómo demonios iban a atreverse siquiera a conseguir semejante desafío por cuya realización pasarían a los libros de historia.
La montaña se deja ver hasta Tatopani, donde hay demasiado turista (muchas rutas pasan por aquí) y se puede contemplar en la cantidad de hoteles y tiendas; yo busco algo tranquilo y hacer mas larga mi jornada de hoy así que empiezo a subir hacia Ghara, y mis penurias aparecen. Un sol desolador, cuerpo engarrotado y empapado en sudor mientras gente sospechosa de la zona me pregunta porque voy solo y a donde me dirijo esta noche, aumentando mis malos presentimientos, los cuales me hacen acelerar y tomar algún atajo inesperado para deshacerme de extraños.
Consigo llegar tras 2 horas a 1700 m, altitud que considero suficiente por hoy, y el resto de la tarde sería un buen descanso, con el inconveniente de los mosquitos, pero la compañía de un policía turístico un poco aburrido de su labor, nacido en Chitwan, con el que pasé varias horas hablando de los temas más variados, ya fuese fútbol, la corrupción política del país, o su poco gusto por mis tatuajes, que los de aquí consideran «ensuciarse el cuerpo».
9 de Mayo, Ghara – Ghorepani
Retorno al principio, como diría un disco muy de mi gusto. 1000 metros de subida en 3 horas y media, pero lejos de ser duro, se convirtió en un ejercicio de disfrute, con un mejor horario empezando muy pronto y sabiendo que no iban a ser muchas horas de andar, me despido de mi amigo de ayer (el policía de Chitwan) y me voy directo hacia el ascenso, que comienza por una carretera rural en zig zag sobre la que no es muy suave caminar, por lo cual resulta positivo abandonarla para comenzar los caminos de escalones de roca, tras pasar Shrita y Chitre (control del ACAP mediante).
El clima es denso y nublado, húmedo, pero mejor que ayer, y realmente el problema no es que sea muy exigente, sino que las piernas empiezan a notar el llevar medio mes sin parar, mucho kilómetro acumulado; cada par de canciones del MP3 significan una parada a la sombra de los múltiples arboles que cubren la senda y no deja que la luz solar me alcance. Allá arriba se ven unas edificaciones en lo alto de una colina, y algo dentro de mi grita «Ghorepani«. Ni las heces de animales con nubes de moscas, ni los infinitos escalones, ni el calor asfixiante me iban a frenar teniéndolo tan cerca, y alcanzo lo alto derrumbándome en el suelo mientras los lugareños miran al freak occidental que acaba de llegar. He completado el círculo, he llegado a donde acabé con mi amigo Mundi 2 años antes. Visito la guest house donde dormí en 2014 y me encuentro la misma terraza, los hijos del dueño (un poco más crecidos), la escalera que se dirige ascendente hacia Poon Hill… todo recuerdos. Por fin toda descansar mientras espero a mis compañeros, va a ser extraño no caminar mañana (sin contar una subida a la colina, claro).
10 de Mayo, Ghorepani
Las pausas en ocasiones son necesarias y deliciosas.
11 de Mayo, Ghorepani – Tadapani
Siestas, conversaciones alrededor del fuego, lectura, comer, balance. Solo quedamos Matt, Annelise, Leilith y yo, los demás han bajado hacia Pokhara agotados, lo que demuestra la dureza de tantos días seguidos, incluso recibimos noticias de que un par de ellos andan en el hospital ingresados reponiéndose de sus molestias. Poon Hill y sus más de 3100 m resulta un contraste, puedo comprobarlo tras hacer 3 subidas en 2 días, tiene lo mejor y lo peor del Himalaya: por un lado las maravillosas vistas de toda la cordillera, con el sol apareciendo e iluminando las aristas creando una magia visual indescriptible, por otro lado los cientos de turistas posando para miles de fotos en todas las posiciones posibles, un mar de palos selfie y los guías tirando fichas a las occidentales (capítulo aparte).
Volvemos a Ghorepani y tras desayunar, iniciamos el camino que nos llevaría hacia la derecha, ruta que ya conocía de 2014, o eso creía, pero ha sido cambiada tras el terremoto perdiendo algo de atractivo visual, al menos según mi criterio. Primero un ascenso por escalones de piedra, tan comunes por esta zona, hasta una altura un poco superior a Poon Hill, donde una tetería sirve de lugar típico de parada.
A partir de aquí, comodidad por la parte alta de las colinas, volando entre nubes que nos impiden tener buenas vistas de las cordilleras pero que aportan la impresión de estar en un camino por los aires entre árboles milenarios, un sendero lleno de vida. Después viene la bajada hacia Deurali, donde se comienza a seguir el curso del agua y retomamos la vía de hace 2 años, en un bosque muy húmedo hacia Banthanti, y a continuación vendría el valle criminal que se encuentra justo antes de Tadapani, esa bajada y subida (una enfrente de otra) por escalones muy exigentes en un panorama selvático hasta llegar al pueblo, donde decido repetir la guest house de hace 2 años, pues la regente del negocio es encantadora y su comida no es nada despreciable.
Empieza a llover torrencialmente y desde el porche las vistas son preciosas, nos estamos acostumbrando a que a partir de la hora de comer la lluvia lo barra todo y acompañe nuestras siestas. En mí va creciendo un cierto sentimiento de melancolía, se va acabando tanto el trek como el viaje en general, y aunque nada va a borrar de mi mente las experiencias vividas, es una pena la sensación de final inminente. Lo bueno se hace breve.
12 de Mayo, Tadapani – Tolka
Amanecer extraño, nublado y con desayuno tardío, mi impaciencia me lleva a empezar solo, no quiero que me alcancen las lluvias de las 2 de la tarde que comienzan a ser rutina, así que con Dub Inc en los cascos corro hacia Bhasikharka (recuerdos de un desayuno hace 2 años) donde me encuentro con Charlene, una chica francesa con la que coincidimos en el hostal y con la que sigo jovialmente andando y de charla en la ruta hacia Ghandruck, ya conocida por mi. Bosques vírgenes, olor a vida, detalles agradables y el tiempo va volando hasta que llegamos a Ghandruck, donde me vuelvo a quedar sin compañía mientras Charlene sigue mi ruta de hace 2 años hacia Nayapool, y yo tiro hacia la izquierda para intentar alcanzar Landruck, al otro lado del valle, enfrente de mis ojos pero con muchos metros de ascenso y descenso en medio.
Se empieza a fastidiar el día cuando me tuerzo un tobillo en la bajada por un resbalón, y en la subida infernal para más inri comienza a llover, aunque no de manera copiosa, al menos. Acabar la subida resulta glorioso, es muy curiosa la manera en que se enfrentan los 2 pueblos hermanos, Gandruck y Landruck, con semejante valle en medio. Celebro el final de la pendiente con una de esas Fanta Naranja de sabor tan característico mientras escampa un mínimo y continuo mi camino, hasta conseguir finiquitar el valle del diablo, contaba con pasarlo mal pero la torcedura del tobillo ha sido mucha mala suerte.
Después, otra hora hacia Tolka que se me hace eterna, bajo la fina lluvia y arrastrando el pie, mientras voy maldiciendo y de mal humor, todo acaba y resoplando me derrumbo en el hostal, el humor cambia tras una ducha, lavar ropa y pedir algo de comer, la tarde pasaría en el mirador cubierto, apuntando con los prismáticos al camino para vislumbrar la llegada de mis amigos, con el libro, la tormenta fuera y yo aislado del mundo, con esa extraña sensación de saber que mañana es el último día, que hoy es mi última noche en las montañas. Me considero afortunado, tras 21 días sólo he sufrido un poco de mal de altura, una torsión de tobillo y la ampolla del ascenso al Tilicho. Vaso muy medio lleno.
13 de Mayo, Tolka – Pokhara
Ultimo día, ultima hoja de papel en mi diario. En mi soledad, ascenso ligero hacia Deurali y sus 2000 m, de allí camino más salvaje hacia el famoso Australian Camp, donde Matt y Annelise se quedarían una noche más para ver el amanecer al día siguiente, yo sigo bajando entre grupos turísticos chinos que me paran y hacen multitud de fotos únicamente por ser occidental, lo cual parece ser un detalle muy curioso para ellos. Al final, en Kandé, cojo el primer bus que pasa y en una hora me encontraré en Pokhara, fin de la historia, sin demasiadas emociones ni sentimentalismos, los cuales quedaron atrás en las grandes alturas.
El viaje en bus da para pensar, para repasar multitud de momentos que me vienen a la cabeza, desde momentos de agotamiento hasta chocolatinas a 5500 m. El balance es perfecto en todos los aspectos, he caminado solo o acompañado, con o sin música, a la carrera o medio muerto, el primero del grupo o a la cola y pasándolo fatal. Lesiones, risas, amaneceres, atardeces, nieves eternas, glaciares, selvas y estepas desérticas. Sobre todo una pelea continua de corazón contra mente. Volveré, pero la próxima vez sin retos ni cuentas pendientes, simplemente el hecho de visitar un país tan amable y unos parajes tan extremos, aislados y bellos. Fin.
Pd: Gracias por la paciencia, comprensión, compañía y buen rollo a los compañeros de ruta: Annelise, Matt, Phillip, Max, Jem, Jana, Leilih, Lesley… y otros muchos con los que me encontré y, aunque fueran 5 min, aportaron algo a mi camino. Y muy especialmente a algunos de ellos, que han cedido gustosamente varias de las imágenes que acompañan el texto.
Pd2: Gracias a los artistas que aparecieron en mi MP3 durante todas esas horas de camino para hacerlo más ameno. Camarón, Elio Toffana, J. Cole, Kendrick Lamar, Tycho, Kanye West, Bonobo, Chromatics, Guru, Tremendo, PNL, A Tribe Called Quest, Freedonia, Guante Blanco o Yako, entre otros.