Entrevistamos al escritor salmantino José Luis Muñoz autor de la novela ‘Cazadores en la nieve’ (Versátil, 2016), con la que ha obtenido el Premio de Novela Corta de la Diputación de Córdoba. José Luis Muñoz ha vivido casi toda su vida en Barcelona y desde hace cinco años reside en el Valle de Arán. Es articulista de opinión; autor de reportajes de viajes; crítico de cine y de literatura y conferenciante en universidades de España y Latinoamérica. Relatos y reportajes suyos han aparecido en las revistas GQ, DT, Playboy, Penthouse e Interviú. Ha publicado 35 novelas y 5 libros de relatos. Sus novelas han sido traducidas al francés, al italiano, al checo y al búlgaro. Está considerado como uno de los más emblemáticos cultivadores del género negro español.
Con apenas doscientas páginas realiza usted un ejercicio de orfebrería literaria, una novela de ritmo creciente; háblenos de esa concreción desde el punto de vista de su gestación narrativa.
La música de cada novela es algo fundamental. Fíjese que yo soy propenso a la frase larga, a las subordinadas, a la adjetivación. Desde un principio tuve muy claro que la novela tenía que ser seca, cortante, de frases duras como cuchilladas, pero que sintetizaran al máximo lo que quería expresar y transmitir. Eso me permitió un ritmo frenético, in crescendo, sobre todo en las últimas páginas. En doscientas páginas describo un pueblo, sus costumbres, sus habitantes y su forma de vida; tres personajes masculinos que son telúricos, brotan de las entrañas de ese paisaje; tres femeninos muy diferentes, uno volcánico y sensual como la francesa Tiphaine, otro adusto y seco como un sarmiento, Ana; y el tercero muy potente, Susana, que viene del pasado, fantasmal, invocado por la canción ‘Suzanne’ de Leonard Cohen que es la banda sonora del libro; hablo de situaciones políticas, denuncio la violencia de género, está presente ‘La montaña mágica’ de Thomas Mann… Son muy pocas páginas, pero muy densas e intensas, creo yo. Yo mismo quedo sorprendido de haber metido tantísimos temas candentes en un libro tan breve.
A la hora de clasificarla, que no de etiquetarla, quizá nos inclinamos hacia un thriller de emociones primarias con regusto a western, ¿está de acuerdo?
La definición creo que es la correcta. Yo la veo como novela negra y western. Lo de western me di cuenta cuando la estaba corrigiendo para editarla. ‘Cazadores en la nieve’ está ambientada en la naturaleza, en un paisaje nevado; a un pequeño pueblo llega un forastero, que es un antiguo pistolero; en ese pueblo hay un sheriff con un oscuro pasado, que es el teniente de la guardia civil; el pueblo tiene un saloon, que es el bar Hiru de la novela, en el que acaban todos los habitantes del pueblo; y hasta hay un duelo clásico en la alta sierra. Salió un western, casualmente, escribiendo una novela negra sobre una serie de personajes malheridos que confluyen en ese pueblo perdido del Valle de Arán. Pero decirle también que me alegro de que se pueda leer como western, porque soy un gran admirador de ese género.
La novela también tiene un cierto trasfondo político, esos excesos durante la lucha antiterrorista por la banda armada ETA.
El tema ETA ya estaba presente en otras dos novelas publicadas con anterioridad, en ‘La caraqueña del Maní’, sobre un etarra emboscado en la Venezuela de Hugo Chávez, y en ‘Tu corazón, Idoia’, inspirada libremente en los etarras Joseba Urrusolo Sistiaga e Idoia López Riaño. Que la novela tuviera como trasfondo el terrorismo y la lucha antiterrorista me lo dio la propia geografía del Valle. La influencia de Euskadi en ese territorio peculiar de Cataluña es indudable. Fue lugar de paso de etarras y destino de comandos que quisieron atentar contra el rey emérito. En la novela, en flash-backs cortantes, se habla de la brutalidad del terrorismo, injustificable, y de la más execrable respuesta que tuvo el estado con la guerra sucia para combatirlo, los excesos, torturas y asesinatos que se cometieron en el siniestro cuartel de Intxaurrondo bajo el mando del general Enrique Rodríguez Galindo, condecorado por Felipe González, algo que cabe recordar de alguien que da muchos consejos últimamente. Enfrentar de nuevo a dos personajes cuyas rencillas vienen del pasado, aunque ETA declare la tregua unilateral e irreversible (ahí arranca la novela), me pareció el nudo fundamental sobre el que armar la historia.
¿Qué le ha supuesto la concesión del XVI Premio de Novela Corta de la Diputación de Córdoba? He leído alguna opinión suya sobre la trastienda de algunos premios literarios.
Hay premios y premios. Ganar un premio siempre es positivo, por la resonancia mediática. Estamos en una sociedad en la que hay que hacer ruido para darse a conocer. Precisamente ayer ironizaba, en un programa de radio, sobre el siniestro mundo de los premios literarios y sobre la conveniencia de hacer una guía de los premios literarios amañados de España para que los autores ahorren en correo y esfuerzos. A partir de los 18.000 euros es difícil encontrar un premio limpio. Todo el mundo piensa en el premio Planeta, pero es que ya casi todos son como el Planeta. En mis inicios, cuando gané el Tigre Juan y el Azorín, yo era un absoluto desconocido. Y no puedo hablar mal de los premios cuando he recibido más de veinte de novela y me han reportado beneficios, pero la situación es otra muy distinta ahora. Ganar un premio en el sur de España, como Córdoba, con una novela ambientada en el norte, es un poco exótico. Ah, y ese premio, el de la Diputación, lo he ganado ya dos veces, y no me importaría ganarlo tres.
CAZADORES EN LA NIEVE, José Luis Muñoz Jimeno. VERSATIL, 2016
208 págs. ISBN 9788416580439