Educar sin pantallas. Marta Prada

educar-sin-pantallasPara hablar de Educar sin pantallas (Oberón), de Marta Prada he querido comenzar con un dato curioso. En solo 48 horas la humanidad genera la misma cantidad de información que en los 5.000 años anteriores a la aparición de la industria digital. A más tecnología, más consumo más gasto, más producción y menos tiempo.

Hablar de tecnología y de tiempo nos lleva a la idea de una mejora en nuestra calidad de vida. Al menos como adultos. Pero, ¿qué ocurre cuando esa tecnología llega a por primera vez a los niños? En ocasiones a unas edades en las que sus cerebros aún están adaptándose al entorno y son fácilmente estimulables.

Educar sin pantallas es un libro donde se nos recuerda que si han aumentado los casos de hiperactividad, déficit de atención y conductas disruptivas en la infancia no es por una carga genética defectuosa. Entonces, ¿en qué dirección debemos mirar?

Otro dato: la OMS recomienda cero exposiciones a pantallas hasta los dos años y un máximo de una hora al día entre los dos y cinco años. Es curioso, cuando no paradójico, que los directivos de las tecnológicas de Silicon Valley no permitan a sus hijos que vean una pantalla hasta secundaria. El propio Steve Jobs llegó a admitir en una entrevista que le prohibió a sus hijos el uso del iPad tras su lanzamiento al mercado.

Me ha gustado esa frase de Marta Prada en la que dice que “los dispositivos móviles se usan como chupetes emocionales”. En el propio Educar sin pantallas se recogen testimonios de familias ilustrando casos como este, el de niños de 0 a 6 años fascinados con pantallas digitales a cambio de un poco de paz para los adultos de su alrededor. Preguntarse cuánto de nocivo es facilitarle a los niños esta tecnología cuando sus cerebros se están desarrollando es fácil, la respuesta nos la dan los estudios que se están desarrollando y aún quedan por hacer.

Por ejemplo, uno sobre el uso de pantallas y obesidad arrojó como conclusión que por cada hora extra que los niños pasaban frente a las pantallas aumentaba un 16% la probabilidad de sobrepeso u obesidad. Más allá de admitir o no que el abuso de pantallas pone en peligro nuestra capacidad de pensar, nuestro tiempo y nuestra felicidad, cabe analizar y reflexionar sobre ese abuso no en adultos, sino en los niños. No es una cuestión de demonizar la tecnología, pues por si misma es una herramienta útil para el progreso; se trata de aprender a darle un lugar ético y sano en nuestras vidas y en la de los seres más vulnerables en nuestros hogares.

Marta Prada está certificada como educadora de familias de disciplina positiva, está formada en comunicación no violenta y es instructora de yoga para niños, asesora de lactancia y educadora de masaje infantil. Después de ser madre decidió reorientar su vida y formarse como guía Montessori de comunidad infantil (dieciocho meses a tres años) y después como guía AMI de casa de niños (tres a seis años). Es autora de cinco libros más: Cuentos Montessori para crecer felices, Cuentos Montessori para las buenas noches, Cuentos Montessori para potenciar la autoestima, Educar en la felicidad y Crecer felices ante grandes cambios de vida.

Educar sin pantallas. Marta Prada. Ediciones Oberón.

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