Esta semana comparto la entrevista que me concedió este abogado y escritor jerezano que acaba de publicar El rey del Perú (Espasa). Juan Pedro Cosano (Jerez, 1960) es titular del bufete jurídico Cosano y Asociados, S.L.P., en Jerez de la Frontera, aunque desarrolla su actividad por todo el territorio nacional. Autor de varios libros, recibió en 2014 el Premio Abogados de Novela por El abogado de pobres (MR). En 2015 publicó Llamé al cielo y no me oyó, la segunda entrega de las peripecias de Pedro de Alemán, y en 2017 la tercera, Las monedas de los 24. También es autor del melodrama La fuente de oro (2016).
G.V.: El rey del Perú llega a las librerías con unos hechos recientes en EUA poco alentadores para reivindicar la figura de los españoles en el continente americano. Más allá de las innegables acciones censurables de los conquistadores españoles, creo haber leído que sí hubo una diferencia notable entre otros países conquistadores y España en ese continente. Nos lo comenta.
J.P. C.: Habla de acciones censurables de los conquistadores españoles, y es verdad que las hubo. Ahora bien, también todos deberíamos saber que la voluntad de los reyes, gobernadores y virreyes fue la de proteger a los “indios”. Hay multitud de leyes, decretos y órdenes en tal sentido, y prueba de ello son las “Leyes Nuevas” de 1542, en las que se plasmaba la insólita idea de la igualdad de todos los seres humanos y la obligación de respetar la libertad de los indios que no podrían ser sometidos a nuevas encomiendas. Contra estas leyes se levantan los encomenderos peruanos, a cuyo frente se pone nuestro héroe Gonzalo Pizarro, el primer rebelde de América. Dicho esto, es injusto que el peso de la leyenda negra recaiga sobre España, cuando nosotros, además de llevar a América la cultura europea, la religión, los avances científicos, las universidades…, lo que hicimos fue mezclarnos con los indígenas, creando una raza y una civilización nuevas. Un poco más arriba, franceses e ingleses se limitaron a exterminarlos. Tal vez por eso allí no queden voces que clamen.
G.V.: Como en la célebre novela de García Márquez, Crónica de una muerte anunciada, en El rey del Perú comienza con la muerte de un personaje capital junto a la de su amigo. Me refiero a Gonzalo Pizarro y Francisco de Carvajal. Quizás ese punto de arranque sea un aliciente más a la hora de sumergir al lector en las claves de la novela. No es tan solo un fresco histórico sobre una época, sino que hubo mucho más y no muy conocido sobre la conquista del Perú. Háblenos de ello.
J.P. C.: Pizarro consiguió pacificar a los incas, y de hecho la conquista del Perú fue sencilla. En cambio, no consiguió pacificar a sus propios hombres, y existieron hasta cuatro guerras civiles en el Perú en apenas 15 años. Con Diego de Almagro, con su hijo Almagro “El Mozo”, el levantamiento de Gonzalo contra el virrey Blasco Núñez de Vela y la definitiva batalla de Jaquijahuana contra el juez Pedro De La Gasca. Y entremedio, multitud de escaramuzas. Esa última batalla contra De la Gasca fue la que supone la derrota definitiva de Gonzalo Pizarro y su ejecución. Fue una empresa insólita y a la vez arquetípica por esas razones: el cainismo de que siempre hemos hecho gala los españoles.
G.V.: Entre los distintos escenarios donde transitan los personajes de El rey del Perú hay dos muy destacables, el antiguo poblado incaico Machu Picchu y Cajamarca. En esta cuenta Nayaraq que cuando llegaron a ella los españoles, en sus laderas habría como poco unos 50.000 guerreros. Quizá aquí pudo haberse dado un giro en los acontecimientos y en la historia de Perú tal y como lo conocemos. ¿Puede adelantarnos algo de ese hecho sin desvelar parte de la trama?
J.P. C.: Cajamarca fue la primera y prácticamente única gran batalla entre los españoles y los incas. Fueron 200 españoles frente a decenas de miles (tal vez cientos de miles) de auca runas, como se llamaban los guerreros incas. Esa brutal desproporción numérica debió haber decantado la batalla a favor de Atahualpa, pues, frente a ella, de nada habría valido el poder de las armas de los castellanos. Sin embargo, pudo más la estrategia de Pizarro que esa abrumadora mayoría de hombres.
G.V.: En El rey del Perú hay historia, sangre, épica, pero también amor. Para aquellas y aquellos lectores que se acerquen a su novela con la intención de leer mucho más que narrativa histórica háblenos de la pareja de personajes Gonzalo Pizarro y Nayaraq.
J.P. C.: Simbolizan la unión de dos razas, de dos culturas. Y, como toda mezcla de ingredientes tan distintos, es un amor tormentoso, sacrificado muchas veces, y sometido a los dictados de la política y de los intereses de los conquistadores. Como ha sido la historia de Sudamérica tras la conquista. No se puede olvidar la realidad histórica, y lo cierto es que Gonzalo se casó por el rito inca con la princesa Inquill Túpac, con la que tuvo tres hijos, y que pretendió casarse luego con su sobrina Francisca, hija de su hermano el gobernador, para lo que pidió dispensa al papa. Con ello quiso obtener la legitimidad para proclamarse rey del Perú, pues así unía la sangre de los reyes incas con la de los conquistadores, ya que Francisca era nieta del último gran Inca, Huayna Cápac. En ese escenario tempestuoso se desarrolla esa historia de pasiones entre Gonzalo y Nayaraq. Y lo hace respetando esa verdad histórica, que no se oculta ni se deforma en la novela.
El rey del Perú. Juan Pedro Cosano. Espasa.
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