Entrevista a Elisa Ferrer, Premio Tusquets Editores de Novela 2019

Con su primera novela “Temporada de avispas” (Tusquets) la valenciana Elisa Ferrer se ha llevado uno de los premios más importantes del panorama literario español. Une así su nombre al de otras autoras y autores como Betina González, María Tena, Fernando Aramburu, Rafael Reig o mi tocayo Ginés Sánchez. Licenciada en Comunicación Audiovisual por la Universitat de València, diplomada en Guion de cine y televisión por la Escuela de Cine de Madrid y graduada en el Máster de Escritura creativa en español por The University of Iowa, Elisa Ferrer (L’Alcúdia de Crespins, Valencia, 1983) trabajó como guionista de televisión y analista de guiones de largometraje para el Departamento de Ficción de RTVE. Ha publicado artículos y poemas en diversas revistas literarias, entre ellas Revista Temporales de la New York University o Contratiempo de Chicago. Es autora del cuento «Don Hipólito» en la antología Historias de clase (RiE, 2014). Comparto aquí la entrevista que me concedió al hilo de su novela galardonada “Temporada de avispas”.

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Una de las características que primero encontramos los lectores de esta novela es la de los diálogos fundidos, insertados en el cuerpo de la narración. Imagino que es un recurso para lograr en el lector una mayor inmersión en el pensamiento de la protagonista y el ecosistema de los personajes que la rodean. ¿Nos habla de ello?

   Sentía que el texto corría mucho más sin guiones ni comillas, y yo quería que nada interrumpiera la velocidad de la prosa, la velocidad del pensamiento de Nuria, que nada interfiriera en los hechos, intentar que el lector se sintiera atrapado por la historia.

A Nuria, la protagonista, le gustan los cacahuetes, el bar de Sergio, dibujar avispas, guardar en cajones esos dibujos en carpetas junto a esbozos y viñetas, no levantarse especialmente pronto por las mañanas… ¿Qué más puede decirnos de Nuria antes de enfrentarse al reto del rompecabezas personal que se le plantea por sorpresa?

   Su pasión es dibujar. Cuando dibuja se permite evadirse, refugiarse en su mundo interior. Ama los cómics desde niña. Los colecciona, los devora, siempre van con ella. Es una dramaqueen, pero le salva tener un gran sentido del humor.

El tema del cine, el de la imagen, está muy presente en este rompecabezas argumental. ‘Vemos’ cine y cómic. Desde la alusión al inmortal Dr. Mist a Batman, Spider Man, Hiedra Venenosa, Frank Miller junto a Tintín o el cómic del jefe de Nuria (Marte 3, 2, 1)… pasando por la alusión a Los Goonies (en una taza), La Abeja Maya, Voldemort, El resplandor, Bola de dragón, Belleza y poder, Les Triplettes de Bellville o Sandra Bullock en Speed. Tanto de lo uno y de lo otro ¿se debe a su pasión por ambos géneros o es ‘defecto profesional’?

   Obviamente hay una pasión por ambos géneros, no le voy a mentir, en especial por el cine y la televisión, aunque las referencias a los cómics van más unidas a la construcción del personaje de Nuria. También se deben a la búsqueda de la naturalidad en la prosa, pues cuando tengo una conversación con mis amigos suele estar plagada de “como en ese capítulo de Los Simpsons”, o “¿Vistéis el de Seinfield cuando…?”; creo que este tipo de referencias son muy propias de mi generación y quería mantenerlas en la novela.

“Lo que me enamoró fue la luz que entra a raudales por el balcón y da en mi escritorio (…)”, comenta Nuria cuando encontró el piso que buscaba para vivir. He querido ver una suerte de metáfora, ya que hay muchas escenas en blanco y negro, fundidos, esa búsqueda de la luz metafórica en los recuerdos, amén de la luz del Mediterráneo que también veremos y seguro aporta como autora siendo Ud. valenciana. ¿Qué nos comenta de ello?

   Me sorprende y me gusta que haya visto esa metáfora y, sobre todo, que para usted haya parte del libro en blanco y negro. Nunca me lo planteé así, pero suena precioso, la verdad. Todo es mucho más prosaico, quería hacer una crítica a la burbuja inmobiliaria del alquiler porque convierte en aún más precaria nuestra realidad. El derecho a la vivienda dejó de ser derecho en un momento dado y eso nos complejiza mucho el día a día. Cuando vivía en Madrid y buscaba casa me encontré ante pisos invivibles que se alquilaban por cantidades ingentes de dinero… Viví en un piso interior en el que apenas entraba luz, cuando me mudé, recuerdo que sólo quería una ventana por la que entraran rayos de sol a raudales, que dieran en mi escritorio para escribir a gusto. De ahí el comentario de Nuria. Es verdad que también echaba de menos la luz del Mediterráneo en aquellos tiempos, no le voy a decir que no.

‘Quererse a veces no basta’, relee varias veces Nuria en una de las cartas que encuentra de su madre. Me sirve de pie para preguntarle por la parte emocional de esta novela, no solo la de la protagonista, la de los personajes concéntricos que definen también su leif motive.

   Al construir los personajes intenté que fueran lo más humanos posible, no juzgarles, entenderles, dejar claro que cada uno hace lo que puede (o lo que cree). Por eso, mientras Nuria siente que la ausencia de su padre ha sido una carencia fundamental en su vida, su hermano Raúl, que nunca le conoció, no entiende esa obsesión. Pero, claro, en su infancia no hay ni un recuerdo de ese hombre que para él es sólo un desconocido. Y la madre, a la que tan injustamente Nuria culpa de esta ausencia, no es más que una mujer que ha hecho lo que ha creído mejor para sus hijos, aunque muchas veces no le han puesto fácil que pueda continuar con su vida (en especial Nuria).
Quería reflexionar también sobre cómo en el seno de la familia cada persona siente las vivencias de un modo distinto, como cada persona tiene un rol desde niño, un rol que permanece incluso cuando se llega a la edad adulta. Así, Nuria siempre es la hija desastre, mientras Raúl es el responsable, el ordenado.

Llegamos a la banda sonora de la novela. Ayúdeme a ponerla si se anima. Le doy pie con unos cuantos temas o artistas que aparecen: Parole, parole, Raphael, Cetro di gravità permanente, de Batiato. ¿Alguno más?

   Sí, me gustaría pinchar una canción más, la que abre la novela en forma de cita, el Boomerang de Manel. Una canción que también hace referencia a la imposibilidad de volver a la infancia, que tiene tintes nostálgicos, pero es consciente de que muchas veces no son más que una idealización sin remedio de aquello a lo que ya no se puede regresar.

Temporada de avispas. Elisa Ferrer. Tusquets editores

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