Entrevista a Eva Monzón

Eva Monzón, nacida en Santander, pasó la infancia en Palma de Mallorca. Actualmente vive en Valencia donde trabaja como psicóloga clínica y jurídica además de impartir talleres literarios. Ha publicado: Tiempo Muerto (Bartleby), Entreactos (premio Alfonso el Magnánimo en castellano, (Algar; Sargantana), El día a día (Sargantana). Tradujo el diario inédito en España que llevó Steinbeck paralelamente a su obra: Diario de una novela; las cartas de Al Este del Edén. Tiene escrito el guion cinematográfico de Entreactos, cinco cortos y varias obras de teatro, entre ellas: Lo que no se quiere recordar, El jurado, El descubrimiento, y La pelea (con  la que ganó el certamen de Crono Teatro, en 2014). En esta ocasión, nos concede una entrevista tras publicar En esa delgada línea, (NPQ editores).

P.: Una particularidad de esta novela es el movimiento de voces, de planos; quizá a modo de guiño apunto esta frase del protagonista: ‘Acabo de darme cuenta de que mi madre marchó. Me sucede mucho esto de ir a saltos’.

R.: Es cierto, el tiempo no es tan lineal como parece. Vamos a golpes. Un ejemplo, cuántas veces se está conduciendo, o en un autobús, leyendo o en el trabajo, para, en un momento dado, darnos cuenta de que no nos hemos enterado de nada, que estábamos en las nubes, lejos de la realidad. Esos saltos se hacen continuamente; ir de un pensamiento a otro sin apenas coherencia.

P.: También el tema de estos personajes entrando en escena me ha hecho seleccionar esta otra frase: ‘…cuando más gente conocemos, más comprendemos que hay patrones que se van repitiendo: no somos tan únicos como queremos creer’.

R.: Las personas nos parecemos entre nosotras, tanto física como psicológicamente. Somos únicos por un lado, y muy iguales por otro, independientemente del tiempo y el espacio. Somos más básicos, menos evolucionados y más previsibles de lo que nos gustaría.

P.: El protagonista de ‘En esa delgada línea’ medita acerca del personaje del capellán del hospital, asegura que es ‘un gran aficionado a los crímenes y mentes criminales’; luego añade de aquel que ‘le apasiona el lado oscuro del alma…’ Ello me sirve para preguntarle, como psicóloga, si hay algo parecido a un alma en las personas y, de ser así, si hay ‘lados’: uno oscuro y otro no tanto, si cree que el mal es congénito o aprendido.

R.: Ahí es nada la pregunta. Una que no se ha sabido, ni creo que se sepa, contestar jamás: El Alma. Cada uno se la contesta como puede. Pero sí me gustaría comentar que dentro de cada uno está la capacidad de realizar, tanto lo más atroz, como lo más altruista y que, de hecho, todos somos un claroscuro de ese Bien y ese Mal sin excepciones. Solo depende de nuestra decisión bajo unas circunstancias que lo acoten, alma aparte.

P.: Uno de los personajes ‘secundarios’, María del Rosario, dice algo así como que ‘si nadie lo lee, es lo mismo que callarlo’. Quería preguntarle por la necesidad (o no) del/a escritor/a de ser leído, no solo de contarse a uno mismo una historia al gestar una novela. ¿Luego ha de venir un lector (o cientos) y cerrar el círculo? Si nadie nos lee ¿es como si no se hubiera escrito?

R.: Es como la pregunta oriental de cómo suena un árbol al caer si no hay nadie para escucharlo. Yo creo que aunque no lean lo escrito, sí se ha escrito, igual que el árbol está en el suelo. Pero al contrario de lo que sucedo con el árbol que, solo por caer, creará vida, las palabras que no se recogen, si nadie las lee, quedan muertas para todo aquel que no las escribió. Si solo le sirven al autor, quedan desaprovechadas. Aunque creo que si están ahí, alguien, alguna vez, las leerá

P.: Juguemos ambos sobre la delgada línea de no desvelar de lo que sí revela la sinopsis de contraportada: un asesinato múltiple como hilo de Ariadna de la novela. ¿Se atrevería a decir que esta es una novela de intriga? Lo comento sottovoce por otra frase en la novela. ‘Cuando pienso en Elena –cuenta el protagonista–, la narración se me amotina, alejándose de mi esquema, para jugar a ser novela de intriga’.

R.: Esta novela es un juego de espejos, es y no es novela, es y no es la vida que se narra, es y no es una historia negra, son y no son vidas reales las que se cuentan. Toda ella está en esa delgada línea que separa dos extremos, cada relato, incluido el hilo principal, está en ese centro mismo donde se puede estar vivo o muerto, se puede odiar o amar, ser malo o bueno, inocente o culpable. Es el juego con el que está construido todo el libro.

En esa delgada línea, Eva Monzón. NPQ editores. ISBN 978-84-17257-14-9

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