Me concede una nueva entrevista la escritora castellonense Rosario Raro. Doctora en Filología Hispánica con una tesis sobre las estrategias de escritura en internet y posgraduada en Comunicación Empresarial y Pedagogía, es profesora de Escritura Creativa en la Universitat Jaume I. Su primera novela ‘Volver a Canfranc’ (Planeta, 2015), se ha convertido en un auténtico éxito editorial. De ella se han publicado hasta el momento siete ediciones, siendo finalista de los premios de la crítica valenciana, además de que la productora Diagonal TV ha adquirido los derechos audiovisuales para su adaptación a la pantalla. En 2017 vino ‘La huella de una carta’ (Planeta) que cosechó el mismo éxito de público y crítica. Este año ha publicado ‘Desaparecida en Siboney’ (Planeta), una novela vibrante que ahonda cómo en algunas fortunas de grandes familias españolas cuyo origen proviene del tráfico de esclavos en las colonias americanas de finales del siglo XIX.
Te quería preguntar por el llamado “viaje redondo” que mencionas en esta novela para enmarcar el contexto histórico. Un recorrido transoceánico de vital importancia en la época no solo para el comercio de productos y personas. ¿No es así?
Sí, redondo sobre todo en cuanto a las ganancias. Se le llamaba eufemísticamente «comercio triangular» a la trata de seres humanos. Los barcos partían de Europa hacia África, de allí a América y del Nuevo Continente hasta aquí de nuevo. En ninguno de los trayectos los buques navegaban vacíos, eso hubiera sido una pérdida de dinero enorme. A África llevaban licores, caballos, armas… Había una estrategia de los negreros: enfrentar a los distintos pueblos, a las tribus, para que ya les entregaran a los prisioneros atados así ellos no tenían que cazarlos. Cuando tras un viaje infernal, al que muchos no sobrevivían, los descargaban en América, sobre todo en Brasil, Cuba, Puerto Rico, Haití… Los barcos volvían con lo que nosotros conocemos por coloniales, los productos que se vendían en los ultramarinos: café, cacao, azúcar… también tabaco y mucho algodón para la industria textil.
Hay poderosos personajes femeninos, no solo Dulce Sargal, la madre de Romi Gormaz en busca de aquella, de ahí el título de la novela… Respecto al protagonista masculino en ‘Desaparecida en Siboney’, al Mauricio Sargal real, creo que fue un abogado que además de leer mucho, escribía, por ejemplo, una historia sobre el cuplé. La sociedad actual maneja palabras como rarito o friki a menudo para aquellas personas con gustos excéntricos. Eso ahora, casi podemos imaginar con qué tuvo que lidiar una persona como Mauricio enfrentándose a la mentalidad de la época. Háblanos de los dos Mauricios, el abogado y escritor y el de ‘Desaparecida en Siboney’.
A mí me interesaba que los dos antagonistas no fueran el bueno y el malo al uso, cada uno tiene sus virtudes y sus defectos, por ejemplo, el cuñado de Mauricio Sargal es muy trabajador, un hombre hecho a sí mismo, pero eso sí en los negocios, más que turbios, criminales. Mauricio, como diríamos coloquialmente, “no ha dado un palo al agua en su vida” y ocupa sus horas en correrías no demasiado edificantes. Yo creo que un autor no puede asumir el papel de San Pedro a las puertas del cielo y decidir quién entra y quién no. En Desaparecida en Siboney no hay santos. Cuando Deva y Mauricio con el mariscal Santos Rivadeneira agonizante entran en la santabárbara… yo moralmente puedo considerar que es un acto muy reprobable, pero… todo eso deja de tener importancia cuando lo que escribimos no es un tratado de ética. Hay que dejarlos que sean seres de contradicción como decía Unamuno, ahí está, en parte, su humanidad.
Además de la Barcelona del XIX, también hay pasajes en el norte de España, pero una buena parte de la novela transcurre en la perla del Caribe, en Cuba. Junto al exotismo del paisaje y de sus gentes del que como lectores no podemos escapar a través de tus descripciones, está el misterio, el espiritismo, la santería, los exorcismos… Viajaste a Cuba varias veces, cuéntanos más acerca de esto que viste, de lo que palpita en la novela y de lo que lo subyace en la isla si decidiésemos ir a ver los escenarios de tu ‘Desaparecida en Siboney’.
Por una parte, la presencia europea es muy evidente en la lengua y en la arquitectura, pero la huella africana lo impregna todo: el baile, la música, la forma de vestir, la gastronomía y aquello que es más difícil de doblegar por mucha evangelización que se pretendiera: la espiritualidad, la santería, el método de adivinación con los caurís o cauríes que aparece en el primer capítulo. La religión yoruba y el sincretismo que se produjo con la católica, los orishas, la virgen de la Caridad del Cobre, patrona de Cuba, pero a la vez Oshun para los practicantes de la santería, son ejemplos de ello.
Max Aub cuando vino a España de visita desde su exilio mexicano que ya duraba entonces unas tres décadas dijo: «Soy un turista al revés: vengo a ver lo que ya no existe». Eso mismo me pasa a mí cuando voy a Cuba.
‘Desaparecida en Siboney’. Rosario Raro. Editorial Planeta.
Puedes leer además la entrevista que me concedió por: ‘Volver a Canfranc’ y ‘La huella de una carta’