Se estrena este fin de semana en nuestro país Django Desencadenado que ya cosecha varias nominaciones a los Oscars 2013 además de los recientes Globos de Oro a mejor guión para su también director Quentin Tarantino y mejor actor de reparto para el soberbio Christoph Waltz.

La película película de Tarantino se estrena rodeada de las ya habituales polémicas por la violencia de sus películas a las que hay que sumar las numerosas voces en contra –entre las que se sitúa el director Spike Lee– de que la película tratara un tema tan grave para la historia norteamericana como es la esclavitud.

Lo cierto es que el cine de Tarantino no se ha caracterizado precisamente por su rigor o querencia por lo histórico, pero ya con Malditos Bastardos quiso fantasear con otro final para la Alemania de Hitler e introdujo el tema del holocausto judío todo ello en clave de vendetta. Ahora con Django Desencadenado sigue ese camino y se atreve con el espinoso tema de esclavitud haciéndolo de un modo un tanto sensacionalista. Pero Django Desencadenado no es una película sobre la esclavitud, es un western que se encuentra este problema en su desarrollo en una época pre-guerra civil. Tarantino no obstante aprovecha la ocasión para cargar contra el pasado esclavista de su nación e incluso se atreve con un cómico episodio parodiando al Ku Klux Klan.

En cierta manera los western han sido siempre una de las referencias mas visibles del cine de Tarantino, en especial el spaghetti western, pero es en Django Desencadenado donde esas referencias cristalizan en un ejercicio de homenaje, más que de copia, a los clásicos del género. El resultado es espectacular tanto en interpretación, en dirección y, por supuesto, en banda sonora, en la cual Quentin se atreve a pasar del rap a Ennio Morricone sin despeinarse.

El resultado es también excesivo y esto pasa factura especialmente al final de la película, que tiene un arranque más delineado y comedido. Se evidencia que, pese a estar ante un producto 100% Tarantino, nos encontramos ante su producción de mayor presupuesto, una barra libre por parte de los estudios para que el de Tennessee se recree a gusto en sus referencias y en si mismo.

Jaime Foxx nos deja un potente Django, redondeando una interpretación a la altura de la película y de las exigencias del cine de Tarantino. Aunque la interpretación más sobresaliente de la película sale de manos de Christoph Waltz en la piel del Dr. King Schultz, cazarecompensas de origen alemán que se cruza en el destino de Django para poner freno a la esclavitud de este y emprender la búsqueda de su esposa y nos deja algunas peroratas para el recuerdo a la altura de aquella de los judíos y las ratas en Malditos Bastardos.

Destaca también Leonardo DiCaprio, quien debuta con Tarantino en un papel como abyecto terrateniente de una plantación de algodón del profundo sur, racista y cruel como pocos. Despista un poco más Samuel L. Jackson en su papel de esclavo negro, racista  a su vez con los negros. Como curiosidad, el propio Tarantino hace un breve papel como empleado de la compañía minera que lleva a Django de camino a los trabajos forzados.

la gonzoCine
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