Caiga la deshonra sobre mí por decir esto: las mujeres leemos menos Ciencia Ficción, SciFi para los amigos, que los hombres… –pasada la indignación de quien se indigne, continúo–, pero aunque sea un género de esos que no nos motiva demasiado, hay algo que sí nos gusta, que sí observamos y por lo que, las de mi calaña, sienten cierta predilección: los grandes autores, los grandes personajes.

El último que he descubierto es Isaac Asimov, y curioso, lo hice no por su obra, si no por la autobiografía que editara la viuda en cuestión con título: Ha sido una buena vida. Hace relativamente poco –hablamos del 6 de abril–, se cumplieron veintidós años del fallecimiento de este genio, escritor y bioquímico, que en su última obra, la más íntima, la más auténtica, la más Asimov de todas, revelaba una cantidad importante de detalles que me empujan a sentir interés por su obra, la otra, la SciFi que nunca me despertó curiosidad. ¿Cuáles son los detalles? Vamos a comentar algunos, claro que sí:

–En 1969 este hombre estaba en una entrevista de televisión cuando el presentador, sabiéndole ateo, forzó la situación para que respondiera a la pregunta de si creía en Dios o no. Tras una lucha de guiños e indirectas –ya sabéis que no estaba bien visto declarar que eras ateo en la televisión americana, u otra–, Isaac acabó por decir que no había pensado mucho en el tema, pero que Dios era más inteligente que él y seguro que en algún momento le encontraba. Por supuesto los espectadores, conociendo el carácter del escritor y la perspicacia del periodista, estallaron en risas. Bueno, pues esa misma noche Asimov sufrió un dolor muy fuerte ya que sufría de cálculo renal. Ahí, después de pasarlas canutas y siguiendo en su línea, no dudó en declarar ante los medios: “vale, ya me has encontrado Dios, ahora déjame ir”.

–Era optimista, además mucho. De él es la frase Me parece importante creer que la gente es buena, incluso si tiende a la maldad”. Esto que os pego aquí solo es el comienzo de un discurso genial reflexionado en una de sus cartas. Os lo recomiendo.

–También le dio irrisoriamente al feminismo. Pobre Isaac, alias “El incomprendido”. Veréis, estaba en un seminario en Nueva York sobre creatividad, corría el año 1963. Mientras uno de los asistentes leía un ensayo sobre la creatividad en el trabajo científico con frases introductorias como “El científico debe elegir una esposa que…”, se sintió muy incómodo por lo sexista del asunto, interrumpiendo al orador con este argumento: “Ese científico también podría elegir un esposo, ¿no les parece?”. Todo el mundo guardó silencio, alucinando. Él, todavía más molesto porque tanta mente brillante no le entendiera, exclamó: “Demonios, el científico podría ser una mujer, ¿o no?”. Tuvo que sorprenderse mucho, sobre todo si pensamos que dos de las asistentes al seminario era mujeres mostrándose tan impactadas como los hombres por las declaraciones de Asimov.

–El guardia de una biblioteca le confundió con Dios. Esa no os la cuento, os va a encantar descubrir cómo sucedió una cosa así por vuestros propios medios, ya veréis.

Ahora, tras conocer los retales de su vida que me han impulsado a leerle, viene la nota triste. Isaac Asimov murió a los setenta y dos años de edad. La causa de su fallecimiento fue un misterio durante bastante tiempo, hasta que se supo que lo provocó el SIDA, contraído a raíz de una transfusión cuando le operaron para ponerle un marcapasos. No es triste el fallecimiento en sí, era un anciano, no se fue pronto como Freddy Mercury o Hervé Guibert, el escritor francés; lo que me hace arrugar un poquito la nariz es saber que cuando la familia conoció la noticia, decidieron ocultarla a todos, porque a pesar de ser quien fue, a causa de estar enfermo y además ser judío, tanto su familia como él sufrían serios riesgos de marginación y cosas peores por haber contraído la enfermedad, que en aquella época era un misterio aterrador.

Me gusta pensar que a pesar de sus últimos tiempos, este tío fue más feliz que una perdiz con su máquina de escribir. Me gusta filtrar y descubrir buen rollo en sus historias, ese canto a la bondad y al aprendizaje, que no pensé iba a encontrar en novelas de Ciencia Ficción, elevado casi como si fuera metaliteratura.

No sé, supongo que Asimov es uno de esos que sigue y seguirán haciendo pensar a la gente, aunque lleven décadas muertos. Ahí queda eso.

Miriam AlonsoLiteratura
Caiga la deshonra sobre mí por decir esto: las mujeres leemos menos Ciencia Ficción, SciFi para los amigos, que los hombres… –pasada la indignación de quien se indigne, continúo–, pero aunque sea un género de esos que no nos motiva demasiado, hay algo que sí nos gusta, que sí...