BERLÍN VINTAGE entrevista a Oscar M. Prieto.

Hay muchos autores de muchos tipos; también los hay destacados. Digamos que Oscar M. Prieto, bien sea porque he seguido su obra desde el principio, o porque tiene la habilidad de llevarse abismos con otros escritores, creando personajes y situaciones que me recuerdan al realismo mágico; atmósferas cálidas a rebosar de arte, juegos de luces y sombras tan puras como metafísicas, es uno de ellos.

No me entretengo más en la introducción, aquí tenéis la entrevista.

 

M.: Vamos al lío, directos. Aldous, tu protagonista, recorre el mundo para contemplar las obras de Caravaggio, ¿podríamos decir de él que es un fan de los de siempre, pero elevado a veinticinco? ¿Cómo nos lo definirías?

O.: ¡Qué va! Aldous no tiene nada de fan, abreviatura de fanático. Aldous en un momento concreto percibe contemplando La Vocación de San Mateo de Caravaggio que ahí hay una grieta, una grieta por la que entra la luz, la luz siempre entra por las grietas, exige de un desgarro y Caravaggio es ese desgarro en el absurdo, la ocasión de la luz en mitad de la sombra. Caravaggio, para Aldous, es la rendija bajo la puerta por la que se cuela la luz, es la única fila de huecos de la persiana que no está del todo cerrada por la que entra la mañana de un domingo.

M.: Segunda e importante cuestión: ¿en qué género se cataloga Berlín Vintage? Me encaja en tantos que tengo serias dudas.

O.: Je, je. Mira, yo por género siempre entendí tejido, cuando algo tenía buen género es que era buena la tela, o también la carne, sí, mi madre tenía una carnicería y tenía buen género de carne. Te cuento esto porque lo de los géneros es algo que levanta una ceja, como la de Ancelotti. Te podría contestar, claro que sí, pero prefiero decirte lo que el campesino de Amanece que no es poco: Qué lástima, yo soy un sujeto muy primario sujeto a las pasiones, a mí lo que me gusta es beber e ir de putas. Además, cualquier cosa que os dijera sería una estupidez. Pues eso.

M.: Hay una presencia que acosa a Aldous durante sus viajes…

O.: Más que una presencia es una ausencia. Más que presencia o ausencia, en realidad se trata de esas remotas posibilidades, aunque a nosotros nos parezcan cotidianas, de encontrarse. Te contaré. En Roma me encontré tres veces, tres días distintos, en tres lugares distintos a la misma persona. La realidad que revela un encuentro me parece fascinante: coincidir en el espacio y en el tiempo. Es casi un milagro que dos personas lleguen a encontrarse a coincidir en el espacio y en el tiempo, piensa lo grande que es la Tierra, el universo y piensa también cuánto tiempo ha pasado y cuánto queda todavía por pasar. A la tercera vez que me lo encontré, me senté en una terraza e imaginé que me lo encontraba también en Londres, en Malta…. Sin ninguna relación. Se me puso la carne de gallina. Había tema.

M.: La visión que nos va mostrando el protagonista sobre Caravaggio, ¿en qué se parece a la que nos legó la historia? Creo que la biografía sobre él de Berlín Vintage es una de las mejores que he leído.

O.:  Gracias Miriam. La biografía de Caravaggio que Aldous nos va relatando en la novela, como él mismo dice, es la biografía personal y privada que él se ha ido perpetrando a lo largo de años, en palacios, en templos y bibliotecas, recorriendo las mismas calles por las que corrió Caravaggio, las plazas en las que se batió a duelo, las iglesias en las que rechazó el agua bendita que le ofrecían para limpiar sus pecados veniales diciendo: No te preocupes porque los míos son todos mortales. Es cierto que no tenemos muchos datos sobre la vida de Caravaggio, es sorprendente que casi los únicos testimonios que han llegado hasta nosotros sean actas de detenciones, de procesos judiciales, de condenas, es cierto que apenas conservamos de él un par de líneas escritas y que sólo  firmó con su nombre uno de sus cuadros, sin embargo, precisamente, nos quedan sus cuadros, sus obras y es a través de ellas como Aldous comparte con nosotros y nos cuenta la vida de uno de los personajes más apasionantes de la historia, un genio insobornable.

M.: Te gustan, le gustan, nos gustan las barbas. Un perfil interesante.

O.: Ah, ya sé a qué te refieres. ¿ Qué te parece si dejamos que conteste a esta pregunta el propio Aldous? “Porque eso sí, debo decir que llevo barba. Una barba poblada y recortada en función de la estación del año, una barba aceptada como amuleto protector, con la que intento paliar las consecuencias de las que nos advierte Savinio en su Nueva Enciclopedia: Y quizá, la decadencia de la novela en Europa se deba en parte a la desaparición de la barba. Entiendo que se refiere a que los personajes masculinos ya no llevan barba, y campos de batalla, avenidas y sótanos anarquistas se describen como escenarios rasurados, desprovistos del ambiente cargado y heroico que aportaban unas buenas barbas decimonónicas y, lo que es aún más grave, que las pasiones afeitadas, en cierto modo, se han vulgarizado”.

M.: Dejando el físico, entremos en la psicología del personaje: ¿por qué esa tendencia a la perturbación ante detalles simples? ¿Influye no tener que preocuparse de la subsistencia, comer, pagar facturas, el trabajo, etc., en la psique del protagonista?

O.: Ya sabes lo que decían los clásicos: primero vive y luego filosofa. No se puede filosofar con el estómago vacío. Hasta Lope de Vega decía que si no hubiera tenido que alimentar y dar de comer a su familia otra cosa hubiera escrito, mucho mejor. ¡Grande Lope! Aldous disfruta observando todo lo que le rodea, también las personas. Aldous aplica el poderoso instrumental del pensamiento para hablar de cosas cotidianas, por ejemplo las moscas que le molestaban en su apartamento del Trastevere. De alguna manera subvierte la escalada de valores establecida y dedica atención a lo banal y transitorio al tiempo que banaliza las palabras graves y lo que representan, demasiado serias para tomárselas en serio.

M.: Quien abre tu novela encuentra, entre otras cosas, un libro lleno de teorías. Me llamaron mucho la atención cuatro: salas de espera en los aeropuertos, labios rojos, reencuentros y cosas pendientes, aunque creo que esta última es la que más me dio que pensar.

O.: Bueno, ya sabes lo que dice Unamuno en San Manuel bueno y mártir, que no hay nada peor que pensar ocioso. Sí, Aldous, piensa ociosamente y elabora teorías, que olvida al instante, por supuesto, para entretenerse. Aunque algunas si se las toma en serio, como estas tres que acabas de citar. En su opinión está bien diseñado que los aeropuertos queden alejados de las ciudades porque así da ocasión al viajero para tomar consciencia de que está en otro lugar porque ahora los aviones van demasiado rápidos y no somos conscientes del viaje. Yo estoy  de acuerdo con Aldous en que siempre hay que dejar algo por hacer, es la manera de ser invulnerable a cualquier peligro hasta que lo hagas, si te has comprometido a hacerlo, si has dado tu palabra. Te contaré una cosa, en todas las ciudades que me gustan, siempre dejo algo por ver, aún con pena, es el precio a pagar, para así volver a ellas. Cuando uno de la palabra de hacer algo, muy terco se tiene que poner el destino para impedir que no pueda cumplirla.

M.: Comprobamos que hay lugar para el amor entre tanto viaje.

O.: Berín Vintage es la odisea de Aldous, la odisea de quien pretende conocerse y saber quién es. Nunca llegaremos a saber quiénes somos, ni individual ni colectivamente, si no es a través del amor. Ni siquiera la mecánica cuántica puede ayudarnos en esto. Sólo en el amor llegamos a ser todo lo que podemos ser. Y no hablo en plan romántico, hablo ontológica y gnoseológicamente. En realidad, a quién pretendo engañar, Berlín Vitange tiene su historia de amor, que no es otra que una reinterpretación del cuento de Cenicienta, sólo que aquí, en lugar de un zapatito de cristal, Aldous busca a su princesa con un verso de Paul Celan. Viva el amor!

M.: Centrémonos en el amor romántico. Sabemos que es un tema universal y, leyendo por ahí, sé de tu apuesta al respecto, pero muchos pensamos que quizá se haya explotado demasiado y quizá (me la juego), ya no sea capaz de mover mundos, menos todavía el del arte, donde se ha abusado tanto de él. ¿Qué opinas? ¿Puede la literatura mantener al amor como protagonista?

O.: Uno de los últimos cuadros de Caravaggio que Aldous visita y nos describe es “El amor victorioso”. Representa al amor, caprichoso y vital, desnudo y sonriente, Aldous lo describe así: “A sus pies, con las uñas sucias, signo inconfundible del autor, instrumentos de música, escuadras, compases, laureles, armaduras, partituras, libros.  Sus muslos, ligeros y tangibles, sobre una sábana blanca –bajo ella, un manto azul estrellado, señal inequívoca de que su dominio se extiende sobre tierra y  cielos-“. Su dominio se extiende sobre tierra y cielos. “El amor que mueve el sol y las estrellas”. En ese mismo cuadro, Caravaggio ha querido recoger este verso de Virgilio: Omni Vincit Amor. El amor todo lo vence. Et nos cedamos amori. No nos resistamos al amor. Lo dije hace años y lo repito ahora: el problema de este mundo es que no hay amor, es que la gente no se quiere y esto no puede ser. ¡Que se reúna la Asamblea General de la ONU inmediatamente y de solución a este problema!

M.: Siguiendo con el amor, he de decir que me encanta tu proyecto labios rojos y su espíritu solidario. Háblanos de él.

O.: Aldous opina que no hay una razón más honda para amar la vida que una mujer con los labios pintados de rojo. Inspirado por estas palabras, me comprometo a hacer un donativo para MSF por cada fotografía que me enviéis con los labios pintados de rojo y un ejemplar de Berlín Vintage, mujeres y hombres, sin distinción de raza, sexo o religión. Sólo importa el rojo de los labios, cuanto más rojo mejor. Ya me han llegado algunas, entre ellas la tuya, Miriam, y lo agradezco. Es casi como dar de comer verdura a los niños, una manera de ayudar, sin darnos cuenta y además divirtiéndonos. Así que os animo a que me enviéis esas fotos. No se trata de un pase de modelos. Todos tenemos labios.

M.: Yo también hago teorías, aunque menos chulas. Creo que a veces es complicado empatizar con un personaje de peculiaridad manifiesta así, a bocajarro. Pensemos en Sherlock, en su mente brillante. Él tenía a Watson como puente para traducir sus procesos mentales al lector, resumiéndolos, haciéndolos más simples, pero Aldous está solo ante el peligro en rabioso directo.

O.: No tengáis miedo, lectores, acercaros a Aldous que no muerde, os lo prometo. Como pasa con todo el mundo que acabas de conocer, a Aldous también hay que darle unas páginas e ir trabando confianza con él, pero creo que es un buen compañero de viaje, divertido, irónico, amable e incluso, dentro de su cinismo, cariñoso. Estoy seguro, de verdad, de que al terminar el libro, queridos lectores, vais a echar de menos a Aldous,  seguirle en sus viajes,  sentaros con él en una terraza y ver pasar a la gente inventando sus vidas según pasan.

M.: ¿Hiciste tú el camino que recorre Aldous en la novela? Tengo entendido que al menos una  parte sí.

O.:  Claro que sí, todo el recorrido y más. Es uno de los elementos que aportan autenticidad a la Berlín Vintage y la hacen atractiva a los lectores, sus escenarios. Berlín Vintage está ambientada en Roma, Londres, Madrid, Malta, Sicilia, San Petersburgo, Milán, Berlín y Ginebra. Mi imaginación no da para tanto como para escribir sobre estos lugares, así que no me ha quedado otra que visitarlos. Qué castigo. Todos los lugares, los bares, las calles, los rincones que aparecen en Berlín Vintage los he visitado antes. Bromas aparte, no había otra manera de escribir esta novela con honestidad y con rigor. Si de verdad pretendía escribir sobre Caravaggio tenía que ver con mis propios ojos sus obras, pasarme horas delante de ellas y muchas de ellas visitarlas varias veces a lo largo de muchos años. Invito a los lectores a seguir el periplo que sigue Aldous, sin duda disfrutarán de unas vacaciones inolvidables si visitan todos estos lugares.

Gracias Oscar.

1 comentario

  1. Amanece que no es poco, Lope, Unamuno y, por supuesto, Caravaggo… Que interesante entrevista, la verdad. Ahora estoy infectado por la curiosidad de leer Berlin Vintage. Enhorabuena.

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