Comparto esta semana la entrevista que me concedió Miguel A. González para La Gonzo Magazine. Ha publicado recientemente la novela Prolepsis con la que obtuvo el Premio de Novela Ciudad de Badajoz.

 

P.: Tengo curiosidad por conocer el origen de esta novela, la idea o chispa creativa que la originó, quizá antes de empezar a teclearla al ordenador.

R.: Prolepsis nace de una larga crisis creativa. Yo no soy uno de esos autores que disfrutan con su trabajo. A mí me apasiona escribir, pero sufro cuando lo hago. Me cuesta desarrollar una idea, lograr que avance. Para mí, terminar un libro es como recorrer un camino largo y angosto. Y antes de dar con esta historia, pasé un largo período de bloqueo en el que me llegué a preguntar qué pasaría si nunca más lograra escribir. Y de ahí nace la historia, de esas crisis personales que todos tenemos y a las que debemos enfrentarnos a lo largo de nuestra vida.

P.: La novela se divide en tres partes. Lejos de hacer una prolepsis (en minúscula), me ha recordado a la tríada de Hegel. No sé si quiere apuntar algo al respecto como guiño a las y los lectores.

R.: Lo que más me gusta de la estructura de Prolepsis, y lo que más me interesa de la tríada de Hegel, es más o menos lo mismo: su capacidad circular. Me gusta pensar que las historias se componen como círculos. No como un único círculo, sino como diferentes círculos que se retroalimentan. Y así construyo mis novelas. Cada capítulo es como una pista, como una miga de pan que dejo en el camino, a la que después regreso.

P.: Comentaba que en Prolepsis aparecen referidas otras obras literarias, pero también escuchamos mucha música, desde Prince o José Alfredo Jiménez a Jerry Lee Lewis. ¿Se atrevería a recomendarnos una banda sonora para esta novela, aunque sea breve?

R.: No sé si sería capaz de incluir una banda sonora para la novela. Soy muy caótico como oyente musical, paso de un género a otro sin mucho criterio y puedo estar semanas escuchando a una banda y después olvidarme de ella. Pero sí que recuerdo con cierta claridad algunas de las voces que me acompañaron durante las jornadas de escritura: Laura Gibson, St. Paul and The Broken Bones o Bambino, por citar algunos.

P.: Alguien dijo en cierta ocasión que la brevedad es un signo del talento. Prolepsis es una novela corta, merecedora del Premio de Novela Ciudad de Badajoz a tenor del jurado. Brevedad que se consigue como verán las y los lectores no solo en lo que se nos cuenta, sino -casi- con más énfasis en lo que se calla. Coméntenos esa parte silente, como lo que no se ve en el iceberg según la teoría homónima del gran Ernest Hemingway.

R.: Yo, al igual que Mina (el protagonista de Prolepsis), imparto talleres literarios. Y siempre dedico una clase completa a abordar la teoría del iceberg de Ernest Hemingway. Para mí la literatura es todo lo que queda entre líneas, lo que no se puede ver o leer de forma explícita. Siempre que escribo, cuando llego a un momento importante del libro en el que tengo que abordar una muerte o un anuncio que cambia el rumbo de la historia, lo que me pregunto es cómo puedo contarlo sin contarlo. Esa es la pregunta que les digo a mis alumnos que deben hacerse. Hay que dar con la manera de contarle al lector las cosas sin llegar a contárselas. Ahí radica la clave.

P.: “Puedes tener suerte una vez, pero al final la suerte se termina y entonces estás jodido.” Es un consejo que le da el padre del protagonista a este. No me resisto a preguntarle por ello, por la suerte efímera y por la validez de la misma en su caso, si se atreve.

R.: Recuerdo una rueda de prensa de Luis Aragonés en la que venía a decir algo así como que le parecía muy curioso que el número de horas que dedicaban a entrenar estaba directamente relacionado con la buena o la mala suerte que tenían en los partidos. Usamos el término suerte muy a la ligera. Normalmente la suerte no es más que trabajar mucho. Parafraseando a otro entrenador, en este caso Diego Pablo Simeone, él dice que el diccionario es el único lugar en el que el éxito llega antes que el trabajo. Yo no creo mucho en el azar.

Miguel Á. González (Madrid, 1982) es narrador, poeta y dramaturgo. Publicó su primer relato en el año 2003; desde entonces intenta sobrevivir ejerciendo como cuentista, cumpliendo de forma estricta con las tres acepciones que emplea el diccionario de la Real Academia Española. Galardonado en algunos de los certámenes más prestigiosos del panorama nacional e internacional, en su obra destacan las novelas Todos los miedos (Siruela), premio Café Gijón 2015; Cariño (Alianza), elegido entre los diez mejores libros del 2018 por la revista Forbes; el texto autobiográfico Un nublao de tiniebla y pedernal (Comba), premio Ciudad de Alcalá 2020, o la novela negra Dios no está con nosotros porque odia a los idiotas (Menoscuarto). Como dramaturgo, ha sido merecedor del premio Fray Luis de León por la obra Aguantar la respiración (2017) y del premio Max Aub por la obra Modo avión (2019).

Prolepsis. Miguel Ángel González. Alrevès Editorial.

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Foto del autor: ©Javier Verdugo (Cortesía de la editorial)
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