Esta semana me concede una entrevista José Luis Muñoz (Salamanca, 1951). Viajero, articulista, crítico literario y cinematográfico y activista cultural, es uno de los referentes de la novela negra española, presente en festivales literarios de España y Francia, y autor de más de 45 libros publicados entre novelas y relatos con los que ha obtenido, entre otros, los premios Tigre Juan, Azorín, La Sonrisa Vertical, Café Gijón, Francisco García Pavón, Camilo José Cela, Ignacio Aldecoa y el Bruma Negra a toda su carrera. En La Gonzo Magazine he compartido varias entrevistas concedidas con anterioridad para quien quiera saber más sobre este autor. Acaba de publicar la colección de relatos ‘El mokorero del Okavango’ (Verbum) por la que le pregunto.

Entre los rasgos característicos de estos doce relatos encontramos la violencia, contenida o no, el alcohol y las pasiones de los protagonistas. Háblenos de estos tres ingredientes no solo en estos relatos, sino en el resto de su obra literaria.

Hay relatos en los que la violencia es nuclear como El color de la piel, basado en un hecho real, Maturei Ulamba Maturei, que habla de una brutal revuelta de esclavos contra sus desalmados amos escrita antes de que se proyectara El nacimiento de una nación, o El combate, centrado en un boxeador al que una noche de sexo desbocado le pasa factura luego en el ring. La violencia está presente en mi literatura del mismo modo que está presente en la sociedad y forma parte de la naturaleza humana. La civilización busca sublimar esa violencia a través de muchos deportes de contacto. La violencia está en todas las artes porque refleja una faceta terrible del ser humano, la destructiva. Podría hablar de Kubrick en el cine, de Caravaggio en la pintura o de Jim Thompson en la literatura. En mi literatura la violencia se presenta como algo completamente rechazable, hacia la que siento horror, en las antípodas de la banalización tarantiniana, por ejemplo.

He creído ver también en estos relatos cierta denuncia social, de reflexión alrededor del racismo, los tópicos hacia la raza negra y de supremacía de Occidente hacia las personas de color, como a veces se les ha llamado en distintos medios. ¿Coincide en ello?

Me remito a una respuesta anterior. No somos el centro del mundo, ni siquiera la civilización más antigua. Tenemos una deuda que jamás podremos saldar con África, hemos cometido con su población uno de los más espantosos genocidios jamás conocidos, hemos exprimido el continente africano saqueando sus riquezas. Lo seguimos haciendo, y rechazamos a los que huyen de países que hemos destrozado. Como europeo y occidental siento vergüenza por Europa y sus políticas con África.

En el relato ‘El elefante enfurecido’ el protagonista dice que ‘como suele pasar con buena parte de los que pisan el continente negro, me sentí totalmente abducido por su belleza virgen;’ ¿Qué opinión tiene de quienes viajan a este continente con una cámara de fotos como quien visita un domingo el Parque del Retiro sin ser consciente de la realidad de quienes viven en él?

Hace poco comentaba ese fenómeno del turismo masivo con un colega y amigo con el que coincidía que viajar se está convirtiendo en algo muy poco atractivo precisamente por esa masificación de turistas que van a consumir países, a capturar con sus cámaras de fotos todo lo que ven y se dejan fuera de su objetivo la esencia. Eso está pasando con África que es un destino turístico al alcance de mucha gente, un objeto de consumo más. Al final todo se reduce a la mirada. Hay millones que no saben mirar, hay algunos miles que sí. Lo malo es que esas migraciones masivas de consumistas puntuales están destrozando la diversidad planetaria y quedan ya muy pocos lugares vírgenes. Hace muchos años viajé a una isla maravillosa llamada Ko Pi Pi, en Tailandia. El rodaje de una película infame de Leonardo di Caprio allí y el posterior tsunami que la arrasó y le dio celebridad la han convertido en Benidorm. Los occidentales somos como el caballo de Atila, por donde pasan nuestras maletas no vuelve a crecer la hierba.

Querría preguntarle por el cine, sé que es un amante de este género, y no me resisto a preguntarle por el azar o la intención del nombre de Fedora en su relato ‘La negra vestida de blanco’.

Ese también es uno de esos relatos con magia particular. Se produce un salto del porno, esos dos amigos que se lo quieren montar con una chica negra, al relato amoroso en pocas líneas, y lo que parece una cosa se convierte exactamente en lo contrario. El cine está muy presente en mi producción literaria y hago constantes guiños al séptimo arte, incluso para describir a algún personaje lo comparo con un actor de cine conocido directamente. Es cómodo y efectivo. Mi creación literaria está muy ligada al cine porque mi literatura es muy visual y porque el cine es uno de mis grandes nutrientes junto con la pintura. El mismo título del relato es un guiño a La novia vestía de negro de François Truffaut.

El mokorero del Okavango, de José Luis Muñoz. Editorial Verbum. ISBN: 9788490747131

José Luis Muñoz presentará ‘El mokorero del Okavango’ el próximo viernes 19 de octubre a las 19 horas en la Librería Alibri, calle Balmes, 26 de Barcelona. En el acto, el autor estará acompañado por el abogado y escritor José María García Sánchez. Al finalizar, se servirá una copa de cava entre los asistentes y un pica-pica.

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Esta semana me concede una entrevista José Luis Muñoz (Salamanca, 1951). Viajero, articulista, crítico literario y cinematográfico y activista cultural, es uno de los referentes de la novela negra española, presente en festivales literarios de España y Francia, y autor de más de 45 libros publicados entre novelas y...