jose-luis-munozEn esta entrevista al escritor José Luis Muñoz por su novela La bahía humeante (Traspiés) encontramos mucha literatura, pero también mucho cine y mucho viaje. Muñoz nos habla de Viggo Mortensen o Stanley Kubrick para una hipotética adaptación a la gran pantalla de este road novel. También de cómo sobrevivió en su viaje a Islandia gracias a su sangre… fría.

P.: Al principio de La bahía humeante –y en algunos fragmentos posteriores aquí y allá– me ha parecido que Ud. y el protagonista, Max Rigalt, comparten pasiones, encuentros y algún secreto quizá. Coméntenos qué deja en sus novelas de sí mismo cuando las escribe, si hay mucho o poco de Muñoz en Rigalt.

R.: Con Max Rigalt comparto el desencanto con el mundo literario y el mundo en general que se está degradando a marchas forzadas. La novela habla de distintas formas de ver la literatura, del éxito literario, cuestiona la autoría, habla de la impostura que era el tema central de una novela anterior, La muerte del impostor.

La bahía humeante surgió de un viaje que hice a Islandia. Me pareció un país extraordinario con un paisaje subyugante, un escenario perfecto para ubicar una novela negra allí que surgiera del enfrentamiento de estos dos escritores con puntos de vista tan dispares. Uno, es un perdedor, como corresponde a la tipología del género negro; el otro, Eric Burdom, es un farsante, un tahúr que aspira a tener un éxito inmerecido. La novela es una especie de fábula sobre el mundo en el que vivimos, una crítica feroz al concepto de la modernidad que es una estafa que todos hemos acabado aceptando. Viajar, por poner un ejemplo fácilmente entendible, se ha convertido en una pesadilla para el viajero, una carrera de obstáculos que empieza en esos controles de entrada haciendo larguísimas colas, que muchas veces te hacen perder el vuelo, otras te dejan sin asiento porque hay overbooking, te anulan vuelos porque sí, tienes que sacarte el billete, validar tu pasaporte en una máquina, facturar tu equipaje y solo falta que pilotes el avión. Así en todo porque nos hemos convertido en un rebaño sumiso que no reclama la deuda de la banca, que no protesta por los abusivos precios de la luz, el gas o la gasolina, una masa amorfa acrítica con la que el poder hace lo que le viene en gana.

P.: Como en otras obras suyas, además de guiños literarios encontramos también cinéfilos. Por ejemplo, a los actores Lena Olin, Max von Sydow, Rurger Hauer o al director Stanley Kubrick, por citar a algunos. ¿Cómo se maridan estos cameos a la hora de escribir una novela? ¿Qué le debe el cine negro a la literatura del género policial?

R.: Al cine le debo la vida. En esa época gris que era el franquismo, las salas de cine y la máquina de sueños que era Hollywood nos salvó a muchos. A través del cine de género negro de los años cincuenta accedí a la novela negra. Mis novelas están muy influenciadas por el cine, son muy visuales además de sensoriales. De no ser tan complejo me habría gustado ser director de cine. Comparar a mis personajes con determinados actores es algo común en mis novelas. Tengo debilidad por Lena Olin, una sueca morena y buena actriz. Max von Sydow era impresionante, como Rutger Hauer. Kubrick, el mejor director de todos los tiempos, un tipo que sólo rodaba obras maestras, un perfeccionista enfermizo. Guiños de cinéfilo.

P.: Max es muy cinéfilo, leemos en La bahía humeante; en un pasaje de la novela reflexiona sobre una escena de la película Una mujer difícil. Luego leemos. “La vida se parece al cine y viceversa.” Me anoto ello para preguntarle cómo se imaginaría dirigiendo un metraje con esta novela como guion. ¿Qué estilo de dirección le gustaría imprimir a la película y, si se anima, a quién llamaría para protagonizarla?

R.: Pues no estaría nada mal que se llevara al cine. Viggo Mortensen podría ser un excepcional Max Rigalt. Lo veo. El paisaje de Islandia es perfecto para esa trama siniestra de la novela. Resucitaría a Stanley Kubrick para que la dirigiera. A Eric Burdom me lo imagino con la cara del protagonista de los Soprano. La novela tiene también influencias del western, género que adoro. Las imágenes tendrían que ser blancas, gélidas. Planos cenitales de dron de esas carreteras desiertas por donde solo circula el coche de Max Rigalt.

La bahía humeanteP.: Como comentábamos, el escenario donde transcurre La bahía humeante es la isla de hielo, Islandia. Desde la capital a una auténtica road novel del protagonista en una búsqueda casi a la desesperada. Pero me centro en los paisajes, pues hasta el propio Max Rigalt quiere comparar a Islandia con otras islas o con otros lugares inhóspitos como Alaska. Es curioso que el agua de este país tenga un olor bien definido; en cambio, en octubre, al parecer, Islandia no huele a nada. Háblenos de los escenarios de La bahía humeante y de ese ingrediente sinestésico.

R.: El escenario es fundamental, incluso para escribir una novela claustrófobica, como lo era Cazadores en la nieve ambientada en el Valle de Arán. Hay paisajes que me inspiran, como ciudades, y otros que no. Desde que llegué a Islandia supe que de ahí iba a salir una novela, pero no tenía ni idea de qué iba a tratar, pero sí que el agua sulfurosa de los lavabos iba a estar muy presente. Últimamente me van los paisajes gélidos, los de Alaska en Brother, los de un par de novelas inéditas que transcurren en parajes similares. Me he hecho al frío por el lugar dónde vivo. El invierno es para reflexionar, da cierta paz muy cercana a la muerte. A veces, cuando paseo por un paisaje nevado, me dan ganas de tumbarme en el camino y dormir, el sueño eterno, claro. La nieve y el hielo es muy traicionero. En la novela reflejo un hecho real que me sucedió en Islandia, un viaje infernal, nocturno, de sesenta kilómetros por una carretera que era una pista de hielo. Sobreviví gracias a mi sangre fría.

P.: “Tienen las islandesas nombres de princesas tolkieniasianas, piensa Max”; leemos en La bahía humeante. Un toque de humor en esta road novel negra con sangre y sexo. Y aunque estoy tentado de preguntarle por el humor en el género negro, prefiero preguntarle por Tolkien. Al parecer no recibió el Nobel de Literatura porque los jueces consideraban que su narrativa era de segunda categoría. Tampoco le preguntaré sobre el Nobel, aunque sí por los premios literarios en España. Con La bahía humeante ha ganado el Carmen Martín Gaite. ¿Podríamos decir que hay premios literarios de varias categorías? ¿Hay algunos menos sanos que otros? ¿Merecería alguno un buen susto para dar escarmiento al resto?

R.: A partir de los 18.000 euros casi todos los premios están dados. El Carmen Martín Gaite no superaba ni de lejos esa cifra. En mis tiempos, cuando empecé, los premios eran limpios salvo los que ya se sabían que estaban amañados. Ahora los premios los negocian los agentes literarios con las editoriales. Con los premios Nobel ocurre algo parecido. Se lo dan a Bob Dylan, que lo despreció, algo que le honra, y no se lo dan a Milan Kundera o a Paul Auster. Hay nobeles muy merecidos: Hertha Müller, Elfride Jelineck, ambas escritoras extraordinarias. La mayoría de esos galardones son políticos. No me extrañaría este año que recayera en algún desconocido autor ucraniano.

La bahía humeante. José Luis Muñoz. Ediciones Traspiés.

Os puede interesar:

La muerte del impostor. Entrevista a José Luis Muñoz.

Cazadores en la nieve, entrevista a José Luis Muñoz

http://www.lagonzo.es/wp-content/uploads/2018/10/jose-luis-munoz.jpghttp://www.lagonzo.es/wp-content/uploads/2018/10/jose-luis-munoz-290x290.jpgGinés J. VeraEntrevistaLiteraturaEntrevista,José Luis Muñoz,La bahía humeante,Novela,Novela negra,Traspiés
En esta entrevista al escritor José Luis Muñoz por su novela La bahía humeante (Traspiés) encontramos mucha literatura, pero también mucho cine y mucho viaje. Muñoz nos habla de Viggo Mortensen o Stanley Kubrick para una hipotética adaptación a la gran pantalla de este road novel. También de cómo...