Jose Luis MunozLas y los lectores fieles a la sección literaria de La Gonzo ya saben quién es José Luis Muñoz. Nuevamente, me ha concedido el privilegio de unos minutos entre sus muchas ocupaciones, para contestar a esta entrevista. En esta ocasión, al hilo de su novela Yakutat (Bohodon ediciones), publicada esta primavera. Espero que la disfrutéis y, desde aquí, agradecidísimo a José Luis. Nos vemos en la Fira del Llibre de València.

P.: Con su novela Yakutat nos traslada a una de las regiones más solitarias e inhóspitas del mundo: a Alaska. No solo la conoce, por haber viajado hasta allí; además, pasa gran parte del año en el Valle de Arán, rodeado de paisajes nevados. Imagino que la parte más psicológica de la novela le habrá sido más fácil de plantear gracias a ese aislamiento social en ambos territorios.

R.: Muy acertada la observación. En invierno, cuando las condiciones climáticas son duras en el Valle, sobre todo hace años, las similitudes son evidentes. Como curiosidad, diré que cuando empecé la novela la estaba ambientando en el pueblo en donde vivo, como ya hice con Cazadores en la nieve, pero luego pensé que era más conveniente trasladarla a Alaska, a esa pequeña población de origen ruso llamada Yakutat, poco más que una aldea aislada del mundo a la que se accede por barco una vez a la semana. El pueblo, que visité durante una escala de escasamente una hora y de madrugada, creo que eran las cuatro, pero había luz porque en verano el sol no se pone jamás, era un escenario fantasmal, parecía haber sufrido una catástrofe nuclear por lo destartalado que era y por las ruinas de coches y barcas, casas con el tejado hundido, oficinas abandonadas, que había por todas partes. Así es que decidí que Yakutat pasaría en Yakutat, valga la redundancia.

P.: Si ya el paisaje de Alaska es claustrofóbico por el tema de la soledad e incomunicación de la población, en Yakutat sitúa a los personajes durante el confinamiento sufrido en 2020 a causa de la pandemia. De algún modo, creo que esa situación nos sorprendió a todos, por lo excepcional. Se prestaba a ser carne de novela, ¿cuándo decidió que iba a escribir sobre ese episodio reciente de nuestra historia moderna como sociedad globalizada para lo bueno y lo malo?

R.: Creo que el libro fue medicinal para mi. La escritura empezó, si no recuerdo mal, en plena pandemia, cuando toda la humanidad estaba inmersa en una película de terror y todos éramos protagonistas forzados. La pandemia la pasé completamente aislado en el Valle de Arán, sin salir de mi casa, así es que empecé a escribir la novela un poco como salvación y para expeler los terrores que me sacudían cada vez que encendía el televisor y veía las morgues atestadas de cadáveres y cruzaba los dedos para no ser uno de ellos. De este modo, Yakutat, aparte de ser una novela claustrofóbica, es también una novela de terror, aparte de una crítica al lado más oscuro de la sociedad norteamericana a través de su protagonista Ben Ferguson, un tipo solitario que parece estar huyendo de sí mismo en ese confín del mundo.

La novela también es deudora de las novelas de Jack London que me fascinaron en mi infancia. Creo que fui a Alaska por el escritor norteamericano. En el barco, el Kennicott, que atraca durante esa hora en Yakutat, conocí a tipos curiosos, aventureros cansados de la vida en la ciudad que buscaban el aislamiento en esa tierra hostil que es Alaska, gente que se iba a construir una cabaña en medio del bosque, lejos de la civilización, a imagen y semejanza de los pioneros que poblaron esas tierras.

yakutatP.: Ben Ferguson es un protagonista en apariencia corriente en la sociedad norteamericana. Pero creo que algunos elementos se me antojan peculiares. No solo lo de las esvásticas en sus brazos, sus creencias religiosas con sus flaquezas… Sospecho si no habrá una velada crítica al way of life de esa sociedad, sobre todo acerca de algunas políticas que se tomaron ante la pandemia, sin olvidarnos de lo exótico del presidente de esa gran nación.

R.: Sí, como en casi todas las novelas que ambiento en Estados Unidos, que ya son muchas, la crítica a su sociedad está muy presente. Es un país muy joven y fascinante por la mezcla de culturas, creencias y razas que se da en él. Un país capaz de elegir a un tipo tan loco como lo pueda ser Milei y Bolsonaro, al que volverán a votar y que seguramente será el próximo presidente de Estados Unidos porque Biden lo está haciendo rematadamente mal. Curioso que los parias de la tierra votan a un multimillonario excéntrico y tramposo y las mujeres a un machista que no se esconde. Imagino que en gran parte es porque habla en su mismo lenguaje, es uno de los suyos, aunque esté forrado.

El american way of life es un cuento de hadas. La sociedad americana es mucho más dura y despiadada que la europea y fomenta un individualismo a ultranza y una competitividad asesina. El concepto de familia se diluye muchas veces por las enormes distancias que separan padre de hijos, abuelos de nietos. Raymond Carver lo clavaba en uno de los relatos de Vidas cruzadas, el de ese abuelo que se entera de que tiene un nieto cuando ese se está muriendo por culpa de un desafortunado atropello. El norteamericano es un pueblo en busca de unas raíces que no acaba de encontrar porque los únicos que tienen raíces allí son los nativos americanos a los que expoliaron y masacraron. De todo eso viene ese patriotismo tan acusado que se da, el amor a la bandera, el símbolo que los une, y la adhesión a su ejército cuando entra en combate. Ben Ferguson viene de ahí, es el típico producto de la América profunda y tradicional, pero tiene un pasado muy oscuro y su presente también lo es.

P.: En las dedicatorias aparece el nombre de Jack London, difícil abstraerse de la novela Colmillo blanco al leerla. Justo a continuación, también incluye en aquellas a Shiva, a quien le da un coprotagonismo en Yakutat. Por eso, no me resisto a preguntarle por este personaje dentro y fuera de las páginas de esta novela. Quizá como un sentido homenaje a la naturaleza, a nuestros compañeros del gran viaje vital.

R.: No habíamos hablado de esa perra que es el personaje más tierno y positivo de la narración y está muy presente en toda ella. Shiva existe, es una mezcla de Border Collie y Husky, y a ella va dedicada la novela; en Yakutat viene del cruce de Malamute y Husky. Es una perra que no es mía, pero con la que tengo un vínculo muy especial, mágico, a pesar de que nos vemos muy poco, pero cuando nos encontramos nace esa chispa que relaciona al ser humano con el mundo animal, una relación de cariño inmenso por parte de ambos. Shiva es también la tabla de salvación de Ben Ferguson en su vida solitaria. Shiva es un homenaje a Colmillo Blanco de Jack London, una de las novelas más maravillosas que leí en mi niñez. La perra le hace más soportable la vida a Ben Ferguson.

Yakutat. José Luis Muñoz. Bohodón ediciones.

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Las y los lectores fieles a la sección literaria de La Gonzo ya saben quién es José Luis Muñoz. Nuevamente, me ha concedido el privilegio de unos minutos entre sus muchas ocupaciones, para contestar a esta entrevista. En esta ocasión, al hilo de su novela Yakutat (Bohodon ediciones), publicada...