Helena TurMe concede esta semana una entrevista la escritora balear Helena Tur Planells (Ibiza, 1969). Licenciada en filología, tras ejercer como investigadora y crítica literaria, e influida por autores como Jane Austen, Elizabeth Gaskell o las hermanas Brontë, se enfundó el pseudónimo de Jane Kelder para publicar novela romántica. Recuperó su nombre real al publicar Malasangre (2020), por la que ya me concedió una entrevista para La Gonzo. En 2023 regresó a sus orígenes austenitas con la novela En el corazón de Jane. Este 2024 publica una nueva novela fiel a la ficción histórica, el costumbrismo y el romance, por la que le pregunto.

P.: Querría preguntarle, para comenzar, por el germen narrativo de La playa del carbón, por lo que le llevó a decidir escribir esta historia.

R.: En esos momentos, yo impartía clases de Historia Contemporánea y me di cuenta de que los chavales no tenían ni idea de lo que había costado adquirir los derechos sociales. Decidí escribir una historia de fácil lectura, que les atrapara, pero que de reojo fueran adquiriendo conciencia de cómo eran las cosas antes y de qué fácil es perderlas. Me gustaba el socialismo utópico de Robert Owen y su proyecto en New Lanark (aunque es cierto que cuando lo repitió en New Harmony fue un fracaso) y buscaba algo similar. Es cierto que en España hubo varios intentos de falansterios, pero duraron poco. No lo hubo en Arnao, ni siquiera se trató de una cooperativa, pero existió una con una iniciativa privada que me sorprendió, como fue la construcción de viviendas dignas, un hospital, una escuela, un economato, un casino y otras infraestructuras destinadas a los mineros. Pensé que eso me daría juego, no sólo por la aparición del proletariado (sólo había un telar y una fábrica de vidrio), sino también por el choque que se produjo entre la nueva burguesía y la aristocracia existente en Avilés. Y con la idea de que no se tratara de un tratado social y fuera digerible por la juventud, decidí que la línea argumental fuera una historia de amor.

P.: Ese carbón que incluye en el título, está íntimamente relacionado con las cuencas mineras del Principado de Asturias. Me sirve para interesarme por la decisión de ubicar en él esta novela, sin olvidar, por ejemplo, que emplazó también su anterior Malasangre la en el norte peninsular.

R.: Para Malasangre escogí El Bierzo por Las Médulas. Es un lugar fascinante, natural y roto de una forma bellísima (como bellas son las ruinas) por el hombre. Los ingleses han convertido en personajes literarios lugares como Stonehenge o Cornualles y yo quería hacer lo mismo con Las Médulas, que era un lugar al que quería viajar y no pude por la enfermedad de mi gato. En La playa del carbón quería hablar del origen de la minería y de las nuevas clases sociales y pensé que, aunque la minería no es exclusiva de estas tierras, Asturias es el lugar más representativo en España para situarla. Me decanté por la Mina de Arnao por su historia, por su ubicación y por la cantidad de peculiaridades de las que otras carecen.

P.: Creo que la Mina de Arnao, abierta en 1833 por la Compañía Asturiana de Minas, fue la primera en el Principado en tener un pozo vertical. Aunque hay otras curiosidades que comenta a lo largo de las páginas. Háblenos de la labor de documentación que ha llevado para maridar lo real con la ficción histórica en La playa del carbón.

R.: Las primeras excavaciones son del siglo XVI, pero el carbón no era de gran calidad y se dedicó a uso local, pues el transporte lo encarecía mucho. Efectivamente, en 1833 la Compañía Asturiana de Minas la reabre, pero no fue rentable hasta que, gracias a la inversión belga, se instaló al lado una fábrica para la producción, investigación y comercialización de zinc y nació también la Compañía Asturiana de Zinc. El carbón se usaba para esa fábrica. Además de tener el primer pozo vertical de Asturias, la Mina de Arnao poseía galerías subacuáticas, estaba situada frente a un arrecife con una riqueza increíble en fósiles del Devónico, las primeras vías de hierro en territorio español están datadas allí… Me pareció fascinante. Todo esto lo descubrí primero por internet y enseguida contacté con un ingeniero de minas asturiano que conocía por Facebook porque administra el grupo de NOVELA HISTÓRICA. Él, Ramón Villa, me recomendó varios libros que enseguida encargué y, cuando tuve escrito el primer borrador, viajé a Asturias y bajé a la mina con él. Un amigo de Avilés me había pasado el contacto de un historiador y también me ayudó a deshacer un par de equívocos sobre la orografía en aquella época. Durante ese viaje confirmé localizaciones y procuré guardar sensaciones (olores, colores, el sonido de un mar tan distinto al Mediterráneo, etc.) para una reescritura. Admito que “sensaciones” también le robé alguna a Palacio Valdés, aunque sea algo posterior a la época en la que yo ubico la historia. Me parece necesario leer literatura del lugar y del momento.

la playa del carbónP.: Sin dejar el tema de la ambientación histórica, he esbozado alguna sonrisa al leer los nombres de algunos de los personajes. Obviamente, los hay que ya evocan, de por sí, tiempos en los que se bautizaba según la onomástica del día del nacimiento ya por costumbre familiar. Humildemente agradecido por encontrar a un “don Ginés”… no sé si quiere apostillar algo sobre su criterio a la hora de “bautizar” a sus personajes.

R.: Con los nombres hay que ir con mucho ojo, porque una busca nombres típicos del lugar, pero, como bien dices, el santoral cristiano imperaba y una no puede poner, Yerays, Nayras o Yaizas en la Canarias del siglo XIX, por poner un ejemplo, esto es algo muy moderno, de después del 78. Y leyendo literatura de la época, que ya he comentado que es algo que suelo hacer, al final, por esto del cristianismo, encuentro nombres comunes en toda España. Muchos de ellos se han perdido o son poco usuales, como ocurre con Ginés, pero yo suelo usar muchos secundarios y busco nombres que el lector recuerde (no puedo usar un Antonio y un Manolo en cada novela). Por supuesto, en Asturias tenía que añadir alguno que terminara en “-ín” o en “-ina”, pero nunca en la clase alta.

P.: Si antes comentaba que una novela anterior y La playa del carbón tienen en común la ubicación norteña, creo que los lectores van a encontrar también elementos afines, no solo con su novela En el corazón de Jane. También con evocaciones a las obras de Elizabeth Gaskell o de la propia Jane Austen. ¿Nos lo comenta?

R.: La playa del carbón tiene mucho de Norte y Sur, de Elizabeth Gaskell, pero también de Cranford. Y Norte y Sur sigue la estructura de Orgullo y prejuicio, de Jane Austen, de la misma forma que ésta se nutre de Evelina, de Frances Burney. Al final, la Literatura son palimpsestos, o plagios, según la calidad y si aporta algo nuevo, que en mi caso quería ser un homenaje a la minería asturiana, pero esto es algo que tendrá que juzgar cada lector.

P.: Toca el turno de los personajes de su novela; por un lado, ella, Sara Bernal, descendiente de familia noble. Por otro, Iván Arango, un hombre forjado por el trabajo y la adversidad. Sin ser polos opuestos, sí descubriremos como parte del motor de la trama los prejuicios sociales de la época cuando surja algo más que afecto entre ellos. Háblenos de la parte más humana que cruza y alimenta las páginas de La playa de carbón.

R.: Iván es un hombre hecho a sí mismo hasta cierto punto, debe mucho de lo que es a Jean-Claude Delvaux, que ha venido a ser como un padre para él. La amistad entre ambos es algo que me gusta mucho de esta historia. Iván, por todo lo que ha vivido, es escéptico, pero se adscribe al proyecto de Delvaux porque le parece noble y por lealtad. Iván es carbón. Sara, por el contrario, ha sido educada para ser perla, pero los tiempos están cambiando y tendrá que abrir los ojos, Entonces decidirá si sigue en su papel de perla o se deshace en arena. Los dos son orgullosos e inteligentes y en sus encuentros abundan los duelos verbales. Pero también los dos son nobles y capaces de admitir sus errores.

P.: En uno de los pasajes de la novela, Sara y doña Balbina comentan acerca de un libro que esta está leyendo titulado Apología de las mujeres. Un ensayo feminista, frente a la pregunta de Sara de si por feminista quería aludir a isabelino, aquella le dice que no. Aprovecho para que nos comente, si quiere, acerca de este tema, en el contexto de la novela y su evolución en la literatura hasta nuestros días.

R.: La palabra feminista no era usual en la España en aquel momento y una joven con la educación que ha recibido Sara, y en plena segunda guerra carlista, lo máximo que logra entender es que doña Balbina se está refiriendo a la Ley Sálica. En aquel momento había mucho por lograr, como lo hay aún en muchos lugares. Y me refiero a la igualdad de derechos, es decir, desde un punto de vista legal, no en la ideología de cada cual, que el machismo ahí sigue existiendo. En este último caso, la educación es importantísima, pero una educación sensata. Soy profesora de Secundaria y cuando llega el día de la mujer el instituto suele dedicar toda la semana a ofrecer charlas (o a hacer recortables) sobre el tema. Al terminar la semana, los chicos (y ahora no uso el genérico), suelen decirme que se sienten frustrados y acusados de algo que no han hecho. Creo que esto no ayuda nada. De la Literatura del siglo XIX, y sé que se ha hablado mucho del tema, me fascinan las mujeres de Galdós. Literatura actual leo poca, la verdad, excepto ensayos, pero me cuenta mi librera que ciertos libros de moda que se centran en los feminismos actuales (éstos que vienen a sustituirse unos a otros, pues la palabra feminismo ya no se entiende muy bien) caducan muy rápidamente. Yo fui directiva de un equipo de fútbol (la S.D. Ibiza) en el año 86, con 16 años, y nunca había oído mencionar la palabra “empoderamiento”, así que no la necesito para escribir sobre mujeres fuertes.

La playa del carbón. Helena Tur. Plaza Janes.

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Foto: (c) Pedro Riera

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Me concede esta semana una entrevista la escritora balear Helena Tur Planells (Ibiza, 1969). Licenciada en filología, tras ejercer como investigadora y crítica literaria, e influida por autores como Jane Austen, Elizabeth Gaskell o las hermanas Brontë, se enfundó el pseudónimo de Jane Kelder para publicar novela romántica. Recuperó...