Aleix Saló: «Aún vamos con el chip de hacer planes a largo plazo».

 

Ha publicado viñetas de actualidad en diversas publicaciones locales y nacionales. En 2009 publica su primer libro, ‘Fills dels 80: La generació Bombolla’, pero es con el siguiente, ‘Españistán: este país se va a la mierda’ (2011) con el que consiguió un revolucionario éxito de ventas, junto al también exitoso ‘Simiocracia’, en 2012.

Si en sus obras anteriores  trazaba una panorámica social y cultural de nuestro día a día, en ‘Europesadilla’ carga las tintas en las clases dirigentes, en quienes nos han conducido a la peor crisis económica de las últimas décadas. 

Ginés Vera: ¿Hacía  falta abordar el tema de la clase media desde el punto de vista del humor?

Aleix Saló: De la clase media pero desde un punto de vista europeo, porque para mí va entrelazado. En Europa se está viendo enfrentada a muchos cambios y tiene que adaptarse al mundo que ella misma crea dentro de Occidente; un mundo que exige una eficiencia casi dictatorial, pero no ya a las empresas, sino a los estados y a las propias familias. De hecho la problemática tiene muchos paralelismos. El Estado rediseñándose y las familias cambiando la formula de supervivencia porque el mercado global exige otro tipo de recetas. Yo digo que estamos entrando en una época de la volatilidad. La receta que estaba resultando bien a la clase media que era hacer planes a largo plazo la había hecho ganadora; es decir, el que sobrevivía mejor hasta ahora era quien había sido mas previsor, quien había hecho planes a largo plazo, quien había invertido en matrimonio, en vivienda, quien tenía ahorros, quien tenía planes de pensión. Y lo que está sucediendo ahora, por primera vez, es que todo es tan cambiante que el que ha apostado por esta receta del largo plazo ahora se está viendo perjudicado, es decir, quien tiene patrimonio se le devalúa y si se quiere deshacer de él tiene muchos problemas, ‘a ver donde pongo los ahorros que me rindan un poco’. El que está hipotecado está sujeto a una provincia muy concreta y le limita para encontrar trabajo; lo que antes era una apuesta ganadora ahora es una apuesta perdedora. Aun vamos con el chip de hacer planes a largo plazo, pero, ¿para qué si todo cambia tan rápido?

G.V.: Pero eso es muy de aquí, muy mediterráneo, porque la Europa del norte es mas de alquiler, la Europa del sur somos más de poseer un piso.

A.S.: Te añadiré también que es de aquí la obsesión por un trabajo, por encontrar un sitio que, aunque no me guste, no me motive, me pueda asegurar que estaré en él diez años… Más allá de si te gusta el trabajo o no. Es decir, eso es dar por pérdida la parte chula del trabajo y apostar por la parte más anecdótica. Es lo que le pasa a personas de cuarenta o cincuenta años que parecía que tenían un contrato blindado y ¿qué pasa?, que llega la reforma laboral, llegan los EREs y te quedas sin la apuesta que era la estabilidad. Ahora ni tienen estabilidad, ni un trabajo que amen, ni se han ido reciclando. Lo que te decía de la receta, esta receta es perdedora para mi completamente.

G.V.: Todo esto me recuerda al concepto de empleabilidad,  a esa frase tan repetida de que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades; aunque la pregunta comprometida sería: ¿esto, ¿nos lo hemos ganado a pulso o no?

A.S.: Lo que pasa es que recurrimos constantemente al discurso moralista, me parece que lo de ‘vivir por encima de las posibilidades’ es un enfoque erróneo. Para empezar, cada uno, cada caso individual es distinto, no se puede generalizar. Intentar enfrentarse a este debate desde la moral me parece bastante estéril porque al final, de lo que se trata, es de saber hacia a dónde vamos, y aquí aún estamos enfrascados en el debate de ‘qué hemos hecho’. Yo creo que deberíamos de pasar página, que llevamos ya cinco años; olvídate de quién tiene la culpa de la burbuja, ¿qué más da? Aquí ha habido factores nacionales, locales, globales, europeos, todos entremezclándose. Una persona me decía hace poco que esto estaba planeado, que hicieron venir a la emigración porque así se aseguraban que la clase media se empobrecería. Yo soy muy partidario de la teoría del caos, la sociedad general se mueve más en ese caos por defecto que no bajo planes diseñados por alguien que, aunque quisiera diseñar, dudo fuera capaz de ejecutarlos a la perfección pues, al final, todo es imprevisible.

G.V.: Veo en el libro que el tamaño sí que importa.

A.S.: El tamaño más que importar lo que es es muy descriptivo, en qué punto de desarrollo se encontraba cada continente en el momento preciso. Lo bueno de poder contar con dibujos es que, según qué tipo de detalles tú quieres especificar, se hacen muy evidentes cuando los pasas al dibujo.

G.V.: Creo que los británicos el concepto de Europa no lo llevan muy bien, no sé si por aquellos de Napoleón y su idea de una gran Europa.

A.S.: Una de las cosas buenas de ir tan atrás en la Historia es que tú ves que las dinámicas de la actualidad vienen de muy atrás. Hay muchos paralelismos históricos. Al final Reino Unido es una isla, es decir, eso define la forma de pensar de un país.

En todo caso, Reino Unido no se considera parte de Europa, esta la Europa continental y ellos, y de hecho, ellos, su debilidad durante muchos siglos frente Francia y Alemania, les hizo buscar su destino por otras partes del mundo; de hecho está más vinculado a sus colonias y ex colonias que no al continente.

G.V.: El año 2001 es el año de los tres impactos, ¿es el annus horribilis?

A.S.: Bueno, annus decisivus; es decir, podía haber puesto 2001 o el 1998, pero me parecía que ese año condensaba muy bien tres escenarios a los que estábamos entrando. Uno, el del atentado de las Torres Gemelas que fue a condicionar mucho la relación de Occidente con el resto del mundo el resto de los años, y fue una relación de miedo, de tratar al otro por defecto como un enemigo potencial. Por otra parte, evidentemente, la llegada del euro, no tanto la llegada del euro, que también, sino la creación de Banco Central Europeo y el poder que conllevó. El problema de la Unión Europea es que es muy ambiciosa a nivel económico, pero muy tímida a nivel político; es decir, a nivel económico tienes un Banco Central Europeo que unilateralmente puede decidir lo que quiere hacer con el tipo de interés o la política monetaria, pero a nivel político los Estados se han reservado el derecho a vetar las iniciativas del Parlamento Europeo.

Una cosa que me perece paradigmática es que los que pinchan el bacalao son los Estados. Me hace gracia el discurso este sobre la troica de ‘qué malos son que nos imponen’. Vamos a ver aquí, primero de todo, el Estado que está dentro de la Unión Europea es porque quiere, se tiene la puerta abierta para irse cuando se quiera y si no se ha ido es porque no se ha querido, lo que pasa es que es un discurso fácil. Echar las culpas de que me están obligando a recortar es un recurso fácil para una derecha como Rajoy que supuestamente sería más fácil recortar echándole la culpa a esta. Evidentemente la contrapartida del rescate, o de prestar dinero a los Estados del sur, tiene que venir compensada ya con los recortes; esto para mí es un debate que se ha pervertido, lo que hay que hacer es reformar. Lo que está haciendo el norte de Europa para adaptarse al mercado global es que el Estado y las empresas puedan competir por sí mismas en un contexto global, que las empresas no tengan que depender de un contacto directo con el poder político para ser sostenibles sino que apuesten por la exportación, y aquí el problema que tenemos es que hay unos oligopolios que si subsisten es por su situación de privilegio con el poder político.

G.V.: Hablando del BCE y los ‘Estados’, no sé si Alemania y sus estados federales podrían ser un ejemplo a seguir en España.

A.S.: Lo que pasa es que, a ver, esto de trasladar modelos extranjeros aquí… Siempre está bien tener referentes, pero las recetas que funcionan en el norte no tienen porqué funcionar en otro país; hay que intentar adaptar las dinámicas de cada país. Para mí este es uno de los errores de las exigencias de Merkel, estas exigencias al sur.

G.V.: Exigencias a corto plazo que a Alemania le costó décadas

A.S.: Tú lo has dicho, exactamente. Lo bueno de estudiar la historia con ‘Europesadilla’ es ver estos enfoques.

G.V.: Me pareció curiosa una frase del libro, esta fórmula que tiene aquí dibujada a la libertad, la estabilidad y la seguridad. Cuénteme un poco sobre esta teoría.

A.S.: Me parecía divertido retratar un poco las leyes de la selva que hay ahora mismo en el mercado laboral y que ya se definieron entonces, con los primeros coletazos de la globalización, que es que la estabilidad como bien preciado se hace cada vez más escaso, y que si solo perseguías eso tenía unas contrapartidas, como he dicho antes, que abandonabas otros conceptos muchos más interesantes del trabajo.

G.V.: ¿Le tiene un cariño especial a alguno de los personajes de este libro? ¿Tal vez a la pobre Europa dividida, quizá a esa señora que se parece demasiado a Merkel?

A.S.: Pues mira, soy muy fan de los fenicios. No sé, es una cultura que siempre me ha fascinado, creo que se ha sobrevalorado el legado griego e infravalorado el fenicio, que es anterior, y que, de hecho, no dejan de ser los portadores del estilo de vida de Europa. Pongo el ejemplo del cerdo, el cerdo ibérico que tenemos que e una mezcla del cerdo de Mesopotamia con el cerdo ibérico. Eso no deja de ser el contagio de tecnología que ha habido toda la vida en la Humanidad, en ese momento Mesopotamia era el primer mundo y nosotros éramos el tercer  mundo e íbamos copiando. En ese sentido soy muy fan de los fenicios, como muy echados para adelante, como esa cultura rodeada de imperios que no hay manera de echar un par de paso atrás que se los encuentra y deciden coger el barco y visitar mundo. Esto es lo mismo que hizo Holanda e Inglaterra; con matices diferentes, claro, de hecho a mí me recuerda más a Holanda; es decir, no tanto ir a conquistar sino a ir a poner emporios, puertos francos donde poder comerciar.

G.V.: ¿Nos da una receta de lo que está por venir? Mucha gente ve brotes verdes, ¿cómo ve el futuro? Verde es Europesadilla, ¿verde esperanza?

A.S.: Es verde moco… Pero, ¿una receta en plan recomendación?

G.V.: Sí, cómo ve el futuro de nuestra sociedad, qué va a pasar, cuándo vamos a salir…

A.S.: Yo creo que hay que cambiar el chip, mucha gente continúa pensando que la burbuja fue la normalidad y que esta crisis es un paréntesis. Se ve incluso en los propios términos al hablar: ‘la que está cayendo’, ‘cuando pase el temporal’, ‘cuando salgamos de esta…’ Que llegara una fecha en que, ¡pam!, se acabará la crisis y volveremos a estar en 2007 y volveremos a lo mismo. Pues para mi es al revés, es una visión en la que no estará de acuerdo todo el mundo. La burbuja fue el paréntesis, además muy excepcional, a base de gastar el dinero del futuro y esto es la normalidad; es una normalidad que nos está costando mucho porque creo que estamos navegando en la dirección contraria al viento porque las reglas del juego han cambiado. Se trata simplemente de que nos adaptemos a las reglas de juego totalmente nuevas. Como generación, la relación que tendremos con el mercado laboral, que no tendrá nada que ver con la que tuvieron nuestros padres, y otra relación con la forma de vivir más a corto plazo. Hay gente que está tan preocupada con lo que perdió que no se está dando cuenta de los nuevos escenarios que se están abriendo. Hay que contemplar esto y hay que contemplar estas puertas abiertas e intentar recorrer estos nuevos caminos a ver dónde nos llevan, a ver si nos llevan  a posibilidades nuevas. Intentar hacer las cosas como hasta ahora nos llevará a un camino ya agotado, hablando de mercado laboral.

Europesadilla, alguien se ha comido a la clase media. Aleix Saló.

www.megustaleerdebolsillo.com

Ginés J. VeraEntrevistaLiteratura
Aleix Saló: «Aún vamos con el chip de hacer planes a largo plazo».   Ha publicado viñetas de actualidad en diversas publicaciones locales y nacionales. En 2009 publica su primer libro, 'Fills dels 80: La generació Bombolla', pero es con el siguiente, ‘Españistán: este país se va a la mierda’ (2011)...